Zach entró en pánico, no sabía que hacer, así que corrió hacia su casa para buscar una solución.
Aquella charla le había hecho un nudo en la garganta. Su noche no podría ir peor, solo quería tumbarse a dormir para despertar en otro lugar.
Desde aquel día, Iria no volvió a ser la misma, toda esa felicidad que su cuerpo llenaba y que la caracterizaba, se perdió. Sus fotos se volvieron más tristes, con significados trágicos y de colores blancos y negros.
Su familia estaba preocupada, esa no era la Iria que todos conocían. Algo le ocurría, pero no sabían el qué.
No tenía fuerzas para levantarse de la cama, se sentía usada, se sentía como un objeto sin vida. No había forma de levantar su ánimo. Sus padres, desesperados por hacer que ella mejorara, decidieron hacer una gran fiesta invitando a todos los amigos de Iria. Seguidamente, ellos se fueron y la dejaron al cargo, pero Iria ni se levantó de su cama, no le importaba lo que sucediera en la fiesta.
Escuchó un gran estruendo y decidió bajar a ver que ocurría. Toda la casa estaba repleta de gente que le saludaban con vasos llenos de refrescos. Al llegar al salón, vio a alguien que llamó su atención sobre todos, allí estaba Vera. Ella se dio la vuelta y la miró sorprendida:
-¿Vera? ¿Qué haces aquí?
-Ehm... tus padres me llamaron.
De repente, apareció Jackson y le cogió la mano:
-Hola Iria, gran fiesta.
El rostro de la joven cambió, bajó la cabeza y se giró para regresar a su habitación:
-Sí, supongo que es una gran fiesta -dijo subiendo las escaleras.
No quería volver a salir de allí. Hasta que llegó el día 30 de mayo y fue obligada a ir junto a la persona que más dolor le causaba. No se vistió elegante, ni siquiera se arregló mucho, solamente se puso un vestido fino de tela blanca.
Llegó a la gran fiesta de cumpleaños de Vera, había muchos invitados, música alta, comida y regalos. Vera no se esperaba encontrarla allí. Sin embargo, Iria no fue por ella, sino por sus padres, así que decidió sentarse en uno de los bancos de piedra del jardín, uno que estaba muy alejado del barullo.
Los minutos pasaban y ella solo miraba el paisaje, pero no se aburría. Una voz, entró en sus oídos:
-Iria, ¿por qué no te unes?
La muchacha miró a un lado y vio a Vera parada. Estaba deslumbrante, y su sonrisa cálida le hacía perder el sentido:
-No quiero, solo quiero estar sola -respondió volviendo a mirar el frente.
Vera se sentó en el banco y miró las rosas que tenían delante:
-Iria, quisiera hablar contigo sobre algo que hice mal.
-¿Jugar conmigo? No te preocupes, el tiempo lo cura todo.
-No, sobre otra cosa.
Iria no le prestó importancia:
-Iria... yo sí te quiero.
-¿Enserio pretendes que me crea eso? -preguntó mirándola sin expresión.
-Sí y te voy a explicar todo para que lo entiendas.
-Pues soy todo oídos, pero no pretendas arreglarlo con mentiras.
-Verás, mi padre deseaba unirse con la empresa del señor Ford, pero como ya debes saber, Ford no es fácil de convencer. Mi padre le ofreció la mitad del negocio, una gran suma de dinero, aunque él no cedió. Lo invitó a nuestra casa a cenar para que nos conociera y me vio a mi. Seguidamente le dijo a mi padre que si quería unirse a su compañía debía casarme con su único hijo, Jackson. Mi padre, sin saber lo que realmente soy, aceptó y ahora estoy así.
-¿Y qué tiene que ver eso conmigo?
-Mucho, porque yo te quiero a ti, y me dolía decirte lo que sucedía así que decidí alejarte de esa manera, y no me di cuenta que eso fue lo que más te dolió.
-Entonces... ¿no jugaste conmigo? ¿me quieres? -preguntó Iria extrañada.
-Te amo, pero estoy prometida con Jackson.
Iria tomó las dos manos de Vera y le miró a los ojos:
-Si quieres, cásate con Jackson Ford, pero no me dejes nunca.
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Iria
Teen FictionTodos somos simples cuerpos, un trozo de piel y sangre sin apariencia importante. Lo interesante no es la envoltura, sino todo lo que nuestro cuerpo contiene, esos sentimientos reprimidos que deseamos gritar sin más. Eso es lo que importa, lo mister...