Capítulo 12

2K 151 13
                                    

Todos los empleados estaban reunidos cuando Adamaris llego a la oficina. No era extraño que al seguir caminando, su jefa estuviera en centro de todos  y a su lado, su diseñador estrella.

—... Para casa victoria y sobre todo para mi es un gran honor y dicha trabajar al lado de unas personas tan trabajadoras y comprometidas en lo que hacen como lo son ustedes. Y por eso — Victoria lucia radiante. Hoy más qué nunca, y su atuendo; glamuroso y elegante demostraban el buen momento por el que estaba pasando—, es para mi un honor comunicarles que...— Victoria cayó por algunos segundos y en el salón se escucho el eco de la incertidumbre.— ¡Vamos a ir a competir con los grandes de la moda... Y en París!— gritos de alegría y jubilo se extendieron por todo el salón. Incluso Adamaris en medio de su conmoción pudo apreciar a varios de sus compañeros abrazarse, y también cómo Victoria le daba un beso en el cachete a JeanMarco, su diseñador. Pero Adamaris no estaba feliz, su corazón dejo de latir con rapidez y su pecho se abrió una grieta dejando un vació. Trago fuerte y se sostuvo con una silla para no caerse.— ¡Por eso!— se hizo nuevamente silencio.— este brindis es por cuenta de la casa— los empleados aplaudieron complacidos, unas personas con traje negro y planchado salieron desde la sala de juntas repartiendo champán, cuando el camarero llegó hacia ella, Adamaris se negó y agacho la cabeza a punto de romper en llanto.

¿Por qué no estaba feliz? ¿Por qué sentía esa opresión en el pecho? Debería de sentirse feliz, dichosa, eufórica... ¡Caray! Sus diseños gustaron, son dignos de estar en una pasarela internacional, como siempre soñó, ¿Y entonces? ¿Qué le sucede?.

Sin que Adamaris notará. Victoria la observaba, muy sigilosamente y con una sonrisa prepotente en su rostro.

—¡Salud!—brinda Victoria.

—¡Salud!.

Después del brindis, Victoria despacho a sus empleados y se regalándole una ultima mirada a su empleada, se encerró en su despacho con JeanMarco.

—¡Ada! Me he enterado de lo que paso, ¿Estas bien amiga?— Maria entro  a su despacho y fue cuando Adamaris pudo reaccionar. Ni siquiera se había dado cuenta como llegó hasta su oficina.— Ada...

La castaña negó e intento hablar pero de su boca no salio nada, solo simples jadeos. Estaba... Decepcionada.

—Hay amiga— murmura su amiga y rodeando  el escritorio, la envuelve en un abrazo.

Adamaris se dejo abrazar y tomando varias bocanada de aire, pudo animar a su garganta hablar.

—Debo estar feliz, ¿No?. Mis... Diseños se están vendiendo como pan caliente, ¿no?. Es... Increíble— decía, auto-  compadeciéndose de sus palabras.

Maria chasqueo la lengua, pero no alcanzó a responder porque su jefa había entrado a la oficina.

—Muy bonito — dice, espantando a ambas. Maria rápidamente se aparta de su amiga y éstas se limpia rápidamente las lágrimas de su cara — muy bonito Garcia y Gutierrez, muy bonito. Me pueden explicar, ¿que carajos hacen ustedes perdiendo el tiempo? ¿para esto les pago? — pregunta.

—Yo-yo... — tartamudeaba Maria, tratando de buscar palabras que explicaran su ausencia en su puesto laboral.

—Mire Garcia, mejor callese y vaya a trabajar si no quieres que me arrepienta y la eche de MI empresa— amenaza.

—Si-si, permiso— dice, insegura y dándole una ultima mirada a su amiga, sale de la oficina dejando a su amiga sola con un tigre.

— Señora yo...— Adamaris intenta hablar, pero no encuentra palabra alguna así que pasa saliva y se mantiene a la espera.

—Vea Gutierrez, la única forma por la que usted esta trabajando para mi es porque así yo lo e quiero, no por sus méritos, ni mucho menos por su talento que le quede claro. Así que dediquese hacer para lo que fue contratada y no pierda el tiempo que muy cara me sale sus servicios— comenta, incapaz de apaciguar su tono autoritario.

—Si, señora.

—Por otro lado— Victoria se muerde el labio, insegura si esta haciendo las cosas bien. Adamaris levanta la cabeza y la mira con inseguridad.— alista maletas... Nos acompañas a París— anuncia, dejando a su empleada en shock.

—¿Yo?— pregunta, apuntándose.

Victoria suspira malhumorada.

— ¿Vez a alguien más en este lugar?— pregunta sarcástica. Adamaris niega.— ¡pues obvio que si! Aparte de gorda, sorda— suelta con asco. Adamaris agacha la cabeza dolida.

¿Cómo olvidar que cada vez que su jefa tiene la oportunidad menciona de una manera poco amable su condición?. Adamaris quiso gritar.

Por otro lado, Victoria estaba feliz viendo las reacciones negativas en su empleada estrella. De verdad que detestaba tener que trabajar con una persona que solo le daba mala imagen como lo hacia Adamaris a su empresa, y es que, la única razón que ella estaba allí y ganando lo que ganaba era por su talento, talento que ella había descubierto y pulido. Pero por nada más, de Adamaris no le interesaba ni su salud.

—¡Bien! Iras como asistente de JeanMarco y ojo con hacer cualquier estupidez porque las veras conmigo— advierte, señalándola. Adamaris asiente muy despacio. — Ten — continua y   alza la carpeta que tenia en sus manos, pero la tira sin esperar que esta llegue a alcanzarla.— esos son unos nuevos diseños, quiero que los revises y me digas que tal quedaron. Si vas hacerles cambios espero que sea mucho mejor de los que ya están. No quiero errores.

Victoria sonríe de medio lado y girándose, abre la puerta. Pero no sale.

—¡Ah! El viaje es el otro fin de semana— anuncia. — no hagas planes para esos días. Partimos el jueves y  el sábado es la noche se realizara el evento. Aún no hemos fijado la hora pero te mantendré al tanto.

Victoria sale y deja a Adamaris muy triste y decaída. Solo cuando está sola es que se permite llorar. No era justo, ella merecía... Merecía ser quien todos admiraran, quienes todos quisieran tener una foto con ella o quienes reconocieran por su trabajo y estilo. Pero en cambio, solo recibe insultos y malos tratos...

Un momento.

¿Se lo merecía? ¿Ella realmente merecía ese trato? No, no lo hacia. Pero en esos momento no podía darse el lujo de ser despedida, tenía muchas deudas que pagar y sin ese sueldo, la hipoteca de la casa no podría ser pagada y corría el riesgo de que el banco se las quitará.

Adamaris lloró más intensamente cuando recordó a sus padres. Prácticamente convulsionó al ser consciente que otra persona iba a tener reconocimiento internacional por su trabajo, su esfuerzo y dedicación.

Sus padres deben de sentirse muy decepcionados, ella esta vendiendo su dignidad por dinero.

—Perdónenme padres... Yo , lo siento— se lamentaba, mirando con vergüenza y pena la única foto familiar que tenía en na oficina.

Cuando llego a su departamento esa noche era bien entrada la noche.

Los Cambios En El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora