Caminar por Los Pilares es ciertamente atractivo.
Obviamente no por su belleza, que nada tiene que envidiarle el Obturador, sino por las personas que lo habitan. Son Rojos, esa es una aclaración poco necesaria, pero es todo lo que puedo decir para englobar lo que siento por estas personas. No me miran al pasar porque probablemente no les importa y a los que sí es solamente porque creen saber quién soy. Tienen historias, leyendas, cuentos y canciones sobre la familia plateada que se siente roja. Todos conocen escasos rasgos que compartimos mis hermanos, padres y yo; los ojos grises como dos nubes de pólvora y cabello negro cual petróleo son unas de las más notorias. La altura y el cuerpo moldeado en músculos podrían contarse como otra. Mi cabeza sobresale fácilmente 8 centímetros por encima de las demás mujeres rojas que caminan por las calles lodosas con pies hábiles. A mí el barro no me hace flaquear, pero al cabo de unas cuantas cuadras de mantener el equilibrio mientras camino comienzo a sentir la fatiga en mis pantorrillas.
Hay niños caminando por doquier (muchos de ellos buscando con ojos hábiles los bolsillos desprevenidos y limpiándolos con manos aún más hábiles), mujeres cargando con bolsas y hombres echados a perder principalmente por la guerra.
Me siento como si estuviera en casa. Pero sé que nunca voy a poder encontrar ese lugar lejos de las trincheras en las que vivo en El Obturador. Es una sensación pésima, si soy totalmente sincera, sentirme libre en una trampa en el suelo.
Tengo pocas cosas que hacer, aunque a mi padre le gustaría comenzar a enumerar algunas "importantes", y si me quedo en el castillo de cristal me invade la sensación de convertirme en una copa yo misma; lista para romperme en mil pedazos. Asique salir a caminar por Los Pilares había parecido la mejor opción por el momento, único poblado lo suficientemente cerca de Summerton como para llegar allí corriendo si la situación llega a ameritarlo.
Espero no volver a pisar la residencia de verano del Rey otra vez en mi vida.
Menos que menos si Evangeline se convierte en "futura reina" o peor aún en "reina" ¿Hasta qué nivel llegaría mi desagrado si eso sucediera? Que va a suceder eventualmente, quiera yo o no, porque no estoy haciendo nada para evitarlo ¡Estúpida! Si no hay nada que puedas hacer tampoco.
Entre tantas vueltas y recodos me doy cuenta que tengo frente a mí el carromato del viejo Will Whistle ¿Cuándo fue la última vez que pisé este lugar? Mucho tiempo si me pongo a recordar efectivamente. El viejo Will seguramente no haya cambiado en nada o haya muerto y otro Whistle ocupó su lugar, lo segundo lo dudo total y completamente. Nunca fue un hombre débil ni de cuerpo ni de alma, su voluntad es de acero y no he conocido a nadie con su sabiduría.
Tengo miedo de entrar ¿Qué pasa si el viejo Will no me reconoce? ¿Si se murió? ¿Si cualquier cosa llega a pasar que no tenga prevista? ¡Miedo! ¿¡Qué hago teniendo miedo como si fuera una cobarde?! ¿¡Cuántos años tengo?! ¿¡Dos!?
Me envalentono, enojada conmigo misma por dudar y estar convirtiéndome en cobarde, asique la manija del carromato de Will no me queda en la mano de pura casualidad. El hombre está encorvado en su rincón de siempre con sombras que le surcan el rostro y la característica barba gris. Ilumina sus arrugas la brasa de una pipa que se enciende cada que da una pitada.
- Tiempo sin verte pequeño saltamontes.
- Viejo silbato – agrego a modo de saludo en tanto agacho la cabeza para ingresar al carromato.
Mira entonces la puerta que si bien no está rota, ya no se vuelve a cerrar de la misma forma aunque lo intento.
- ¿La rompiste?
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Corona de Fuego - Una historia de Reina Roja
FanficFanfic de Reina Roja por Victoria Aveyard. Laralea Mirena es hija de la casa Gamora, que a diferencia del plateado común puede utilizar varias habilidades. Son telquis, raudos, colosos, magentrones, susurros, olvidos, silencios, guardafloras, ninfos...