Capítulo 48

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Adamaris voltea a mirarla por la ventana envuelta en una nebulosa de recuerdos, afuera las personas circulaban totalmente ajena a ellos. El día empezaba hacer soleado y el sol a pleno ocho de la mañana es caluroso.

Las palabras de su exs la conmovieron de sobremanera, escuchar después de tantos años las razones por las que la había dejado plantada en la iglesia de cierta manera la alivian, aunque esa historia ya la conocía, alguien -de la que Adamaris aún sospecha- le había enviado unas fotos de cada paso que Ricardo había dado esa noche. Fotos muy explicitas y hasta en un punto morbozas.

Aún recuerda perfectamente como se sintió al descubrir aquellas fotos, todavía se acuerda del día en que recibio el dichoso "regalo". Fue al día siguiente de la boda frustrada, se encontraba sola en casa cuando tocaron a la puerta, no quería levantarse estaba demasiado cansada pero quién fuera que se encontraba tocando era muy insistente.

Avivar momentos dolorosos puede llegar a doler, sin embargo, para ella que lo había superado le había quitado todo el dolor. Recuerda que con pereza se levantó de la cama. Ese día, estaba envuelta en una desgastada pijama de corazones tres tallas más grande que su propio peso llevaba su pelo envuelto en una maraña de enrredos en los que aún sobresalian algunas flores que había usado el día de la boda, sus ojos estaban inchados por haber estado llorado y se le hacía imposible ver con claridad y atendió, era el cartero, éste al verla se asustó pero no dijo ni una sola palabra aunque la duda atravezó su mirada peri al final sólo le tendió el paquete sin darle información y se marchó tan pronto la castaña tenía el paquete en la mano.

Tampoco preguntó pero al fijar su vista en el papelito pegado al forro de aquella caja qur su curiosidad aumentó. Aquí sabrás porque inicio todo, ternurita, decía la nota. Ni siquiera se sentó sólo empezó abrir la caja, y vaya sorpresa, la caja con todo y fotos cayeron al suelo, y después Adamaris, quejandose por el dolor en el hombro.

Adamaris suspira, parpadea y aparta la mirada saliendo de la burbuja de recuerdos en que se había metido.

Su mirada vuelve a centrarse en Ricardo.

Seguía siendo el mismo que recordaba, bueno ahora un poco cambiado, de aspecto salvaje. Traía una larga barba y su cabello rubio estaba recogido con un elastico. Sus facciones eran duras y marcadas, y de cuerpo corpulento. Ya no quedaba rastro del chico delgado y sureño de dieciocho años amante de la fotografía y la música clásica. Éste parecía de aspecto rokero.

-Ricardo, hace mucho tiempo te perdoné -sentencia Adamaris sincera. A éste se le vuelven a llenar los ojos de lágrimas pero con un brusco movimiento de mano se las quita. Adamaris vuelve agarrar su mano, dandole pequeñas palmadas como consuelo. -no voy a fingir que en su momento no llegue a odiarte -añade. Ricardo pasa saliva y la aflixión vuelve a ocupar sus ojos por algunos segundo. Adamaris continuó. -pero ya no. Tu me enseñaste muchas cosas. Gran parte de mi amor propio me lo enseñaste tu -comenta agradecida. -tú eras mi segundo guardián, fuiste mi primer amor y contigo experimenté muchas cosas, al final las cosas buenas vencieron el dolor que en su momento me provocaste.

Aveces las palabras pueden sanar un corazón y Adamaris lo sabía mejor que nadie. Le sonrió, una sonrisa cálida llena tranquilidad. Sobre el encuentro con Ricardo nadie se enteró porque para Adamaris no fue tan importante y fue algo que debió pasar. Se despidieron sin ninguna promesa y cada uno agarro su camino y el domingo pasó.

A la mañana siguiente la castaña llegó a su trabajo, encontrándo a Milena pegada al teléfono y con el rostro contrariada.

-Buenos días Milena, ¿cómo estás?.

La asistente alzó la mirada y soltó un suspiro exasperado.

-Eres tú, buenos días -responde ésta, volviendo sus ojos a la pantalla mientras sostine el teléfono.-que te digo, encargada de los detalles del evento.

Los Cambios En El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora