Estaba preparado para enfrentarse a cualquier cosa, desde un posible incendio hasta una intoxicación. Por eso, cuando las puertas del ascenso se abrieron Alejandro corrió hacia la puerta derecha y asomó la cabeza moviéndola de un lado a otro tratando de ubicar a Susana, pero no estaba o eso aparentaba. Sintiéndose observado, salio del ascensor mirando en todas direcciones viéndose paranoico y los empleados empezaron a cuchichear, pero Alejandro poco le importó y al ver la zona libre de su ex amante se tranquilizo caminando hacia su oficina. Entró a la oficina, pero se quedo helado al ver a Susana inclinada a espalda de él.
—Señor Alcalá, buenos días— saluda su secretaria, girándose al notar su presencia. A Alejandro le asusto su encantadora sonrisa.
Alejandro trago saliva y recuperando el aliento, camino hacia su escritorio procurando no tocar a Susana.
—Buenos días— responde el saludo con dificultad al notar una humeante tasa de café en su escritorio. Alejandro palidece y se sienta en la silla.
Susana nota su cambio y lo interpretando mal.
—¿Le digo su itinerario... Señor?— pregunta con evidente coquetería.
—Si, por favor— contesta, viendo la tasa con duda. No, el no quería una indigestión. Resoplo.
—¡Bien! Pero digame...¿no se va a tomar el café que tanto me costo preparar? Tiene solo una cucharada de azúcar, lo prometo— el cambio de animo entre feliz e inocente provoco en Alejandro un escalofrío y mayor desconfianza.
—Despues, después— dijo y se aclara la garganta. —ahora a lo importante.
Susana lo miro con altanería y de dispuso hacer su trabajo.
—Esta bien, como guste. Hoy usted tiene una junta a las diez con los diseñadores y a las tres tiene la reunión con el señor Pava. En su gaveta a mano izquierda se encuentra un sobre de la señora Catherine Kucc— cuando Alejandro hoyo aquel nombre toda precaución fue opacada por la felicidad y de inmediato abrió la gaveta, agarrando el único papel que sobresalia por su color negro con lineas blancas en sus bordes.— y su madre llamo para hablar con usted, pero como no estaba dejo dicho que volvería a llamar— informa, pasando se ves en cuando la mirada por su libreta de apuntes. — No se le olvide que mañana usted debe estar a las seis en el aeropuerto, ya hice la reservación.
—Muy bien, ya puede retirarse.
Alejandro esperó a estar a solas para abrir el sobre y cuando lo hizo, sus ojos se abrieron de par en par y su pulso se aceleró al leer lo que decia en la nota.
Grito, gritó de emoción y jubiló y gozó tanto que las personas que estaban fuera de la oficina detuvieron lo que estaban haciendo solo por curiosidad y Carlos aceleró su paso hasta llegar a la oficina.
—Alejandro amigo, ¿qué pasa? Desde allá fuera se te escucha tus gritos— le pregunta viendo a su amigo caminar de un lado a otro mientras bebía licor.
—Pues no importa que me escuchen, ¡que me escuchen todo mundo! —grita a todo pulmón.
—Detente amigo, detente — le pide.— ¿me puedes explicar que pasa?.
Alejandro suspira por la nariz antes de contestar.
—Pasa amigo mio que... ¡Nos vamos a París!.
Carlos parpadeo.
—¡NO!.
—¡SI!.
—¡NO!.
—¡SIII! ¡OvoAlcalá se internacionaliza!.
Ambos amigos terminaron gritando de alegría, brindando y celebrando su próximo triunfo de su empresa.
—¿Y sabes qué es lo mejor?—le pregunta Alejandro a Carlos.
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Los Cambios En El Amor
RomantizmAdamaris Gutiérrez es una mujer Mexicana que lucha constantemente por triunfar en un mundo en el que las medidas "90,60,90" exige constantemente una imágen perfecta y plastica. Algo muy difícil de conseguir por su apariencia. Ella, una mujer con so...