Capítulo XVII

7 2 0
                                    

Cati

¿Cómo puede uno ocultar lo que siente, cuando es tan fuerte que ya ni siquiera puedes negartelo a ti mismo? Es imposible, eso traté de hacer, pero ya no puedo más. Mi corazón se niega rotundamente a seguir ocultando lo que siente.

Quería decirle, quise decirle y no pude. Salí corriendo, huí como una cobarde cuando Alan me dijo esas palabras, sólo dos palabras que sacudieron todo mi ser. Y aunque lo nuestro sea prohibido, aunque no podamos estar juntos, lo amo, amo a primo. Suena tan morboso tan sólo pensarlo, pero es totalmente cierto, estoy enamorada de mi primo.

La puerta se abrió y dejó entrar un poco de luz en mi oscura habitación.

- Soy yo Cati - se asomó mi hermano.

- Pasa - sabía por lo que venía, y también sabía que era momento de decirle todo. Cuando Jason estuvo al lado de la cama le dije - Acuestate - me corrí un poco para hacerle lugar.

Jason suspiró, pasó un poco más de dos minutos cuando por fin habló, a los dos nos ponía incómodos ésta charla.

- Acabo de estar con Alan.

- Lo se - respondí - sabía que irías.

- Me contó todo, pero quiero escucharlo de ti.

Tomé aire.

- De acuerdo, mereces saberlo. Eres mi hermano - hice una pausa - Jason, yo no se cómo pasó, tampoco se cuando empezó, sólo se que si lo hubiera sabido, no habría dejado que ocurriera.

- Cati, no podemos elegir lo que sentimos, ni con quien lo sentimos. Sólo pasa, que no te abrume - sonreí por sus palabras.

- Yo... estoy enamorada de Alan, y ya no encuentro la forma de esconderlo.

- No lo escondas entonces - habló mi hermano mirándome.

- Jason, Alan es mi primo.

- ¿Lo amas? - preguntó.

- Más de lo que debería - suspiré.

- Entonces ve y dile, dile que lo amas, que quieres estar con él - hizo una pausa- Cati, yo tengo claro que Alan es nuestro primo, y que lo suyo no va a ser nada fácil, ni para ustedes ni para nuestros padres y sus padres, pero si se aman, ya no hay nada más que decir.

- No quiero ni pensar en lo que dirá mamá si llega a enterarse - dije, y una lágrima cayó por mi mejilla.

- Que eso no te preocupe ahora pequeña - limpió las lágrimas que salían de mis ojos y me abrazó - El corazón tiene razones que ni la propia razón comprende.

- ¿Estás muy poético no? ¿Quién eres, y qué hiciste con mi neandertal hermano? - reímos.

- Catalina, soy un libro de misterios - dijo haciendo su voz más gruesa - reímos a carcajadas.

Cuando paramos, Jason tomó aire para reponerse y agregó.

- No se que haces acostada todavía, ve a verlo mujer.

- Jason, van a ser las cuatro de la madrugada - señalé el reloj que había en mi mesita de noche.

- De acuerdo - dijo poniéndose de pie - yo te llevo.

- ¿Por qué haces todo esto? No te entiendo, cuando estaba con Ben, jamás de ofreciste para llevarme a verlo, y cuando te dije que estábamos juntos te pusiste como un gorila. ¿Por qué con Alan no eres así?.

- Porque puedo ver la forma en que se miran, y jamás Ben te miró así ni tu a él - me quedé sorprendida con su respuesta - Ahora muevete, nos vamos.

- Si señor - respondí poniendo mi mano en mi cabeza, como soldado.

15 minutos después..

Jason estacionó la camioneta fuera del edificio en el que Alan vivía.

- Ve, y que te apoye en esto no quiere decir con todo lo que hacen ¿De acuerdo? - dijo con un tono irónico. Con lo que me sonrojé.

- ¡Jason! - lo reté - no digas estupideces. No haré nada que no deba. Lo sabes.

- Si, tú no lo haras. Pero Alan no lo se, y por más que sea mi primo y lo quiera demasiado no dudaré en usarlo de bolsa de boxeo si se sobrepasa contigo.

- Tranquilo hermano, no dejaré que lo haga - sonreimos.

- Ahora ve, anda - acarició mi cabello.

Tomé aire y abrí la puerta.

- Oh Cati - habló Jason antes de que me fuera.

- ¿Si?.

- Mañana temprano en casa - dijo serio, pero después soltó una carcajada, la cual me contagió y reí también.

- No te preocupes - dije riendo aún. Jason se despidió moviendo su mano y salió de regreso a casa.

Entré al edificio, y mientras iba en el ascensor pensaba en todo lo que acababa de ocurrir. Tener el apoyo de mi hermano realmente es algo que me llena de alegría, y ya no me hace tan mal sentir todo esto, me hace sentir menos culpable.

Las puertas se abrieron, dejándome frente al departamento de Alan. Aquí vamos...

Cuando nos volvamos a Encontrar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora