(17) El salón del Sol

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No he dormido en toda la noche ¿Curioso, no? Cómo se me quita el sueño tan fácilmente ¿Cuántas noches he dormido en realidad desde que vinimos a Summerton? Asumo que pocas.

Tengo los ojos hinchados, azules e irritados de llorar. He perdido a mis hermanos más queridos. Los únicos que habían estado para mí, que se habían preocupado por lo que yo hiciera o dijera o sintiera. Yo no estaba para ellos. No pude hacer nada para ayudarlos, para poder salvarlos.

Roca, Cuchilla, Mairon y mi padre están tan callados como yo. Sorben café o mastican pan tostado pausadamente, con la mirada perdida en algún momento. Es el desayuno más tétrico que hemos tenido en años.

Lilo. Lomei. Bas. Los tres ya no están.

- ¿Recuerdan...? – comienza a decir Mairon pero las emociones lo ahogan - ¿Recuerdan ese verano en Rocasta que estuvimos los ocho juntos?

- El calor... – exclama Roca.

- Esa vez que Lilo...

- Empujó a Lomei dentro del aljibe.

Hay sonrisas tristes en nuestros rostros y a pesar de que reímos también lloramos.

- Nos tomó tres horas sacarlo – recuerdo

- ¿Tomó? – pregunta Cuchilla - Lo dejamos ahí dentro tres horas.

Compartimos un momento de risa muy corto. Luego cada uno da un sorbo a lo que toma.

- O la vez que Bas empapeló la casa de goma – comenta papá.

Los tres asienten junto con él.

- ¿Cuándo? – me veo obligada a preguntar.

- Habrás tenido... ¿Dos? ¿Tres años?

- Dos – corrige Roca.

- ¿Dos? Dos años – sigue contando mi padre – eras torpe.

- Es torpe.

Reímos un segundo más. Las lágrimas se han secado en nuestras mejillas.

- Bueno, en ese entonces eras aún más torpe – hace un semicírculo con los ojos - Habías comenzado a caminar el invierno anterior y tenías el cuerpo repleto de magulladuras porque te topabas con todos los muebles. Imagínate. Parecía que eras azul de nacimiento – Roca sonríe junto con una risita soplada – A Bas... - el nombre se le atraganta – a Luka no le gustó verte así cuando volvió a casa del Obturador – Luka ¿Cuántos años mi padre lo había llamado por su verdadero nombre? – asique se tomó el trabajo de encintar tiras de goma en puertas, muebles y cajones para que cuando te los llevaras puestos no te lastimaras.

- Bas era raro – comento intentando tragarme la tristeza.

Ellos aceptan el comentario. Roca mueve su té sin quitarle los ojos de encima. Se aclara la garganta, dice:

- Él te quería – suspira, toma valor – más que a cualquiera de nosotros, creo – Cuchilla a su lado asiente brevemente – Siempre estaba preocupado por saber dónde estabas, con quién, cuándo volvías. Pasó noches enteras al lado del radio esperando el reporte de tus misiones, cosa que no hizo con ninguno de nosotros.

Intento reír aunque soy un mar de lágrimas y me ahogo en ellas pensando en todas las ocasiones que Bas me salvó la vida –en realidad, me dio vida-.

Mi padre succiona el café que queda en su taza intentando tragar también sus sentimientos. Mairon mueve la tostada en su plato que cruje cuando la pincha el tenedor. Creo que ninguno de ellos tenía como escenario predilecto terminar conmigo viva y Bas muerto. Tal vez en sus hermosas fantasías eran sólo ellos y yo moría a causa de la guerra en algún lugar, desapareciendo para siempre, dejando de traer desgracia a la familia.

Corona de Fuego - Una historia de Reina RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora