—Entonces... el sábado nos iremos de reventón —confirma María, emocionada. Ambas chicas estaban de camino a sus respectivos hogares, aunque Adamaris vivía algunas cuadras adelante que la morena les resultaba fácil irse juntas. Adamaris suelta una ridilla al precenciar lo emocionada que se encontraba su amiga.
—Si, definitivamente —asegura.
—¡Que emoción! —grito María, asustando al conductor.
Pero no a Adamaris que esta demasiado acostumbrada a las ocurrencias y explosión de emociones de su amiga.
—María deja de gritar —la regaña, apenada sin poder evitar soltar una risilla mientras mira de reojo y con vergüenza al conductor. María obedece.
—Lo siento. Pero es la emoción del momento señor conductor —explica, éste solo se limita asentir y María volvió a observar a su amiga-. Tenemos que vernos espectaculares, he escuchado hablar que a esas discotecas de famosos no entra cualquier persona —comenta.— ¡Y nosotras estaremos en la zona VIP! —exclama, el conductor volvió a gruñir al escucharla gritar.— ¡Ups!, Lo siento.
—No cambias María —le reprocha rindiéndose ante su amiga.
—¡Ay ya muero por conocer a ese tal Joel!, ¿Es tan guapo como se ve en las revistas?.
Sus palabras cuelan en la psique de la castaña quién se sonroja al instante.
—No-no lo sé —tartamudea Adamaris agachando su cabeza, sintiéndo sus cachetes arder. María se echa a reír al observarla.
Ahora que lo pensaba, en prácticamente un año conociéndose no se había detenido a observar a Joel. Ella simplemente lo veia como un amigo, aunque sus ojos es sin duda la atracción mas atrayente de su amigo.
—¿Cómo que no lo sabes? —cuestiona de insistente, cruzando sus brazos.— Llevas un glorioso año conociéndolo. ¡Ash, que desperdicio!.
Adamaris volvió a reír.
Para desfortunio de Alejandro, la reunión se había extendido alrededor de tres horas, y después de darle el visto bueno a las ideas de sus diseñadores estrellas, ofrecerles algunas sugerencias para el evento del sábado y dejar resuelto el tema de las modelos y los medios que asistirán a verles, la reunión finaliza. Pero al llegar a la oficina, se encontró con su padre, Alfredo Alcalá Rua que lo esperaba muy enojado por su ecpresión agria, sentado en la que hasta tres años atrás era su puesto, y que ahora era la de su hijo. Alejandro sintio que doler su cabeza.
A su lado se encontraba su madre, Enriqueta De La Garza e inevitablemente Alejandro supo que su día no tenía pinta de acabar.
—Papá, mamá —los saludo. Dándole un dulce beso en la frente a su madre y después, extendiéndole la mano a su padre. Pero éste ni se inmuto a recibirle el saludo. Alejandro hizo una extraña mueca en su rostro y se sentó al lado derecho de su madre.— que alegría verlos. Tendré que cancelar las citas con ustedes más seguido —bromea.
Alfredo suelta un bufido, irritado.
—Déjate de estupideces. Tanto tu madre como yo estamos avergonzados de tu comportamiento. Tener que venir de improvisto a la empresa solo para poder hablar con el señorito aquí presente, ya que su agenda está muy ocupada para ir a tomar el té con nosotros, ¡tú familia! —cuestionaba irritado su padre.— ¡Es increíble que tengamos que buscarte! —termino gritando.
—Alfredo, cariño, cálmate mira que agarrar rabietas le hace mal a tu corazón —intervino su esposa, agarrándo su mano, mirándolo preocupado.
—Papá hazle caso a mamá —comenta Alejandro.
—Pero tu padre tiene razón —añade, le dio la razón su madre, de repente fulminándolo con la mirada.
Alejandra suspira, sabiendo que ya no tiene ninguna oportunidad de ganar. Cuando sus padres estaban de acuerdo, ni el mas famoso oportunista podían ganarles.
—Bueno —suspira, melodramático.— ya que están aquí, aprovechen.
Su padre gruñe algo totalmente indecifrable, pero inhala y exhala tratando de buscar fuerza para no desheredar a su único hijo.
—Tu madre y yo creemos que es necesario que te cases —aseguro su padre, mostrándose serio e intimidante, pero en su hijo eso no le causaba efecto.
—Como que este temita ya pasó de moda —bromea el empresario. Sintiéndose irritado.
Habían tenido este tipo de conversación múltiples veces, mucho antes de que asumiera la presidencia ,pero él ya tenía todo claro desde hace tanto tiempo y este tipo de conversación perdían total interés y su tiempo.
—Hijo, tienes treinta y cinco años y próximo a cumplir un añito más. Necesitas una esposa, alguien que te cuide y guie por el buen camino —comenta su madre con voz conciliadora y cariñosa, pero firme.— ya no eres un adolecente hormonal y nosotros no estaremos para ti toda la vida.
Alejandro relaja su expresión tensa y por milésima vez en todas las conversaciones de este agarra dulcemente toma su mano de su madre, besándolas.
—Mamasita chula, yo me sé cuidar perfectamente y hasta este momento no han tenido una sola queja de mi sobre mi trabajo. Sim embargo, mi vida personas es mia y yo soy el que decide en ella. Soy demasiado joven y demasiado sexy para atarme a un matrimonio sin sentido y amor. Además, yo no creo en el matrimonio.
A su padre ya se le estaba notando la vena orta por culpa de la rabia que se estaba apoderando de el.
—¡Pues no lo acepto! ⚊grita interrumpiéndolo⚊. Y por esta razón tu madre ha estado hablando con la hija de una amiga. Justo como te gustan —le informa, levantándose de la silla y señalando a su hijo.
Esa fue la gota que derramo la copa. Alejandro se acomodo la corbata y miro fastidiado a su progenitor. Lo que ambos tenían de tercos, también lo tenían de orgullosos.
—Padre, sabes que yo te respeto y admiro —le dice mirandolo con severidad. Para después mirar a su madre.— Y mamá, realmente se te ve espectacular este nuevo estilo; muy a la moda —volvió a mirar a su padre.— Ambos son mis padres y les debo todo lo que tengo y más, pero eso no les da el derecho a meterse en mi vida privada. No se lo permito ni a ustedes, ni a nadie, ¿Ya comprenden?.
Alfredo le pego a la mesa. Su esposa suspira.
—¡Nos da el derecho por que somos tus padres con un demonio! —contraataca.
—Y queremos nietos —le siguió su esposa.
Ambos padres se miraron, mostrándose de acuerdo y Alejandro puso los ojos en blanco, convencido que esos nietos por su parte jamás llegarían.
—Pues tendrán que adoptar al que sí les dará nietos —sentencia con aspereza. Sus padres lo miraron como si no dieran crédito a lo que habían oído.
Entonces Alejandro maldijo internamente. Había sido un tonto, pero no debía seder con sus padres. Estos si se lo propinian y los dejaba proximamente fuese sido arrastrado a una loca boda y él ni cuenta se hubiese dado.
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Los Cambios En El Amor
RomanceAdamaris Gutiérrez es una mujer Mexicana que lucha constantemente por triunfar en un mundo en el que las medidas "90,60,90" exige constantemente una imágen perfecta y plastica. Algo muy difícil de conseguir por su apariencia. Ella, una mujer con so...