Había olvidado lo que se sentía perder a alguien realmente amado. Ese sentimiento de profundo ahogo mezclado con desasosiego se estaba apoderando nuevamente de él y no sabía cómo esfumarlo. Era desesperante. Agonico. Había llegado al punto de erróneamente ir al médico para poder calmarlo, pero después de muchos exámenes físicos nada encontraron. Estaba sano, pero el dolor parecía no ceder, incluso se intensificó a medida que pasaban los días. Y solo había pasado una semana. Una larga, estresante y dolorosa semana.
Llegando a este punto se preguntó cuando cesaría. Porque cuando su hermano desapareció el dolor se fue con el tiempo y muchas locuras cometidas que aún en la actualidad le persigue, pero este dolor en particular es mucho más intenso y profundo, viene de lo más profundo de su ser, de él mismo y quema, quema como si alguien le prendiese fuego y lo alimentara con cada segundo transcurrido y no sabe cómo detenerlo.
Mentira, si lo sabía.
No tener a Adamaris lo esta volviendo loco.
Ni siquiera puede pensar con claridad, todo a su alrededor le parece tan negro y sin vida. Todo lo que podía pensar era en ella y cada que se le venía a la mente traía con sigo todas las palabras que le dijo antes de desaparecer cargado de rabia y frustración.
Es el hombre más egoísta de la tierra y merecía el infierno mismo pero no podía estar sin Adamaris. Ella era la persona a quien amaba y no se imaginaba su vida sin ella. Solo había pasado una semana y se sentía morir, ahora no me imaginaba el resto de su vida.
No con aquel dolor de perderla y eso era justo lo que está sucediendo. No le gustaba las visitas frecuentes de Joel y aquel doctor que la atendió cuando sufrió aquel atentado. Estaba celoso, colérico, enargúmeno. De solo imaginar a Adamaris siendo cortejada por aquellos buitres lo ponían enfermo, pero no se sentía con el suficiente valor para enfrentarlos, y entonces, se pone furioso con el mismo y su nula capacidad de recuperar su confianza.
Sin embargo, sabía que solo no podría ni siquiera acercarse así que tenía que armarse de todas las armas posibles para llegar a ella y el arma que más cerca y disponible que tenía era cierta rubia que conocía.
—¿Alejandro? —la voz de Mónica lo hizo volver a la realidad. Pestañeo y enfoca la entrada de la puerta de la casa de Adamaris viendo salir una vez más a Joel, su ex amigo del que no había vuelto a ver desde que se enfrentaron en la comisaría. Gruño. — ¿Qué pasa? —pregunta Mónica en tono dudoso.
—Monica, necesito que nos reunamos hoy, ¿Estás disponible a eso de las tres de la tarde?.
—Voy a estar en el juzgado, sabes que todo eso se demora.
—Entonces te espero a las 6, ¿Está bien a esa hora?
—Me parece bien, ¿Me pasas la dirección por Whatsapp?
—Si, adiós. Nos vemos.
Al colgar, de inmediato entro otra llamada de la que no dudo en responder.
—Alejandro, ¿Cómo está?
—Muy bien Ordóñez, cuéntame ¿Cómo va la investigación?.
Ordóñez es un buen amigo de él, desde muy pequeños. Ahora, era el comisario jefe por lo que le estaba ayudando a encontrar la verdad detrás del atentado a Adamaris y las pruebas presentadas. No han habido avances, pero tampoco va a permitir que el caso sea archivado. Deseaba hacerles pagar a los responsables del sufrimiento de Adamaris y así le costará la vida iba a encontrarlos.
—Muchas cosas turbias Alejandro, para empezar hubo un incendio en la estación de policía y todo registro tanto de cámaras de seguridad como de papeles se quemaron, nada se salvó. Y los archivos en dónde reposaban los nombres de las personas que encarceladas también se quemaron —Gruñó y aunque no podían verse, sus miradas estaban oscurecidas.
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Los Cambios En El Amor
RomanceAdamaris Gutiérrez es una mujer Mexicana que lucha constantemente por triunfar en un mundo en el que las medidas "90,60,90" exige constantemente una imágen perfecta y plastica. Algo muy difícil de conseguir por su apariencia. Ella, una mujer con so...