Alan
Repetía una y mil veces las palabras de Jason en mi cabeza. ¿Tendrá razón? ¿Cati también siente lo mismo que yo? ¿Y si me lancé a una pileta sin agua?.
La cerveza en estaba caliente de tanto que la tuve dando vueltas en mi mano. La dejé en la mesa y fui por una fría al refrigerador. Saqué la botella, la destape y bebí sintiendo el fresco líquido bajar por mi garganta, delicioso. Estaba ahí concentrando en el sabor de la bebida, hasta que el timbre me desconcertó. Quizás es Jason otra vez. Caminé hasta la puerta y la abrí sin preguntar quién era, no muchas personas me visitaban y menos a ésta hora.
- Entra Ja... - quedé helado al ver de quién se trataba - ¿Cati?.
- No, un espejismo tonto - contestó riendo, estaba realmente hermosa.
- El espejismo más precioso que vi en mi vida - dije sin pensarlo siquiera - Emm disculpa.
- No tienes que disculparte.
- ¿No?.
- ¿Me tendrás parada aquí afuera primo?.
- Oh lo siento - dije apartandome para que ella pasara - deja tu abrigo en el perchero.
Cati hizo lo que le dije y ambos caminamos a la sala. Hice un ademán para que se siente, me senté yo también y le di el último trago a mi cerveza, dejando la botella vacía en la mesa.
- Bueno - rompí el silencio - me intriga mucho saber lo que haces aquí.
- Ah si, pues... yo, tenía, yo, quería decirte... que - jamás la vi así de nerviosa. O no que yo recuerde.
- Sólo dilo pequeña, sin miedo.
- Estuve hablando con mi hermano, de lo que pasó en el parque.
- Si, también habló conmigo - contesté.
- Lo se, habló contigo primero. Y créeme que no estaría aquí si no fuera por él - no dije nada, la miré para que continuara, Cati respiró profundo y siguió - Yo no lo quería ver Alan, quería seguir engañandome, porque tenía tanto miedo de lo que podría pasar. Y... yo.
- ¿Tú qué? - pregunté ansioso.
- Que yo también te amo Alan - dijo mirando sus manos. No lo dudé un segundo, me acerqué a ella lo más rápido que pude y la besé, la besé con todo el amor que le tenía y que ahora sabía ella también lo sentia.
Ahora puedo asegurar que no hay sensación más cálida que te correspondan. Que aquella persona a quien amaste toda tu vida, te diga que te ama de la misma forma loca que tu la amas, y que a pesar de que nada en el amor es fácil, porque miren, somos primos, somos familia, llevamos la misma sangre, y aún así, el amor nos golpeó a ambos. Son los golpes que da la vida, depende de ti si te levantas o no.
- No sabes lo feliz que me hace escucharte decir eso - dije con los ojos cerrados y con voz baja.
- Perdón por tardar tanto, pero tenía tanto miedo Alan. Aún lo tengo.
- ¿Te digo algo? - asintió con la cabeza - Yo también tengo miedo. Pero desaparece cuando estás conmigo.
Y entonces volví a besarla. Y la besé y la besé, y si los labios se desgastaran, ambos nos habríamos quedado sin ellos. Ella es mi lugar, por fin podía comprenderlo. No era Buenos Aires, Florida, ni Londres u otro lugar, es Cati, donde ella esté, ese es mi hogar.
Cati
Nunca antes me había sentido tan completa, tan feliz y con tanto miedo al mismo tiempo. Ya no me daban miedo mis sentimientos, me daba miedo no poder estar juntos como estuve con Ben, libremente, sin que nos juzguen, sin que nos miren de mala manera. Eso me aterra, tener que estar escondiendonos, y no es bueno encapsular tanto amor, lo intentamos hacer durante años, y así fue como terminó. No pudiendo aguantar más, explotando.
En la habitación sólo existiamos los dos, en el mundo no existían otras personas que nosotros. Ahí, nuestras bocas bailando al compás, pareciendo una sola. En esa cama, estaba perdiendo la poca cordura que me quedaba.
- Alan, yo... nunca... - dije nerviosa. Sabía lo que iba a pasar, y lo quería, quería que él sea el primero.
- Oh yo - se rascó la cabeza - Mierda, creí que tu, ya habías... No tenemos que hacer nada si no quieres.
- Si quiero... - susurré.
Y me besó, y nos adentramos en una burbuja de amor y placer. Le entregué lo más puro y valioso que tenía, le di todo, absolutamente todo de mi le pertenecía, siempre fue así, y así seguirá siendo, estoy segura.
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Cuando nos volvamos a Encontrar
Fiksi Remaja"[...] ¿Era difícil no? Estar con él mientras pensabas en mi, porque se que pensabas en mi, al igual que yo pensaba en ti. Te tuviste que ir, me tuviste que dejar, aunque no era lo que queríamos, lo tuviste que hacer; ahora es mi turno de marchar...