Su estancia en su nuevo hogar era perfecta. Siempre estaba envuelta de amigos, gente nueva y de su querido primo, Zach, el cual tenía un año menos que ella.
Los días pasaban, las semanas, los meses y los años. Los carretes se gastaban y sus años aumentaban. Todo parecía ir muy rápido, pero las cosas se ralentizaron cuando llegó al instituto. El primer y segundo año, no fueron para tanto, aunque a partir del tercero... todo daría una vuelta inesperada.
Su hobbie continuaba presente, y ahora más fuerte que nunca. Tenía más conocimientos acerca de la fotografía, por lo que sus imágenes parecían ya hechas por un experto. Por ello, la solicitaban en todas partes para captar con su cámara eventos memorables. Gracias a que era muy popular, tenía mayor facilidad para alcanzar fiestas o ceremonias. Por ejemplo, su primo Zach siempre le llamaba para que hiciera fotos de sus grandes fiestas o de sus partidos, aunque también la usaba con el pretexto de que calificara a las chicas especiales que llevaba.
En el instituto se había convertido la fotógrafa, sin embargo, no le ocurría como en las típicas películas, esas en las que el fotógrafo adolescente del instituto es inferior y maltratado, no, sino que era como una animadora, posiblemente por la fama de su familia.
Toda la familia Lindsey estaba muy orgullosa de ella, se sentían halagados por los piropos que muchos vecinos les decían sobre Iria. Era tema de conversación en todas las galas, fiestas y lugares. Allá donde sus padres fueran a cenar con los miembros de grandes empresas siempre debían escuchar:
-Vuestra hija tiene un talento especial. Sus fotografías son magníficas.
Eso a ellos no les importaba, se sentían bien al escuchar ese tipo de comentarios, e incluso solían llevar alguna que otra foto de ella encima.
Parecía que nada había cambiado en su vida ni en ella, y era cierto, al menos en su interior. Físicamente había cambiado bastante, ahora era mucho más hermosa que antes, sus ojos azul verdosos ya no pasaban desapercibidos, pues el color de su pelo rojo cereza oscuro los hacía resaltar. Tenía un cuerpo bien formado, debido a su propia fisionomía y a que le gustaba hacer deporte.
Era una chica que cualquier hombre le gustaría tener, bella, lista, artista, famosa, amable, amigable, abierta... ¿Qué no tenía?
Era de esperar que tal muchacha como ella tuviera a los chicos a sus pies, y no se escapaba que todos pensaban que su corazón ya pertenecía a algún afortunado. Aunque eso no era cierto, y ni ella misma sabía el porqué.
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Iria
Teen FictionTodos somos simples cuerpos, un trozo de piel y sangre sin apariencia importante. Lo interesante no es la envoltura, sino todo lo que nuestro cuerpo contiene, esos sentimientos reprimidos que deseamos gritar sin más. Eso es lo que importa, lo mister...