Capítulo 2

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Desde que noté aquella presencia observándome no paro de imaginarme cosas: sombras que me siguen por los callejones, sombras que me espían detrás de los árboles, voces que susurran mi nombre...Creo que me estoy volviendo loca, pero desde que ocurrió ya no me siento segura.

Después de dar varias vueltas y comprobar que no voy a ser capaz de volver a dormirme, me levanto de la cama y voy directa a la ducha. Puede que el calor del agua consiga relajarme un poco. Cuando salgo de la ducha escucho cómo mi madre cierra la puerta principal. Genial, lo que me faltaba, estar sola cuando todavía no ha amanecido. Mi madre tiene una pequeña panadería, por lo tanto tiene que irse muy temprano en la mañana para empezar a hornear el pan que deja amasado su compañera. Alguna que otra vez he ayudado a mi madre en su trabajo, sobre todo los días más ajetreados, como en Navidad y cuando la compañera de mi madre se pone enferma, casualmente en fechas señaladas. Yo intento explicarle a mi madre que se está aprovechando de su bondad, pero a ella no le importa así que... ¿Qué más puedo hacer yo?

Recojo una manta de encima de mi cama y me la paso por los hombros mientras bajo por las escaleras hacia el salón. Me acurruco en los mullidos cojines del sofá y reanudo por donde dejé la película que comencé a ver ayer. Consigo distraer mi mente de mis sombríos pensamientos hasta que empiezo a escuchar susurros por toda la casa. Hasta que uno llega a mis oídos.

- Vega.... – Dice una voz extraña, rota.

Me levanto del sofá e instintivamente me giro para encontrarme cara a cara con mi reflejo de la ventana con expresión asustada.

- Vegaa... – La misma voz ahora canturrea mi nombre.

Busco frenéticamente con la mirada el foco del sonido pero no encuentro nada, estoy sola en toda la casa.

- ¡Aquí! – Dice la voz detrás de mi nuca.

Me vuelvo con un manotazo que no choca contra nada.

- ¿¡Quién eres!? ¿¡Qué eres!? – Digo desesperada.

De pronto el frío invade todo mi cuerpo y un soplo de aire me arrebata la manta que cubría mi cuerpo. Estoy a punto de gritar cuando unas manos heladas me agarran por lo hombros y me colocan de cara a él. Una figura humana, sin rostro está plantada delante de mí.

- Vega... – Vuelve a canturrear mi nombre.

Me quedo paralizada, con las piernas clavadas en el suelo y empiezo a temblar.

- Te encontraré. – Dice la figura y por primera vez en esa oscuridad que debería de ser su rostro, aparece una sonrisa.

Un fuerte grito sale de mi garganta y me levanto del sofá estrepitosamente. Miro a mi alrededor confundida, la película ya ha terminado y yo vuelvo a estar cubierta por la manta. Me vuelvo a sentar en el sofá jadeante y confundida. ¿Es que lo he soñado todo? Pero era tan real... Notaba el frío, el contacto de sus gélidas manos sobre mis hombros... El miedo...

Todavía confundida, me deshago de la manta que cubre mis hombros y voy hacia la cocina para comprobar la hora. Las ocho de la mañana, me he quedado dormida durante dos horas. Voy al lavabo a lavarme la cara para despejarme e intentar quitarme esta horrible sensación de mi cuerpo, cojo una magdalena del bote de los pasteles y salgo apresuradamente de mi casa.

Las horas de la mañana se tornan en eternas. No puedo concentrarme en nada más que en mi pesadilla. Debería de dejar de acostarme a altas horas de la noche, esto me está pasando factura. Tal y como me dijo Helena cuando le conté mi pesadilla, ella fue la primera que me vio entrar agitada al instituto.

Espectro luminoso [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora