xxxxi. mentiras

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«MENTIRAS»


Por más que el dolor la forzara a quedarse en casa y llorar con todo el corazón bajo las sábanas, Anastasia decidió que guardarle luto a un amor no correspondido no era para ella. Continuó con su rutina, cuidando a Teddy mientras Andromeda se recuperaba de la gripe, y a veces se detenía en la tienda para ayudar a George y Ron con el negocio.

Ese día no fue la excepción. Entró a la tienda con la decisión de ser una persona nueva e intentar superar a Draco, necesitaba hacerlo si quería que su estadía en Inglaterra fuese confortable.

—Mientras yo termino las pociones de amor con Ron, ¿por qué no se quedan aquí ustedes tres para ayudar a los clientes? —George le dijo al trío frente a él, Hermione asintió.

—Por supuesto —dijo quedamente y el pelirrojo asintió cortamente antes de correr al tercer piso con Ron.

—Al menos, no estaré solo con Annie como el otro día —apuntó Harry, haciendo que Anastasia riera—. Fue un desastre.

—¿Disculpa? Pero, ¡al menos logramos organizar los estantes antes de que George se dieran cuenta de que estaban desparramados por todas partes porque decidiste jugar Quidditch improvisado! —Argumentó la castaña, haciendo que el chico de cabello negro riera.

—¿Quidditch? ¿Dentro de la tienda? Harry, ¿te has vuelto loco? —Hermione interrumpió, cruzando sus brazos sobre su pecho.

—¿Por qué me echas la culpa a mí? ¡Yo no era el único ahí! —Exclamó Harry.

—¿Peleando de nuevo, Potter? —El lugar quedó en silencio mientras el trío se dio la vuelta para encontrarse con la juguetona sonrisa de Draco, la cual pronto desapareció al ver a Anastasia.

La chica de ojos esmeraldas bajó la mirada a sus pies con nerviosismo, y Hermione tomó las cajas sobre la caja registradora y subió al segundo piso. Harry giró la cabeza hacia su amiga y después a Draco, quien estaba allí de pie con una expresión confundida pero fría en sus rasgos. Harry sospechó que se debía a la presencia de Anastasia.

—Hola, Draco —Harry sonrió a medias—. ¿Cómo estás? ¿Y Astoria? —Preguntó, dándose una palmada en la cara a sí mismo después de darse cuenta de que Anastasia seguía en la habitación.

—Ella está bien, y yo también —el chico dijo cortamente—. Yo—

—Me gustaría hablar un momento con Draco —la castaña habló lo suficientemente fuerte como para que ellos oyeran. El chico rubio platino alzó una ceja mientras se giraba hacia ella. Anastasia se giró hacia Harry—. En privado, por favor —con eso, su amigo asintió y subió las escaleras hacia el tercer piso para unirse a Ron y George.

De pronto, se sintió como si fuera una mala decisión. Ella quería salir de ahí, dejar Inglaterra y nunca volver. La mirada que él le estaba dando era suficiente para hacerla sentir como si todo estuviese perdido, que bien podría empacar sus cosas e irse de nuevo. En aquel momento, la idea se sintió tan tentadora.

—Quiero—

—No —Draco sacudió la cabeza rigurosamente—. Yo voy a hablar y tú vas a escuchar, ¿entendido? —Él dio un paso hacia adelante—. No puedes volver de la nada, un año después debo añadir, ¡y esperar que todo vuelva a ser como antes! ¡Por supuesto que tuve que avanzar! ¡No te atrevas a venir y regañarme por estar con alguien más, cuando tú me dejaste! —Él prácticamente gritó, Anastasia se estremeció pues era la primera vez que lo veía tan molesto. La asustaba—. Esperé por ti, cada día a que volvieras, pero nunca lo hiciste. Solo leía El Profeta y siempre estabas ahí, tu sonrisa, lo feliz que parecías en América. Mientras yo estaba aquí, solo, miserable sin ti. Mis padres me urgían constantemente a encontrar una esposa y hacerla feliz, pero ellos no eran tú, porque me sentía tan solo sin ti.

—No lo sabía —la chica murmuró tímidamente.

—Por supuesto que no lo sabías, te fuiste —habló de mala gana—. Y ni siquiera te importó.

—¡Por supuesto que me importó! —Esta vez, ella sintió una ardiente ira burbujeando en su interior—. Si no me hubiese importado, ¡no me hubiese ido!

—Oh, ¿así que ahora estás diciendo que te fuiste porque te preocupabas por ? ¿Por nosotros? —Exclamó, apuntando a sí mismo y después a las escaleras que Harry y Hermione usaron para dejarlos solos—. No te lo creo.

—Estoy diciendo la verdad —gruñó Anastasia, cruzando sus brazos sobre su pecho con ira—. Todo lo que hice fue por ti, ¡por todos ustedes! Porque me importaban.

Draco rio ácidamente. —Si te hubiese importado, hubieses dejado una nota. Algo, pero no lo hiciste.

—¡Por supuesto que lo hice! —Ella frunció el ceño, descruzando los brazos rápidamente.

—¿Dónde está, entonces? —El chico alzó el mentón con una sonrisa maliciosa—. Yo no recibí una nota. Solo estás usando tus jodidas mentiras para salir de esto —ella frunció el ceño y giró su cabeza hacia las escaleras.

—¡Harry Potter! ¡Ven aquí ahora mismo! —Gritó Anastasia, y esta vez, era el turno de Draco de estremecerse por el repentino arranque de la chica.

La castaña exhaló profundamente mientras esperaba que Harry bajara para encontrarse con ellos, y ella no estaba segura de por qué se estaba tardando tanto en hacerlo. Ella estaba a punto de gritar su nombre de nuevo cuando apareció el chico de cabello negro, corriendo por las escaleras como Ron cuando había comida en la mesa.

—¿Qué necesitas? —Preguntó apresuradamente.

—¿Le enviaste o no a Draco la carta que te dejé? —Preguntó Anastasia casi inmediatamente cuando él terminó de hablar.

—¡Por supuesto! —Él protesto, frunciendo el ceño—. ¡Se la envíe con una lechuza en la misma noche!

Draco frunció ligeramente y se giró para encontrarse con la mirada de la chica, pero ella estaba mirando a otra parte. Él vio como su expresión confundida cambió rápidamente de confusión a ira, después, a tristeza nuevamente.

—No puedo creerlo —susurró para sus adentros.

Si Harry le envió la carta a Draco esa noche, entonces la responsable de su odio era Narcissa, o incluso Lucius. Si la carta la recibieron ellos, entonces pudieron tomarla y fácilmente esconderla del conocimiento de su hijo. Sin una carta, él habría estado decepcionado y desgarrado por su partida. Tenía sentido, por eso estaban tan interesados en que él encontrase a la chica perfecta con la cual casarse. Lo habían planeado todo.

—Annie... —Harry la llamó, pero sus palabras solo eran sonidos vacíos.

—Es culpa de ellos —logró hablar, después, sus ojos esmeralda se encontraron con los de Draco—. ¿Ves? Yo te envié una carta. Si no la recibiste, pregúntales a tus padres por qué.

—¿Estás sugiriendo que mis padres están detrás de todo esto? —La chica estaba sorprendida de verlo ofendido por sus palabras—. ¿Estás loca? —Exclamó él con ira.

—Pregúntales, entonces —Anastasia alzó una ceja, sintiendo las lágrimas amenazando con dejar sus ojos—. Adelante, ¿por qué no vas y les preguntas a tus padres por esa carta? Y mientras estás en ello, pregúntales por qué querían que te casaras con alguien de inmediato.

NUMB ° DRACO MALFOY (ESPAÑOL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora