La muchacha había hecho muchas fotografías, pero por algún motivo especial sus favoritas eran las de los Larsson, esas que hacía en cada quedada. Podía que fuera por que eran como una familia para ella, o los mejores amigos de los Lindsey.
Siempre iba a revelarlas y las guardaba en una caja o en un álbum.
Un día, sus padres salieron a una comida de empresa e Iria se quedó sola en casa. Estaba tumbada boca arriba con un montón de fotos en las manos. Las miraba con una sonrisa coqueta y pasaba a la siguiente, mientras pataleaba con sus pies en el aire. Alguna que otra foto muy especial, la abrazaba y suspiraba, sentía que algo nuevo había nacido en ella, un sentimiento que nunca había tenido, que era extraño, le asustaba, pero al mismo tiempo le encantaba.
De repente, la puerta de su habitación se abrió y guardó las fotos bajo su cama lo más rápido posible. Miró a un lado y vio que era Vera:
-¿Vera? ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has entrado? -preguntó nerviosa.
-Dijisteis que lo tomáramos como nuestra segunda casa, así que tenemos copia de la llave.
-Cierto, bueno... ¿quieres dar una vuelta? -dijo intentando sacarla de su habitación.
-Mmm... vale.
Iria suspiró aliviada y se fueron a jugar un partido de tennis:
-¿Te has dado cuenta de que nos hemos vuelto más unidas? -preguntó Iria dando a la bola con la raqueta.
-Sí, la verdad es que parecemos mejores amigas.
La pelirroja mostró un rostro triste y serio:
-¿Qué ocurre? -dijo Vera viéndola distinta.
-Nada, nada, solo estaba pensando en mis cosas -respondió fingiendo una sonrisa.
-¿Hay algo que te preocupa?
-No, nada, eran cosas sin importancia.
-Está bien, pero sea lo que sea... sabes que puedes contar conmigo, ¿no?
-Sí, lo sé.
Continuaron jugando y riendo, se estaba bien.
Agotadas por el deporte, entraron al interior de la casa:
-¿Quieres agua? -preguntó Iria.
-Sí, estoy muy cansada -dijo entre jadeos de cansancio.
Abrió la nevera y sirvió en dos vasos de cristal la fresca agua de la jarra:
-Sentémonos en el sofá -propuso Vera.
Allí se sentaron y comenzaron hablar. Reían sin descanso. Era una sensación agradable, jamás alguien le había sacado tantas risas a Iria:
-Vera, ¿me haces un favor?
-Claro.
-¿Puedes ir a mi habitación? Encima de mi escritorio tengo mi cámara de fotos instantáneas, hagámonos unas fotos juntas.
-Mira que eres vaga -respondió riendo.
Vera se levantó y comenzó a subir las escaleras. Llegó a la habitación de Iria y entró. Nunca había estado en su habitación, era un lugar un poco misterioso para ella. Comenzó a mirar todo, desde el suelo que crujía, a las estanterías llenas de marcos y de libros, hasta el techo con una preciosa lámpara. Era un lugar bastante bonito, pero le despistaba y no le hacía ver por dónde iba.
De pronto, tropezó con una caja que estaba a un lado del escritorio y cayó al suelo. Dolorida, miró a sus lados, y ahí fue donde vio un montón de fotos bajo la cama.
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Iria
Teen FictionTodos somos simples cuerpos, un trozo de piel y sangre sin apariencia importante. Lo interesante no es la envoltura, sino todo lo que nuestro cuerpo contiene, esos sentimientos reprimidos que deseamos gritar sin más. Eso es lo que importa, lo mister...