Cati
En la camioneta de mi tía, estábamos en busca de un restaurante. Habíamos salido de la ciudad, no mucho, pero si lo suficiente para encontrar un lindo restaurante, tenía un aspecto rústico muy lindo. Jason aparcó la camioneta en el estacionamiento. Abrió la puerta, salió de ésta, y dio la vuelta hasta llegar a la mía y abrirla por mi. La última vez que estuve así de triste se portó de una manera parecida, pero lo que pasó en ese momento no era nada comparado con esto.
- Permítame señorita - dijo extendiendo su mano para que yo la tomara. Sonreí ante aquel gesto, Jason podía comportarse como un idiota, pero cuando lo necesitaba era el chico más atento del universo.
- Gracias caballero - respondí tomando su mano y saliendo del vehículo.
Mi hermano dobló su brazo, poniendo la mano en su pecho, para que yo lo tomara. Y así nos dirigimos juntos al restaurante. Al estar frente a la entrada, abrió la puerta para que accediera al lugar, que por dentro era aún más lindo. Las sillas eran de madera, y hacían juego con las mesas, había varias pinturas en las paredes, y la decoración era bastante moderna. La mezcla de lo rústico y lo moderno era equilibrada y le daba al lugar sofisticación.
Un hombre, muy elegante, recibió nuestros abrigos, y nos llevó hacia una mesa para dos. Sacó una silla para que yo me sentara y luego la arrimo a la mesa, hizo lo mismo con Jason. Nos entregó la carta, y le dimos las gracias. El menú realmente me sorprendió. Era bastante variado, pero había algo que se llevó toda mi atención.
- Cati ¿Viste esto? - habló mi hermano señalando una parte del menú y con asombro en su voz - No lo puedo creer. ¡Barbacoa Argentina! Estoy realmente sorprendido - reí, habíamos pensado exactamente lo mismo.
- Creo que ya decidimos que comer - ambos reímos.
Jason le hizo una seña al señor que anteriormente nos atendió, le entregó la carta y le dio nuestras órdenes. No me sentia mal después de todo, estaba normal. Por momentos me acordaba de lo que ocurrió, pero luego mi hermano hacía un comentario estúpido sobre algo y se me olvidaba.
Como cuarenta minutos más tarde, se acercó un joven, que si no fuera por el estado en que me encontraba, me hubiera puesto nerviosa, ya que era bastante lindo y me observaba sin ningún disimulo. Puso en frente de cada uno su plato, se veía delicioso, y una botella de vino tinto que parecía muy costosa. El muchacho se fue, pero antes me guiño un ojo, como dije antes, si no fuera porque me sentia fatal, en estos momentos estaría sonrojada.
Empezamos a comer, todo estaba riquísimo, la carne estaba estupenda y la guarnición que la acompañaba también. Comimos, nos reímos, la pasamos bien, era perfecto. Jason hablaba, recordaba cuando éramos pequeños y entonces dejé de prestarle atención, me hundí en mis pensamientos y no se por cuánto tiempo estuve así, mirando un punto fijo, absorta de lo que pasaba alrededor.
- ¡Cati! ¡Oye Cati! - escuché a mi hermano gritarme moviendo su mano frente mi rostro y entonces reaccioné.
- Lo siento Jas, no me siento bien. Y es injusto para ti que yo no te esté prestando la atención que mereces después todo lo que has hecho por mi hoy.
- Sabes que no es problema Cati, lo entiendo.
- Pero yo me siento incómoda aquí, quiero irme a casa.
- De acuerdo, entonces vamos - todavía no había terminado toda su comida, y no quería arruinarle la noche.
- No, no. Tú quédate, yo me iré en un taxi.
- Estás demente si crees que te voy a dejar sola.
- Quiero estar sola hermano - suspiré - Voy a estar bien tranquilo.
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Cuando nos volvamos a Encontrar
Novela Juvenil"[...] ¿Era difícil no? Estar con él mientras pensabas en mi, porque se que pensabas en mi, al igual que yo pensaba en ti. Te tuviste que ir, me tuviste que dejar, aunque no era lo que queríamos, lo tuviste que hacer; ahora es mi turno de marchar...