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―Me vas a tener que contestar una pregunta ―decía muy serio Gray sosteniéndole la mirada―. ¿Cuál fue tu apuro en salir antes? ―arqueó una ceja esperando la respuesta, pero el pequeño Silver abría y cerraba los ojitos, por primera vez escuchándole con más claridad la voz de su padre.
Juvia dormía, se tomaba una siesta, estaba agotada con dar de comer a su recién nacido cada dos horas, en la noche era más cansador sin conciliar el bien el sueño. Ya había pasado las dos horas en las que tuvo que alimentarlo, necesitaba descansar y Gray se lo dio encargándose de él antes de devolverlo a la incubadora. Silver seguía estando muy delgado.
Juvia se alimentaba bien, administrada con vitaminas y mucha agua.
Gray aprovechaba antes de la visita de Erza, no faltaba muchos minutos para verla entrar y guardar a Silver.
Lo meció en sus brazos unos segundos más mientras la enfermera esperaba a entregarlo. No quería soltarlo, no quería dejarlo dentro de esa cajita o cápsula transparente, un bebé no debería estar ahí. Debería estar en casa, en su cuna, con sus padres mimándolo.
Sólo esperaba estar de alta junto con Juvia, ella dijo que estaría una semana en reposo y en observación junto con su pequeño.
Suspiró, ser padre era el reto más difícil que tendría, y menuda la suerte en serlo de esta manera.
Le acomodó el gorrito azul en la cabecita repleta de cabello negro, sembrándole un tierno beso. Se lo entregó a la enfermera, observándolo ser guardado en la incubadora.
Gray era privilegiado en las visitas a la joven mamá primeriza, pues era la pareja y el padre de Silver, añadiendo que estaba hospitalizado. El recorrido no tomaba más de cinco minutos.
Se mantuvo sentado mirando el rostro blanquecino y tranquilo de Juvia. Ella le ayudaba a calmarse, más en estos momentos tan tristes.
Escuchó el ruido del picaporte girar y abrir la puerta. Volteó reconociendo la cabellera escarlata entrar con el permiso de la enfermera. Gray se puso de pie afirmándose del bastón sin hacer mucho sonido para no despertar a su bella durmiente, saludando a Erza.
La enfermera hizo los últimos arreglos de la habitación, cerrando las cortinas de la ventana. Revisó el monitor del bebé y se fue. Enseguida, Erza posó los ojos en el niño, quien se durmió con el estómago lleno y con que su padre lo haya mecido.
―Es tan pequeño ―lo miraba bien, exigente sin poder creerlo. Había visto a bebés recién nacidos, pero Silver era muy pequeño, tanto que le daba miedo tocarlo―. ¿Ya lo tomaste en brazos?
―Sí ―Gray se paró a su lado, disfrutando de la vista―. Al principio me asusté, pero Juvia me enseñó cómo. Primero debo afirmarle la cabeza.
―Es una copia tuya ―sonrió girando hacia su amigo, éste se sentía orgulloso con que su hijo fuera su viva imagen―, espero que sea bendecido en personalidad.
― ¿Ah sí? ―actuó molesto por el comentario de su amiga, quien no borraba la sonrisa― Mi personalidad no es tan mala.
―Oh, claro. ―puso los ojos en blanco desviándose a Juvia. No sabía que iba a estar hora dormía.
―Está cansada ―dijo Gray―. El bebé, yo hospitalizado, luego lo de Natsu...
―Es entendible ―dijo devolviéndose a Silver―. Debió ser difícil para ella..., un bebé conectado a esas cosas...
―Sus pulmones siguen débiles.
―Él es fuerte como su padre ―alzó las cejas ladeando un poco la cabeza―. Te han intentado matar dos veces, pero sigues aquí.
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『Mi Mariposa Azul; Libro 2』«Gruvia; a.u»
FanfictionDespués de que Gray fuera a por Juvia a pedirle perdón por lo ocurrido en Akane Resort y comenzar una linda relación de cuatro años, ambos deciden vivir juntos. Todo marcha bien, Gray le pide matrimonio y Juvia acepta, aún sin una fecha, ya que sus...