Capítulo V

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Cati

No había estado ni un día en ésta casa y ya quería irme. No bien llegamos del aeropuerto mi tía empezó a hacerme millones de preguntas, acerca del colegio, de la Universidad, de cómo estaba Argentina, y hasta que llegó al tema del amor, claro. Le conté de Ben,  le conté como nos conocimos, como me pidió ser su novia, le mencioné la increíble persona que es. Mamá y Jason también opinaron, y estuvieron de acuerdo conmigo que Ben era un muy buen chico.

Esto no estaba tan mal, hacía bastante tiempo que no veía a mis tíos y por suerte el idiota de mi primo ya se había marchado con mi hermano a saber dónde. La estaba pasando bien, mi tío me ayudó a subir las maletas arriba, ¡Tenía mi propia habitación! ¿Pueden creerlo?. Mi casa era enorme pero ésta definitivamente le ganaba. Realmente es gigante, parece un hotel, un hermoso hotel. Ya casi no recordaba esto, éste cuarto era mío, y no es un cuarto de huéspedes arreglado para mi, no, literalmente el cuarto es mío, y está tal cual lo dejé la última vez que vine. Las paredes están pintadas de un suave color violeta, la cama de dos plazas y media, está cubierta por una fina cobija blanca con pequeñas flores rosas, muy de niña a decir verdad. Me dirigí hacia una de las dos puertas que estaban a mi derecha, una era la del baño y la puerta que abrí daba al armario. Al entrar, vinieron a mi memoria varios recuerdos, solía pasar horas jugando aquí con Alan, éste era nuestro "departamento", Jason siempre era el guardaespaldas personal. Una risa salió de mi boca al recordar aquello, y luego sentí un ligero malestar en mi pecho, ¿Por qué tuvieron que cambiar de éste modo las cosas?.

Lo que hizo Alan estuvo mal, no tendría que haberlo hecho, pero quizás yo exageré un poco la situación. Éramos unos niños, claro que eso no justifica sus acciones. De pronto me sentí mal, después de todo, él es mi familia, no perdía nada con intentar llevarme bien con mi primo, ¿Verdad?.

Alan

- Dime Cati, ¿Cómo terminaste el colegio? - le preguntó mi madre.

- Bien - respondió ella, demasiado seca a mi parecer. Su madre le hizo una cara, bueno, su cara decía símplemente algo así como "SE AMABLE O TE LA VERÁS CONMIGO", a lo que Cati, rodó sus bellos ojos y siguió hablando - Terminé el colegio con honores y alcancé una beca para Oxford.

- ¡Esa es mi niña! Inteligente igual que su hermano - mamá miró con ternura al primo Jason, y no es para menos, terminar en dos años una carrera de cinco, eso fue estupendo. Yo me recibía éste año, de hecho en dos meses tenía que exponer mi tesis, y ya por fin sería un abogado. No fue una tortura, amo las leyes, podría haberme recibido antes pero, salir de fiesta era mi debilidad, ya saben.

- Gracias tía, pero Jason es mucho más listo que yo.

- No te tires tan abajo hermanita, quizás hasta me superes - le respondió Jason a Cati guiñandole un ojo.

- Y dime Cati - habló mi madre - ¿Qué tal anda ese corazoncito?.

No, no, ahí estaba la pregunta que no quería escuchar. ¿Y si Cati tiene novio?.

- Bueno pues, más que bien diría yo - contestó nerviosa. Ya me lo veía venir - Estoy de novia con un chico genial, realmente es genial.

- Es cierto, es un muy buen muchacho, Cati tuvo mucha suerte de encontrar un chico como él, aparte lo conocemos desde pequeño - dijo mi tía.

- Suerte es que trata bien a mi hermana, sino ya estaría a tres metros bajo tierra - bromeó Jason. Por lo que él y mi tía dicen, debe de tratarse de un buen chico en verdad, pero no podía quedarme acá para seguir escuchando a Cati hablar de esa forma de un chico y que ese chico no fuera yo. ¿Que estoy celoso? Claro que no, sólo me molesta un poco es todo.

- Perdón que interrumpa la gran charla familiar - dije queriendo sonar lo menos irónico posible, pero veo que no lo logré ya que todos los aquí presentes me miraron frunciendo el ceño - pero quiero llevar a mi querido primo a dar un paseo por la ciudad y ponernos al día. ¿Quieres? - pregunté mirando a Jason, y rogando porque éste aceptara mi invitación.

- Está bien primito, vámonos. Más tarde volvemos hermosas damas - rodé los ojos riendo, ¿Es que nunca se cansaba de bromear y decir pavadas?.

Me despedí de las mujeres agitando mi mano y salimos en busca de mi auto. Al fin aire fresco, no aguantaba ni un segundo más dentro de esa casa, y menos con Cati ahí. Cada minuto que pasaba me moría de ganas de abrazarla, y todavía no pasaba ni un día. Oh señor, dame fuerzas para no hacer algo de lo que me arrepienta después.

Sin dudas estas dos semanas iban a ser infernales...

Cuando nos volvamos a Encontrar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora