Capítulo 45

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Después de cenar Lala se encargo de lavar la losa. Adamaris se ofreció a ayudarla pero ésta se negó rotundentemente a su ayuda, alegando que a las invitadas no se les permite ocuparse de ese tipo de cosas. La castaña quiso revirar pero Alejandro fue más rápido, agarró su brazo llamando su atención y al obtenerla negó muy lentamente con la cabeza, claramente advirtiendole que no dijera lo que tenía pensado decir. Adamaris terminó rindiendose y de vuelta a la silla en que estaba sentada, suspira y por debajo de la mesa sus dedos se mantienen unidos. No fue después que Alejandro dijo en voz baja que iba a presentarle el resto de la casa. Y solo quedaban las habitaciones que en total eran cuatro. Solo quedaron ellos solos.

—Y esta es mi habitación —habla el empresario abriendo las manos de par en par apenas entran a la habitación que este había empezado a ocupar.— ¿que te parece? —la castaña entró a paso lento, sus pasos fueron tímidos y se detuvo a pocos pasos de la entrada.

La mirada de Adamaris se desplaza por la habitación sin poder articular palabra. Esta era amplia, la decoración sencilla solo una cama de dos piesas, sus respectivas mesitas de noche, la pared de enfrente fue reemplazado por un cristal que no contaba con cortina y que daba una vista al jardín.

Éste al verla toda ensimismada, se ríe bajo acercandose a ella.

—Amor no te quedes hay parada, ponte comoda. Mi habitación es tu habitación.

Alejandro agarra su manos y la adentra aún más a la habitación.

—Por allá esta el baño, es muy espacioso y después tenemos el armario, también es espacioso.

Efectivamente el baño era grande al entrar al baño te topabas con un pasillo que te conduce al armario.

—Esto es más grande que mi casa, creo que con tu sola habitación cabría mi pequeña casita-espeta de vuelta a la habitación.

Alejandro ríe y se encoje de hombros.

—A mi me gusta lo espacioso —dijo con tranquilidad.—pero aún estoy pensando en el espacio de los otros cuartos, creo que sería bueno montar un gimnacio y salas de cines.

—No entiendo porque quieres tanto espacio si solo eres tu solo.

—¿Y tú qué? ¿y la futura familia que tendremos?.

—¿Qué familia?.

Aquellas palabras aturdieron a la castaña. Alejandro lanza una risilla y agarrandola por los hombros, la sienta sobre la cama y éste se queda arrodillado al frente.

—¿Estas sorprendida? ¿molesta? ¿No quieres tener una familia conmigo? —le cuestiona ansioso y preocupado por la pálidez que adquirío el rostro de Adamaris.

Muy por el contrario de los pensamientos del empresario. Cada palabra que salía de la boca de Alejandro provoca que su corazón se inflé de una inmensa alegria.

En medio de su preocupación y al ver que ésta no cintestaba, decidio jugarse su última carta.

—Si te sientes incomoda entonces perdóname, no-no fue mi intensión decir aquellas palabras.

Adamaris empezó a negar rápidamente con la cabeza y temiendo que el empresario se alejará, envuelve sus brazos sobre su cuello para sorpresa de Alejandro pero no es capaz de hacerle frente a su penetrante mirada.

—¿Qui-quieres tener una familia... conmigo? —sus palabras sonaron dudosas.

La castaña se sentía sonrojada, y de hecho, lo estaba. Aquella imágen alegró al empresario, quién sonrió torciendo su sonrisa.

Alejandro llevó su mano hacia el mentón de Adamaris, lentamente alzó su cabeza pero aún así ésta se rehusó a mirarlo.
En un intentó por buscar su mirada, Alejandro mueve su cabeza hacía un lado tratando de agarrar su mirada. Pero Adamaris incluso así la rehuyó.

Los Cambios En El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora