Iria se quedó pensativa:
-La verdad es que pienso que el amor es muy complicado, no elijes de quién enamorarte y eso puede traer muchos problemas.
-Tienes toda la razón, no solo trae problemas sino dolor. Saber que no eres correspondido... es una sensación que no te gustaría tener -continuó Ver con voz triste.
-¿A ti te ha pasado?
-Sí, pero por otros motivos.
La velada fue agradable. Aunque las miradas de Vera le ponían nerviosa, se sentía cómoda con ella. Tras pasar un rato a solas con ella, decidieron incorporarse a los demás:
-¿Qué tal, chicas? -preguntó Lillian un poco molesta por haberla dejado allí.
-Bien, espero volver a ver a Iria -respondió Vera sonriente.
-Oye, mañana podíais venir a nuestra casa y hacemos una barbacoa y jugamos al tennis -propuso Meredith.
-Me parece buena idea, ¿y a ti, Mike? -dijo Kaira.
-Por supuesto, ya era hora de que los Larsson estrenaran su ropa de tennis. Y os ganaremos, tenemos un As secreto.
-Sí, Vera es genial en tennis -dijo Lillian.
-Pues hecho, mañana os esperamos.
Estaba Iria impaciente por la llegada de los Larsson. No paraba de mover su corta falda blanca y de andar por toda la casa:
-Vaya, parece que alguien tiene una nueva amiga -dijo su madre riendo.
-Sí, es muy simpática, presiento que seremos muy unidas.
El timbre sonó y aparecieron ellos:
-Gracias por invitarnos -saludó Kaira.
-Tranquila, que esta sea vuestra segunda casa -contestó Theodor.
Salieron al gran jardín trasero, donde se encontraba la pista de tennis y la barbacoa.
Mientras los padres preparaban la comida, las madres hablaban y Vera y Lillian jugaban al tennis.
Iria estaba en su habitación con la cámara de fotos. Salió al balcón de su habitación. Desde allí se veía la pista. Alzó el objetivo y empezó a hacer fotos de la pequeña fiesta. Las imágenes eran continuas y no se dejaba de escuchar el flash:
-¡Iria! ¡Cariño! ¡¿Dónde estás?! -le preguntó su madre sin saber donde estaba.
-¡Estoy haciendo fotos!
-¡Deja la cámara y baja con Vera y Lillian!
Resoplando, se colgó la cámara del cuello y bajó:
-Ven a jugar -le incitó Lillian llamándola con la raqueta.
-Pero seríamos impares. Yo haré fotos de vuestro partido.
-¿Soltarás un día la cámara? -preguntó su padre entre risas.
-El día que la suelte es que la Iria que soy habrá muerto, ya no existiré -respondió riendo.
Preparó la cámara y comenzó de nuevo.
Ese día pudo hacer más de treinta fotografías, entre la fiesta, el partido y el paisaje. De vez en cuando dejaba su preciada máquina y echaba un partido contra Vera, o hablaban, o daban un paseo entre los setos.
Tras esa tarde, las visitas de los Larsson eran más frecuentes, las escapadas con ellos y las fiestas en las que coincidían, y en ninguna de ellas faltaban las imágenes que Iria tomaba para inmortalizar el momento.
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Iria
Teen FictionTodos somos simples cuerpos, un trozo de piel y sangre sin apariencia importante. Lo interesante no es la envoltura, sino todo lo que nuestro cuerpo contiene, esos sentimientos reprimidos que deseamos gritar sin más. Eso es lo que importa, lo mister...