Capitulo 27

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⚊¿En serio vas a prestar la haciendo de tus padres? ¿Estás seguro? ⚊le pregunta con insistencia Joel a Alejandro una vez estaban a  solos.

El empresario asiente.

⚊¿Viste la cara de aquellos niños? ¡Estaban eufóricos! Felices con la noticia... lo que hice fue poco en comparación a lo que ellos han hecho.

Joel niega con la cabeza en desacuerdo con las palabras de su amigo. Tal vez para Alejandro esa acción fue insignificante, pero él que estuvo en medio de la gente, vió cuando estás empezaron a abrazarse, rezandole a la virgen y bendiciendolo por esa acción.

⚊Creo que es hora de irme ⚊anuncia poco despues de mirar la hora⚊. Mañana será un día ajetreado y tengo que estar temprano en la oficina.

⚊Okay. Adiós.

Se dan la mano y Alejandro sale de la habitación, abandonando también el apartamento de su amigo.
Después de que los niños lo abrazaran e incluso besaran el festival terminó con el carro en que llevaban repleto de regalos que la misma gente le había hecho (a Alejandro más que a los otros dos).

Esa noche no pudo dormir y apenas llegó a su casa llamó a la hacienda para informarle sobre la visita que tendrían el próximo fin de semana. Concreto entonces con Apolonia la cantidad de personas y sobretodo de niños que iban a ir y los dos días con sus noches en que iban a estar.

Apolonia se encontró emocionada con la noticia, hacía años que ninguno de los dueños pisaban aquellos terrenos, sin embargo, ella con su familia se encargaban de mantener lo mejor posible la hacienda y tener gente en la casa siempre le parecía fascinante.

Alejandro le paso también el número de teléfono del rector para que con él también concretaran algunas cosas que en ese momento no podía recordar, pero que debían estar listas lo más pronto posible. Y colgó deseandole buenas noches.

Esa noche soñó.

Soñó con aquel festival, él en medio de aquella gente que giraban, bailaban y cantaban alrededor suyo. Sus canticos alegres inundaban su oido y le permitian sentir felicidad.  El sueño empezo hacerse borroso hasta el punto que ya no reconocía ni veía los rostros de quienes lo rodeaban.

Alejandro. Alejandro. Alejandro.

De pronto, en aquel sueño sobresalió una voz.

Era melodiosa, tan hermosa como los canticos de las avez que su mamá tiene encerrado en una jaula. Y quería conocer la dueña de aquel sonido.

Desesperado, empezó a mirar de un lado a otro en busca de aquella melodia.

Alejandro. Alejandro. Alejandro.

Tuvo ganas de grita, pero algo se lo impedía. Tampoco podia moverse.

Alejandro. Alejandro.

Las voces dejaron de escucharse. Las personas desaparecieron. Los colocres desaparecieron. Y él se encintraba solo.

NO TE FIJES EN EL REY.

Escuchó la voz de la mujer que se había interpuesto en su camino aquella tarde.

PARA CONSEGUIR A LA PLEBE  EL REY DEBE ABANDOR EL TRONO Y LA PLEBE SOLTAR LA PAJA O AMBOS SUFRIRAN.

⚊¡Noooo! ⚊tanto Alejandro como Adamaris se levantaron de un salto. Sus pechos subían y bajaban desenfrenados, ambos estaban sudorosos. Y sus corazones retumbaban sobre su pecho.

En ese instante Alan entra al cuarto de su hermana, a la defenciva y armado con una escoba. Detrás de él, Maricé también se encontraba armada con dos sartenes listos para ser utilizados.

Los Cambios En El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora