(9) Mareena Titanos

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Tengo deseos de morir.

Me he sentido así cada vez que mi padre me anota en uno de estos compromisos sociales con la reina y demás cabezas huecas. En realidad me siento así desde hace varias semanas cuando supe que la prueba de la reina iba a llevarse a cabo al fin. Ni siquiera cuando mis hermanos me hacían sentir como mierda porque era la única mujer de una larga línea de descendientes hombres, ni cuando murió mi madre, ni cuando firmé la despedida con Cal esa noche hace dos años. Nada me hacía tener más ganas de morir que sentarme a actuar como una hija buena y escucharlas parlotear cosas sin sentidos.

Esto no es lo mío, me he cansado de explicárselo al cabeza hueca de mi padre pero el hombre es tan necio como es buen soldado.

- ¿Y cómo le parece el Salón del Sol, lady Titanos? —pregunta Atara Viper en un tono tan alto que creo que hasta los sirvientes del sótano la escuchan— Supongo que no hay comparación con la del pueblo en que vivía antes — difícilmente llamaría a Los Pilares un "pueblo", pero le dejo pasar la acotación alegando su falta de conocimiento del mundo exterior.

- El Salón y Summerton son muy diferentes de lo que estoy acostumbrada – responde Mare.

Pobre mujer.

Tiene dos opciones; o se hace una coraza gruesa para no permitir que sus comentarios la afecten o se deja romper hasta perder la cabeza. Espero por el bien de todos que sea la primera.

- Obviamente. Recorrí el Valle de capital una vez – sigue diciendo la muchacha frente a mí, una Welle - y debo decir que los pueblos Rojos son simplemente deplorables. Ni siquiera tienen caminos adecuados.

No tienen ni comida, imbécil ¿De dónde sacarían para hacerles caminos? Pero no digo nada.

- Y los Rojos, bueno, supongo que es lo mejor que pueden hacer con lo que tienen —continúa la Welle —. Están adaptados a ese tipo de vida.

- No es culpa nuestra que nacieran para servir —declara una Rhambos— Es la naturaleza, simplemente.

Y es tu naturaleza ser una bruta. Sigo sin hablar.

- Es verdad – el comentario que suelta Mare me duele porque sé que a ella le duele todavía más – Por supuesto, Ser forzado a vivir esas vidas, sin tregua, sin respiro, sin escapatoria; haría sirviente a cualquiera.

Bien dicho, pienso.

- Lady Titanos tiene los mejores profesores y mejor ayuda para asegurarnos de que se ajusta adecuadamente —la reina es rápida para encontrar una contestación que les cierre el pico a todas — Ya ha comenzado con lady Blonos.

Les veo las caras cuando escuchan de las lecciones de protocolo y las escucho pensar que es una estupidez tomar esas lecciones, como si no hacerlo les diera cierto aire de superioridad sobre Mare. Me hierve la sangre. No por Mare, por ellas que son todas arpías y nadie las coloca en su lugar.

- Por favor – comento con demasiado ácido en la voz, todas las cabezas giran hacia mí – Con esa clase de comentarios a ustedes no les vendría mal refrescar un poco sus lecciones de protocolo – Elara sonríe, llego a pensar que odio verla sonreír – Ustedes mismas lo dijeron, Mareena fue criada por rojos ¿Cuándo vieron un rojo asistir a lecciones de etiqueta?

Dicho esto siento tantas ganas de levantarme de la mesa e irme que no puedo más que opacar mis deseos sorbiendo todo el vino de mi copa.

- ¿Qué intención tiene su alteza real con los rebeldes?

Ah, esa voz ronca de trincheras y fuego de cañones de la Coronel Macanthos es una oda a la cordura en un país gobernado por idiotas. Todas las personas se vuelven hacia ella, ya sea porque detestan escucharla hablar o porque le tienen miedo. Sonrío tanto que temo lastimarme una mejilla.

- Coronel Macanthos, apenas los llamaría rebeldes...

- Y ese es solo el ataque que aseguraron – la coronel Macanthos interrumpe a la reina con tanta seguridad y de una manera tan delicada que me llego a preguntar dónde estuvo esta mujer toda mi vida - ¿Qué pasa con la explosión en puerto de la Bahía, o el campo de aviación en Delphie para el caso? ¡Tres jets destruidos y dos más robados de una de nuestras propias bases!

Elara hierve de furia.

Los comentarios sobre puerto de la Bahía y Delphie han llegado a mis oídos en muchas ocasiones, todas con versiones tan distintas que es difícil saber cuál es la verdad. Me limito a escucharla, tal vez ella cuente con más detalles que yo.

- ¿Es usted ingeniera, Coronel? – Elara ataca y parece dispuesta a destruir a la Coronel antes de que le cause más problemas. Es una lucha de titanes - Entonces no entiende cómo una fuga de gas en la Bahía tuvo la culpa de la explosión. Y recuérdeme, ¿usted comanda las tropas aéreas? Oh, no, lo siento mucho, su especialidad radica en las fuerzas de tierra. El incidente del aeródromo fue un ejercicio de entrenamiento supervisado por el propio señor general Laris. Le ha asegurado personalmente a su alteza la máxima seguridad en la base Delphie.

Es increíble la facilidad con la que las mentiras se deslizan fuera de la boca de Elara. Me sorprende que sea tan inteligente y a veces me asusta. Quiero odiarla con todo mi ser, pero es tan fantástica la forma en que logra manipular a las personas que no puedo más que admirarla. Lo detesto. Detesto admirar alguna cualidad de la reina bífida.

- No les den esa satisfacción a esos monstruos – concluye luego de dar un discurso lleno de palabras estúpidas.

La coronela lucha contra la sensación de encogerse pero no puede, los aplausos de las mujeres a su alrededor le perforan los oídos tanto como perforan los míos. Admiro la capacidad de la reina de mentir, sí, pero ¿Aplaudirle las mentiras? Ah, ese es otro nivel de hipocresía al que no estoy dispuesta a llegar. Cruzo las muñecas sobre la mesa y balanceo el vino que hay en mi copa con delicadeza en tanto espero que terminen su pequeña fiesta improvisada de aplausos. Por el rabillo del ojo capto el momento exacto en que Mare une ambas manos en lo que podría ser una nueva especie de tortura para ella. No quiere aplaudir las mentiras de Elara, lo sé, pero debe aplaudirlas.

Me encuentro sintiéndome increíblemente miserable.

Corona de Fuego - Una historia de Reina RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora