Capítulo XI

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Alan

Ya habían pasado dos días, dos putos, largos y devastadores días. Y ese momento no sale de mi cabeza en ningún momento, quizás debería ir a un psicólogo. Pero es que es imposible, por más que trato de apartar aquella imagen no puedo, los suaves y tiernos labios de Cati inundan mi memoria y se quedan ahí, no se van, es como un sello indeleble. Muero de ganas de volver a repetirlo, pero vamos, se que eso me va a costar tiempo que vuelva a pasar. Y además a todo esto hay que sumarle que me porté como un idiota con ella, haciéndome el ganador, pero es que cuando estoy con ella me sale lo idiota por los poros. Lo único que podría rescatar, es que se que a Cati le gustó el beso, lo negó, pero estoy más que seguro de que sintió lo mismo que yo.

Me pasé sentando en mi cama un largo tiempo, ni quiera se cuanto, esto ya se me está haciendo un mal hábito. Fui hasta el living, caminando por toda la sala, de acá para allá, no sabía que demonios hacer. Tenía que arreglar esto, ¿Pero cómo?. Las mujeres son tan complicadas, y no es cualquier mujer es Cati. Necesitaba ayuda, y en eso se me ocurrió llamar a Ani, desde que llegaron las visitas que no la veía. Busqué mi celular y le marqué.

* Llamada telefónica con Ani*

- Hola preciosa.

- Hola Alan, creí que ya me habías olvidado.

- Nunca podría, perdona - dije realmente apenado.

- No pidas perdón, hace bastante no ves a tu familia, es entendible.

- Lo se, pero aún así quiero compensarte corazón.

- ¿Si? ¿Cómo?  - la emoción se hacía notar en su voz.

- Hoy cenaremos, sólo tu y yo, necesitamos hablar hermosa.

- ¿Hablar? ¿Sobre qué? ¿Pasó algo?.

- No linda, al menos no algo malo. No te preocupes. Paso por ti a las ocho.

- Te estaré esperando. Besos Ali.

* Fin de la llamada *

Era a la única que permitía que me llamara de ese modo 'Ali', sonaba tan marica. Necesitaba hablar con ella, y que de cierta forma me aconsejara, me diera una mano con todo esto.

Era temprano, así que me vestí con ropa deportiva, saldría a correr, como acostumbraba a hacer antes de que Cati llegara, sin dudas su llegada me ha afectado demasiado. De regreso pasaría por un McDonald's, lo se lo se, se preguntarán qué sentido tiene hacer deportes y luego llenar mi organismo de comida chatarra, pero bueno, estaba antojado de un cuarto de libra, quizás dos.

Coloqué los audífonos en mis oídos y comencé a correr, sin rumbo, perdiendome en la tranquilidad y en la música. Corrí una hora y media, como lo hacía siempre. Y de regreso, ya caminando, pasé por mi hamburguesa.

Llegué al edificio, tomé el ascensor y entré a mi departamento. Dejé la bolsa con la comida en la mesa y fui hasta el baño a darme una rápida ducha. Dejé que el agua callera por mi espalda, relajandome. Cerré la regadera y salí, me puse un cómodo pantalón de algodón, una camiseta suelta, y mis pantuflas. Sequé mi cabello con una toalla y fui directo a la cocina, metí las hamburguesas al microondas y una vez calientes, me pude dar el bendito gusto de sentir el queso cheddar en mi boca.

Llamé a la señora que limpiaba, tenía que quedar todo impecable para cuando trajera a Ani, lo haría yo lo juro, pero soy un desastre.

Cati

Dos días pasaron, entre pensamientos, mensajes desesperados de Ben, y la imagen de Alan que no sacaba de mi cabeza. Tenía que arreglar mis ideas, poner todo en su lugar. Antes de llegar a Florida mi vida estaba en equilibro, claro, sacando a mi familia y el tema con mis padres, me refiero a la vida sentimental, estaba bien, con Benjamin me sentia tan... estable, porque si dijera completa estaría mintiendo. Creí que era él, el amor de mi vida, pero me equivoqué, no sólo por lo que me hizo, sino porque en todo el tiempo que estuvimos juntos jamás sentí al estar con él, al besarlo,  nada, pero ni un poco de lo que sentí con Alan.

Tendía a echarle la culpa al viaje, pero después me percaté de que estaba en un error. Si no venía, Ben habría sido infiel en algún momento de la relación, eso no cambia nada. Lo que si cambió, y de una forma drástica es la forma de ver a mi primo, nunca me imaginé tener interés hacia él, y no cualquier interés, Alan me gusta, no lo negaré, y tampoco se lo afirmaré nunca. Me atrevo a creer que esto no es sólo de ahora, sólo que antes no lo veía, veía a Alan como lo que realmente es, mi primo, no entendía por qué me costaba infiernos volver a verlo de ese modo, y por qué una parte de mi deseaba que no fuera mi familia.

Alguien tocando la puerta me sacó de mis pensamientos.

- Pase - grité para que la persona oyera.

- Hola hermanita, ¿Puedo hablar contigo un momento?.

- Claro Jay, no lo preguntes - me pareció extraña la forma en la que se dirigió a mi. Mi hermano entró en la habitación cerrando la puerta detrás, caminó hasta la cama, me moví un poco par dejarle espacio, me dedicó una sonrisa y se acostó a mi lado - ¿Qué sucede?.

- Cati, quiero que me digas lo que pasó con Benjamin - suspiré asintiendo con la cabeza.

- Promete que no harás nada.

- Cati no me...

- Prometelo - lo intetrumpi.

- De acuerdo, lo prometo, ahora habla.

- La primer noche que no estuvimos en Argentina, Ben salió con unos amigos a un bar, ellos lo dejaron solo con una chica... - tomé aire y contuve unas lágrimas intrusas que quería salir, Jason notó aquel gesto y me abrazó, dándome fuerzas para continuar - ella empezó a seducirlo, según él, y al estar tan deprimido por mi partida se dejó llevar.

- No me digas que... - me miró con compasión y yo sólo asentí.

- Si, Ben me engañó, durmió con ella.

- Es un jodido idiota.

- Quizás la idiota sea yo ¿No crees?.

- No hermanita, el fue el pendejo por dejar ir a la mujer más maravillosa del mundo, mereces a alguien que te cuide y te ame incondicionalmente - sonreí ante ese comentario, la relación que tenemos con Jason siempre ha sido de admirar.

- Te quiero Jay.

- Y yo a ti princesa.

Me besó la frente y nos quedamos dormidos, abrazados, como cuando éramos niños, como hice tantas veces también con Alan. Mierda, ahí estaba otra vez, puto Alan.

Cuando nos volvamos a Encontrar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora