Capítulo 1

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Con un poco de agua fría limpio mi rostro; ahora parezco más despierta, pero aún no logro fingir esa emoción que se supone que debo sentir, según mamá, al ir a hacer trabajo "voluntario" en el hospital psiquiátrico. Si de verdad quiere que me sienta mejor conmigo misma no debería llevarme a un lugar con personas que se pasan todo el día lamentandose, llorando y diciendo incoherencias. Eso solo me deprimirá más. Será como dejar caer un fósforo en medio de una fogata.

Por fin termino de vestirme; unos jeans negros, mi camisa de tiras blanca corta y unas sandalías serán todo lo que use. Me advirtieron que no vista cosas muy llamativas para no atraer mucho la atención... Y aún así, mi madre quiere meterme ahí. Mi cabello castaño con ondas llega hasta la parte baja de mi espalda, y mis ojos marrones resaltan con el delineado negro. Esto es lo mejor que puedo hacer, y me veo horrible.

Respiro hondo e intento calmar los nervios que me dan náuseas. Como si ya no fuera lo suficientemente incómodo para mí ir a lugares en los que me veo obligada a hablar con las personas; pensé que eso se acabaría hace dos años cuando me gradué de secundaria, ahora debo volver a hacerlo, pero con enfermos mentales. Veo mi reflejo formar una pequeña sonrisa, no hay tanta diferencia uno con otro.

Tomo el collar de oro con el pequeño dije de elefante y lo pongo alrededor de mi cuello, y me doy unos pequeños golpecitos en las mejillas para que tomen color. Hace varios días que no como bien, apenas si he tocado los vegetales que mamá prepara asados con mantequilla, y no es que me obligue a pasar hambre, es que no la siento del todo. Pienso que si como, lo vomitaré, así que evito hacerlo.

Mamá golpea la puerta, impaciente, y grita con un tono que me deja claro que se está comenzando a molestar.

-¡Pao, sal ya del baño!-Suspiro y tomo el cerrojo de la puerta. Me digo que pasará rápido y abro.

-Ya estoy lista, mamá, tranquilízate.

-Ya se nos hizo tarde. El doctor Thompson te está esperando.

-Sólo porque él quiere.-Refunfuño.

-Amor, no seas así.-Me mira impaciente-Ayudar a los demás te hará sentir mejor, ya verás.

No lo creo. Nadie sabe lo deprimida que estoy, ni siquiera mamá, que se supone que es la persona más cercana a mí. Ella no sabe que todas las noches lloro hasta quedarme dormida y constantemente tengo pensamientos de como podría acabar con todo esto; pero no lo hago, por ella y por que la amo demasiado.

Sonrío y asiento. Ella hace lo mismo y me empuja un poco con su mano en mi espalda.

-Ve al auto, te acompaño en un segundo.-Obedezco y bajo las escaleras, giro a la derecha y llego a la puerta principal.

Voy por el camino de cemento hasta el auto color rojo. Una vez dentro, son segundos los que pasan antes de que ella esté a mi lado.

Enciende el motor y avanzamos por las calles. Las personas pasan a nuestro lado, tranquilas y despreocupadas. Algunas ríendo, otras hablando por el teléfono, yo solo quiero cambiar de lugar con ellas. Saber que no tengo que ir a ningún lugar, que puedo ir a casa a dormir toda la tarde, pero no es así y eso me deprime más.

Salimos de la ciudad al cabo de unos diez minutos. El concreto desapareció y ahora todo lo que veo son los altos árboles y nada más. El fresco olor a pino me ayuda a pensar en otra cosa, a despejar mi mente. Avanzamos por la carretera unos minutos, en silencio. Puedo sentir la tensión de mamá al conducir, estoy segura de que va tarde a alguna reunión.

Entre los árboles veo un edificio enorme, ancho y alto, de paredes blancas y ventanas amplias; hay algunas personas, todas vestidas de blanco, caminando por el césped verde que rodea todo el terreno. Parece tranquilo, pues claro, para que los locos no pierdan el control. Cuando empiezo a pensar que es un lugar muy abierto, llegamos a las altas barreras de ladrillos y doble alambrado de color negro, con alambre de púas en los bordes y oficiales armados en la entrada.

MADNESS - Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora