Y todo volvió a su rumbo normal. Ya no debía de temer por nada, nada se pondría más por su camino para estar junto a Vera.
Sus padres no sospechaban nada, aunque Lillian comenzó a entender el significado de las miradas entre su hermana e Iria. No le importaba, por lo que le guardaba el secreto.
Un día, Iria y Vera decidieron hacer un viaje a la isla de vacaciones de los Lindsey, con el pretexto de una escapada de amigas.
Subieron al avión y Vera se asombró al ver el paisaje desde la ventana. Era una isla rodeada de aguas cristalinas, con arena que daba la sensación de que fuera terciopelo, había palmeras altas y radiantes, algún que otro mini bar de madera al aire libre, sin embargo, lo que más llamó su atención fue la casa donde se hospedarían.
Estaba literalmente a un metro del agua. Era como si flotara en las olas. Vera se acercó a la casa con gran rapidez:
-¡¿Está sobre el agua?! -exclamó impactada.
-Se podría decir, ¿te gusta la isla?
-Me encanta.
-Tiene lugares preciosos para hacer fotos.
Entraron a la casa y fueron a la habitación, donde había dos camas bien decoradas:
-Cambiate rápido, debemos visitar toda la isla -dijo Vera ilusionada.
-Yo ya me la he visto entera, aunque por ti... la vuelvo a ver -respondió riendo.
Una vez cambiadas, comenzaron a adentrarse en el pueblo. Había muchas tiendas similares a la de los mercadillos asiáticos. Todas ellas eran de comida y tenían un aspecto muy apetecible. De vez en cuando se cruzaban con escaparates repletos de ropa o de souvenires de la isla.
Todo era muy bonito, pero sobretodo cuando caía la noche y todo brillaba gracias a los farolillos que habían colgados por la calle.
Era una mezcla de Hawai y alguna isla de Asia.
Compraron comida rápida en una de aquellas tiendas y, mientras se lo terminaban, fueron a la playa.
Habían pequeños grupos de gente esparcidos por la arena con fogatas. Ellas no se quedaron atrás e hicieron una también. Se sentaron frente a ella y se quedaron en un silencio cómodo escuchando como el fuego hacía chasquear la madera. Desde un segundo plano se veía el oleaje un poco movido por la luna llena, haciendo que las olas chocaran en la orilla, produciendo un sonido relajante y tranquilo:
-Me gusta mucho este lugar -dijo Iria sin despegar la vista del horizonte.
-No me lo imaginaba tan bello -contestó Vera.
-Es como el típico paisaje que aparecen en todas las películas, ese que tanto usan ¿a caso no hay otro lugar más original o más bonito? -dijo entre risas.
-Tienes toda la razón, ¿qué tendrán las playas? A lo mejor es que son muy hermosas, pero siendo sinceros, para mi cualquier lugar es el mejor del mundo si tú estás conmigo.
Iria giró la cabeza y vio el perfil de Vera. Esbozó una sonrisa y regresó la vista al mar:
-Solía venir aquí de pequeña, me sentaba en mitad de la playa sin importarme cuanta gente pasara, y comenzaba a hacer cientos de fotos al mar.
-¿Solo al mar?
-Solo al mar.
-¿Y por qué?
-Porque me gustaba imaginarme que habría más allá de la línea que separaba el agua del cielo, y en cada foto que hacía, esa línea te llevaba a otro lugar. Había veces que me llevaba a África, otras a Australia, e incluso hubo alguna que otra vez que me llevaba a países desconocidos para otros ojos.
-La verdad es que yo también me imaginaba lo mismo desde el otro lado de esa linea.
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Iria
Novela JuvenilTodos somos simples cuerpos, un trozo de piel y sangre sin apariencia importante. Lo interesante no es la envoltura, sino todo lo que nuestro cuerpo contiene, esos sentimientos reprimidos que deseamos gritar sin más. Eso es lo que importa, lo mister...