Llamada por la curiosidad de qué eran, metió la manos bajo la cama y recordó que cuando ella había llegado Iria había escondido algo allí. ¿Serían esas fotos? ¿Pero por qué esconderlas?
Las cogió y comenzó a pasarlas de una a una. Su cara de intriga se tornó a un rostro de asombro, no podía creer lo que veía.
Mientras, Iria la estaba esperando en el salón:
-¿Por qué tardará tanto? -se preguntaba resoplando aburrida.
En ese instante, recordó las fotografías que había escondido bajo la cama. Se levantó rápidamente del sofá y corrió escaleras arriba con pasos torpes. Llegó a su habitación y se paró en la puerta quedando helada. Vio a Vera sentada en el suelo con las imágenes en la mano. No sabía que hacer. Vera alzó la cabeza y la miró anonadada:
-Pensé que todas las fotos que tomabas era de las fiestas, de nuestras familias, del paisaje...
-Vera... yo...
-¿Qué significa esto? -preguntó levantándose y mostrándoselas.
-Ehm...
Solo se quedó callada, estaba nerviosa, asustada y no sabía que decir:
-¿Por qué? -insistió Vera.
Ella las tiró al suelo furiosa y salió de la habitación con pasos fuertes y rápidos. Se dirigió a la entrada e Iria la siguió:
-Por favor, espera, no te vayas.
-¡Déjame en paz, no te vuelvas a acercar a mi familia! -exclamó llena de ira.
Sacó la copia de la llave que guardaba en su fina chaqueta y la lanzó contra el pecho de Iria. Salió de la casa, pero ella no hizo nada para impedirlo. Solo se quedó allí parada, notando como un nudo se formaba en su estómago y unas lágrimas quemaban sus ojos.
Subió a su habitación y se agachó a recoger las fotos de una a una, mientras las miraba dejando caer la lágrimas sobre ellas. No fue capaz, y cuando se levantó, la rabia le pudo y las volvió a tirar, pero esta vez con mucha más fuerza de la que había aplicado Vera. Se dejó resbalar por la pared y resguardó su cabeza entre sus piernas mientras abrazaba sus rodillas.
Cientos de llantos recorrían cada cavidad de aquella habitación, decenas de fotos de Vera estaban esparcidas por el suelo de forma desordenada, y la tristeza inundaba el frío interior de Iria.
No sabía que debía hacer ahora. ¿La dejaba marchar sin más? ¿aceptaba salir de su vida?¿no volverse a acercar a ella? ¿no volver a verla? Sería algo muy duro.
Entonces, fue cuando comprendió el dolor del cual Vera le habló. Ese dolor que se siente al perder a quien quieres, ese dolor que te perfora, que te atraviesa y te deja una vacío desolador y profundo.
Sentía frío, miedo, tristeza, desesperación... miles de sensaciones que le provocaban un efecto que se asimilaba al morir lentamente.
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Iria
Teen FictionTodos somos simples cuerpos, un trozo de piel y sangre sin apariencia importante. Lo interesante no es la envoltura, sino todo lo que nuestro cuerpo contiene, esos sentimientos reprimidos que deseamos gritar sin más. Eso es lo que importa, lo mister...