Eric está en la puerta a punto de salir hacia el instituto. Como se supone que yo he abandonado la ciudad tengo que quedarme en su casa. Antes de que Eric se marche le entrego una estrecha carpeta de color azul llena de papeles. Eric la mira con el ceño fruncido.
- ¿Qué es esto?
- El trabajo de inglés. – Digo incrédula, ¿es que no vamos a la misma clase?
Eric levanta la vista al cielo acompañado de un suspiro, luego me mira con una sonrisa burlona.
- He tardado dos semanas en hacerlo y todo ese trabajo no lo voy a tirar a la basura.
- Claro que no. – Dice con un tono de burla.
Coloca la carpeta en su mochila y se despide de mí revolviéndome el pelo. Antes de que pueda quejarme, Eric cierra la puerta tras de sí dejándome totalmente sola en su enorme apartamento. Sin dudarlo ni un instante, me dirijo hacia la sala donde entrenamos. No pienso quedarme sentada sin hacer nada, estoy decidida a ir en busca de mi madre. No voy a permitir que vague sola por todo el país por mi culpa, por querer protegerme está en peligro al igual que Eric al esconderme aquí. Me aferro a esos pensamientos y a este sentimiento de seguridad para practicar y aprender a manejar las habilidades que hasta hace poco eran desconocidas. Me concentro y percibo como poco a poco el calor se va concentrando en mis brazos, más concretamente en mis manos. Suelto una pequeña sonrisa orgullosa al ver que mis manos se encienden prácticamente al instante. Empiezo a incrementar la intensidad del brillo y poco a poco empiezan a aparecer pequeñas esferas de luz que salen como proyectiles desde mis manos. Entonces percibo que con cada pequeña esfera aparece un doloroso pinchazo en mi pecho que provoca que me encoja de dolor. Lucho contra ese dolor pero cada vez se va haciendo más y más intenso por lo que acabo tumbada en el suelo con las manos presionando mi pecho. Mis manos pierden el brillo por completo. Una bola de angustia va creciendo en mi pecho a medida que desaparece el dolor. Nunca antes me había pasado esto, siempre pude encender y crear esferas sin dolor. No entiendo por qué ahora con cada pequeña esfera me duele tanto el pecho. Pero antes de desanimarme del todo recuerdo que ayer me pasó lo mismo y que Eric creó un pequeño espacio para que practicase. No me vendría nada mal aprender a crear uno. Me incorporo y apoyo la espalda contra la pared, cierro los ojos y me concentro en un paisaje que acabé por conocer muy bien. Aquel prado de cielo morado y azul, aquellas extrañas flores de la misma tonalidad, aquella enorme y blanca luna que iluminaba todo. Pero no consigo reproducirlo. Se supone que yo misma lo había creado y había llamado allí a aquel hombre de ojos amarillos. Pero, ¿por qué tengo que creer en su palabra? Asumí directamente que me decía la verdad, pero ¿por qué iba a decírmela? Intento recordar cómo fue la última vez, recuerdo que fue justo después de desmayarme. ¿Es que acaso tengo que perder la consciencia para crear una proyección? Pero Eric estaba plenamente consciente cuando lo hizo. También Eric lleva haciéndolo buena parte de su vida, sino toda ella. Me regaño mentalmente a mí misma por distraerme con mis inseguridades. Inspiro profundamente y vuelvo a concentrarme en el paisaje que quiero reproducir. No sé cuánto tiempo ha pasado cuando por fin consigo adentrarme en esa proyección. Lo celebro conmigo misma y un sentimiento de alegría y orgullo invade todo mi cuerpo. Entonces la imagen tiembla y se vuelve borrosa. Desesperadamente vuelvo a concentrarme y poco a poco el paisaje vuelve a ser estable. Esto va a resultar más difícil de lo que creía. Me paseo por la proyección y las pequeñas flores que adornan el prado se van encendiendo a mi paso. No sé si es mi imaginación o que realmente las flores reaccionan por mi presencia, pero aun así es algo muy hermoso. Me agacho y toco una flor que sobresale a las demás, es más grande y bella que el resto con una tonalidad violeta muy intenso. La parte de mi mano que está en contacto con ella empieza a emitir destellos de luz que me tienen totalmente atrapada. No son los mismos que yo misma puedo crear, éstos en cambio son como relámpagos en miniatura, con su misma tonalidad violeta. Con mucho cuidado poso mi mano sobre los pétalos y ésta empieza a emitir diminutos relámpagos. Separo poco a poco mi mano y los rayos se van alargando desde mi mano hasta la flor. Con cada relámpago noto un ligero cosquilleo. A medida que separo mi mano de la flor, los relámpagos van perdiendo intensidad hasta desaparecer. Con una sonrisa en el rostro vuelvo a tocar con delicadeza la flor y el espectáculo vuelve a repetirse.
- Bueno, no está mal. – Dice una voz a mis espaldas.
Me giro bruscamente para ver a quién pertenece esa voz, temiendo volverme a encontrar con aquella bestia. Pero quien está delante de mi es Eric, mirándome con una de sus sonrisas de medio lado. Destenso todo mi cuerpo y vuelvo a respirar de nuevo.
- ¿Qué haces aquí? – Le digo confundida - ¿Te he llamado yo?
Pero no hay respuesta, Eric me mira con el ceño fruncido.
- ¿Qué?
Me levanto y entonces toda la imagen empieza a temblar, inútilmente me concentro para restablecerla pero finalmente se desvanece. Suelto un gruñido de frustración al ver que volvemos a estar en la habitación.
- Era demasiado para ti. – Dice Eric sin borrar su sonrisa y tendiéndome la mano para ayudar a levantarme.
- ¿Qué estabas haciendo allí? – Todavía no obtuve respuesta.
- Entré. – Dice encogiéndose de hombros. – Noté que había una proyección y me metí.
Eric lo dice como si fuese lo más lógico del mundo. Entonces medito sus palabras.
- ¿Te metiste tú sólo en mi proyección? ¿Yo no te...invoqué?
- ¿Tú? – Eric suelta una pequeña risa pero al ver que lo miro de manera muy seria, deja de lado las bromas y me mira confundido. – Me metí yo solo en tu proyección. ¿Por qué?
Entonces por fin tiene sentido. La última vez que estuve en una proyección, yo no había llamado al hombre ni la había creado porque si no ésta habría desaparecido como ha pasado hoy con Eric. Lo que da sentido a que yo me desmayase, mi cuerpo ya había percibido su presencia. Lo que quiere decir que él estaba cerca de nosotros. ¿Cuántas veces nos habrá estado observando sin que nos diésemos cuenta? De pronto las manos de Eric me agarran firmemente los hombros y provoca que le mire directamente a los ojos.
- ¡Vega! – La mirada de Eric es insistente.
- ¿Qué?
Eric me mira totalmente confundido.
- ¿Qué pasa? – Dice de manera pausada.
Le cuento los pensamientos que han estado rondando mi mente mientras él sigue mirándome fijamente y con sus manos agarrando mis hombros.
- Aquí no estamos seguros, Eric. – Digo intentando parecer lo más calmada posible, aunque por dentro estoy muy asustada.
Entonces Eric me suelta y me dedica una de sus sonrisas de medio lado.
- Si nos estuviesen siguiendo lo sabría. – Dice con orgullo. – Te recuerdo que yo también puedo percibir su presencia y aquí no hay nadie más que tú y yo.
Sé que intenta tranquilizarme pero su afirmación hace aguas.
- Entonces, ¿qué me dices del día que me desmayé? ¿También notaste que nos seguían?
Eric permanece callado y desvía su mirada de la mía.
- Eric, - le agarro firmemente su cara para que me mire – aquí no estamos a salvo. No vamos a estar a salvo en ningún sitio.
Eric está a punto de decir algo pero nada sale de su boca. Abre y cierra la boca varias veces como tratando de decir algo pero en el último momento se arrepiente. Entonces mi móvil empieza a emitir un ligero pitido que me avisa que tengo un mensaje. Dejo a Eric cavilando y recojo el móvil del suelo. En la pantalla se ve reflejado el número de mi madre y un corto mensaje que reza: Vete.
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Espectro luminoso [PAUSADA]
Science FictionVega es una chica normal que acaba de mudarse a otra ciudad. Su vida da un giro de 360º cuando conoce a Eric, un chico atractivo y misterioso. En ese momento descubrirá secretos que desde el momento de su nacimiento se le han ocultado. ¿Quieres desc...