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― ¡Aquí tienen al número uno de Magnolia! ―la voz jactada de Natsu se escuchó en toda la redonda bajo la luz de la luna, de pie en el techo de su propio auto de Dragon y Fuego― ¡Natsu Dragneel! ¡Y estoy encendido!
La gente proclamó eufórica su título, era el mejor corredor de la ciudad y se lo merecía. Era muy rápido, era como si quemara el suelo en cada competencia.
Simplemente, era el número uno.
Atrás de la multitud, Gray yacía de brazos cruzados surcando una media sonrisa. Miren a ese idiota rosado egocéntrico, manejando cuando en secundaria era todo un cobarde.
Natsu saltó del coche dando saludos y estreches de mano hasta llegar donde Gray, preguntándole qué le pareció su primera experiencia de espectador en una carrera callejera.
―No estuvo mal, manejas bien. ¿Ya tienes la licencia?
―Usaba la falsificada, pero ya tengo la original ―le mostró sacudiendo su tarjetita que verificaba su licencia de conducir―. Un día deberíamos hacer una carrera, tú en tu moto, y yo en mi carro.
―No te pases, apenas y te dirijo la palabra ―serio, frunció medio a medio el entrecejo, el cual Natsu tragó saliva. Recuperar la amistad la tendrá difícil―. Si esto terminó, me iré a casa.
―Eh...uh...okey. ―¿qué más podía decirle?, "¿yo te llevo?" Al menos en esta noche no hablaron de Juvia, su nombre sonar en ambas voces masculinas le provocaban sensaciones en el estómago, recordando el primer día que la vio en el instituto Fairy Tail. Era una chica bonita, muy bonita. Y a Gray no se lo negó hace cinco años atrás, buscando libros en la biblioteca del instituto. Claro que fue antes de salir con Lucy, pero antes le gustaba Lisanna.
¿Acaso era un enamoradizo?
―Pensaré seriamente eso de mí. ―se dijo así mismo, regresando al coche donde la multitud seguía celebrando y otras yéndose.
Quizás Juvia le gustaba desde hace mucho antes y no se daba cuenta.
― ¡Argh! ―sentado en el piloto, se sacudió los cabellos rosados dejando caer la frente en el volante― Natsu..., no saques conclusiones confusas. Juvia te gusta desde hace poco...
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A la mañana siguiente, Juvia se levantó temprano sirviéndose el desayuno como de costumbre desde que Gray se fue de la casa.
La casa se sentía sola, sin risas fuertes o berrinches de los dos, sin ocurrencias raras, sin ganas de hacer algo nuevo un día domingo. Extrañaba acurrucarse al lado de Gray, luego dejar caer la cabeza en su torso ejercitado, más emocionada y gustosa cuando él se quitaba la camisa, aspirándole el aroma y pasando sutilmente las yemas de los dedos por esa piel fría. Que Gray le sonriera y apagara la televisión porque la película era aburrida, optando por hacer otras escenas más intensas en el sillón de la sala.
Juvia echaba de menos bañarse juntos. Aunque al principio Gray se rehusaba, después cedió.
Y ahora, sentada en la cama con sus cobijas, con los regalos enviados por él desde Inglaterra, comiendo y viendo los matinales de la televisión, no era un gran panorama. Ayer quería salir con Gray, pero él se negó, tenía una salida más importante y era con Natsu.
No estaba molesta. Era otra clase de sensación incómoda referente a Natsu, a él no le ha dirigido la palabra, ni lo ha visto. Entiende que ellos deben reconciliarse, que Gray perdone a Natsu..., pero esto también le quitaría tiempo a ella.
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『Mi Mariposa Azul; Libro 2』«Gruvia; a.u»
أدب الهواةDespués de que Gray fuera a por Juvia a pedirle perdón por lo ocurrido en Akane Resort y comenzar una linda relación de cuatro años, ambos deciden vivir juntos. Todo marcha bien, Gray le pide matrimonio y Juvia acepta, aún sin una fecha, ya que sus...