Capítulo I

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- ¡¡¡Catalina despierta, YA!!!.

Así empezó mi domingo, con los gritos de mi madre. Linda forma de empezar el día. Abrí los ojos, y busqué mi teléfono en la mesita de noche, miré la hora: 8:30 am. Mierda. Me senté en la cama de mal humor, ¿Qué necesidad de estar despierto tan temprano un puto domingo? Seguro mi querida madre tenía alguna razón.

Y así empezaba otro día en mi vida. Soy Catalina Romariof, una chica común de diecisiete años, a la que no le importa la gran fortuna y empresas familiares. Pero como hija de grandes empresarios tenía que mostrar un perfil sofisticado, vestir elegantes vestidos en cada cena, aunque en el fondo me gustaría estar con unos Jeans y cómodas zapatillas.

Mi familia está conformada por mis padres, divorciados, y mi querido hermano mayor de 24 años. Mamá es una mujer hermosa, la amo, por más seria y estructurada que fuera. Papá es un hombre encantador, sencillo, divertido, amable, siempre estaba cuando lo necesitaba, y por eso me dolió tanto que se fuera, aunque con el tiempo lo entendí, en su momento fue difícil. Y mi hermano, Jason, un loco de primera, inteligente, buena persona y la mayoría del tiempo muy pesado. Pero lo que más admiro de él, es su perseverancia y su disposición para lograr lo que quiere, de esa forma se pudo recibir de abogado en sólo dos años; es mi modelo a seguir, pero el no lo sabe.

Acabo de terminar el colegio, y en tres meses me iría a la Universidad, a Oxford. Había logrado entrar y estaba feliz de estudiar allí. Dejaba a mis amigos y muchas personas que amo, pero era mi sueño. Dejaba también a mi novio, que amo con locura, todo por ir atrás de mis metas.

Busqué mis pantuflas de perritos y me fui directo a la cocina.

- Buenos días zombi asqueroso - habló mi hermano - hoy estás más horrible que nunca.

- Callate idiota - le respondí de mala gana.

- No empiecen niños, es muy temprano.

- No soy un niño mamá - le respondió enojado Jason.

- Deja de comportarte como uno entonces - atacó mamá con una gran sonrisa.

Jason la miro con cara de mil demonios y mi madre le devolvió una sonrisa triunfante, amaba a esa mujer. Y a mi hermano también, por más molesto que fuera a veces.

- Oye mamá, ¿Por qué nos has levantado tan temprano?.

- Para hacer las maletas.

- ¿Maletas? ¿Por qué? ¿De qué hablas? - pregunté totalmente desconcertada.

- Nos vamos de vacaciones - contestó con una gran sonrisa.

- Genial - dije llena de felicidad- ¿A qué lugar iremos? ¿Hawai? ¿Alaska? ¿Europa?.

- Iremos a un lugar que a ti no te gusta, no espera, tu nunca fuiste. De todas formas seguro que no te va a gustar hermanita - soltó una risa de lo más sarcástica que puede haber.

- ¿A dónde iremos mamá?.

- Nos vamos a Florida - ya me esperaba lo que venía - Nos quedaremos en la casa de tu tía Herminia, nos ha invitado a pasar unos días con ella y con Alan.

Alan... maldito niño de papi. El hecho de que ese inmundo fuera mi primo era algo que no me gustaba en lo absoluto, nunca he conocido a alguien más egocéntrico que él. No cabía en mi cabeza como podía ser así teniendo a unos padres excelentes como lo son mis tíos, y que daban todo por su hijo. Y pensar que yo tendré que compartir las vacaciones más importantes de mi vida con él, no, no podía aceptarlo. Hacía más de ocho años que no lo veía y no tenía ni la más mínima gana de verlo otra vez.

- Verás a tu primo preferido Cati - río Jason.

- No quiero ir mamá.

- Tendrás que ir, aún tienes diecisiete años, y hasta que cumplas dieciocho estás bajo mi cuidado y mis órdenes, ¿De acuerdo?.

- ¿Y qué haré con Ben? ¿No voy a verlo en cuántos días? ¿Justo éste año tenía que ser, que he terminado el colegio, que pronto me iré a la Universidad?.

- No se habla más, ve a hacer tus maletas.

Subí las escaleras dando pasos fuertes, había estado aguantando mis lágrimas, al llegar a mi habilitación di un fuerte portazo y ahí si, ya estando sola lloré. Lloraba porque en unos meses me iría a la Universidad y no se si iba a poder a Benjamín, muy seguido. Desde que papá nos dejó las cosas cambiaron mucho en la casa, mamá ya no era la misma, ella siempre decía que no le había afectado lo que papá le hizo, pero yo se que en el fondo aún le duele. Le duele por el hecho de que lo conoce de toda la vida, desde que estudiaban en el colegio, y siguieron juntos en la Facultad de Derecho. Ella todavía lo ama lo se, pero por un lado creo que papá se fue por su culpa. Los últimos años que estuvieron juntos, mamá se la pasaba trabajando, a veces ni siquiera volvía a casa, sólo se ocupaba de la empresa familiar y de los negocios. Quizás él se cansó de eso, se aburrió de la nueva persona que tenía a su lado. Desde entonces mamá es una persona muy seria, de vez en cuando sonríe.

Yo no quería ir a Florida, no era un capricho de una adolescente de solo diecisiete años que no sabe lo que quiere, era de verdad un deseo, el deseo de quedarme acá en Buenos Aires y compartir estos tres meses con mis amigos y mi novio. Por un lado era una oportunidad, ir a Estados Unidos unos días y perfeccionar aún más mi inglés, para cuando me fuera. Pero era solo eso, no había otro lado bueno, otra cosa que se pudiera rescatar de todo esto.
Terminé de armar las valijas y tomé mi teléfono, le marqué a Ben para avisarle del viaje y para estar con él lo que quedaba del día.

*Llamada telefónica con Ben*

- Hola preciosa, ¿Cómo estás?.

- Hola Ben, tengo que hablar contigo, ven a verme.

- ¿Pasó algo malo?.

- Cuando llegues hablamos más tranquilos.

- Bueno preciosa, en unos 20 minutos estoy allá.

- De acuerdo, ten cuidado. Te amo.

- Y yo a ti.

*Fin de llamada*

Benjamín es dos años mayor que yo, nos conocemos hace bastante tiempo, desde pequeños, ya que nuestros padres son socios y muy buenos amigos. Tenemos una relación de lo más linda, siento que él es el amor de mi vida, al que me imagino a mi lado cada día, por años y años.

Por fín terminé de armar las malditas maletas y bajé nuevamente a la cocina a esperar que llegara Ben.

Cuando nos volvamos a Encontrar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora