Capítulo 6

19 6 0
                                    

Cuando por fin consigo reaccionar, hago lo que me ha dicho Eric. Subo corriendo por las escaleras y entro directa a mi piso. Nada más cruzar la puerta la cierro con llave y continúo poniendo el pestillo a las ventanas.

Me siento en el sofá, pendiente en todo momento de la puerta. ¿Qué había alarmado de esa forma a Eric? ¿Era el hombre de los ojos amarillos? En cualquier caso Eric lo había percibido como una amenaza. ¿Pero cómo lo había sentido? Él había notado su presencia antes que yo y yo no podía verlo, pero Eric sí. ¿Y cómo yo era capaz también de sentirlo? Tengo un montón de preguntas sin respuestas. Si al menos pudiese responder a una todo sería mucho más fácil. Sabría por qué me están buscando, o por lo menos sabría cómo defenderme de aquel tipo o mejor aún, de cómo evitar encontrarme con él de nuevo.

Después de un buen rato me quedo dormida en el sofá. Siento como la oscuridad va engulléndome más y más hasta que una tenue luz aparece por el horizonte. La sigo y cada vez se va intensificando y se hace más grande. Traspaso la luz y me encuentro en un terreno rocoso, pero lo que más me llama la atención es el color del cielo: violeta y azul. Sigo caminando hasta llegar a un lugar un poco más vivo, está lleno de pequeños arbustos que dan flores del mismo color del cielo. Son preciosas. Me paro a recoger una y cuando está en contacto con mi mano empieza a fundirse en ella. Trato de sacudirla pero se ha pegado a mi palma. Veo horrorizada cómo las venas de mis brazos toman el mismo color que la flor. Me levanto sobresaltada, todas las venas de mi cuerpo empiezan a brillar en esa tonalidad. Empiezo a frotarlas en un intento inútil de que desaparezca.

- Tengo que reconocer que eres escurridiza.

Noto como mi corazón deja de latir por un segundo cuando escucho esa voz detrás de mí.

<Despierta, despierta, despierta, despierta...> Me digo una y otra vez como un mantra. Pero no funciona. Cierro los ojos una y otra vez con fuerza en un desesperado intento de despertarme. No quiero vivir esta pesadilla, no quiero, no quiero, no quiero...

- También he de reconocer que tu amigo me ha complicado bastante las cosas.

¿Amigo? ¿A caso está hablando de Eric?

Me giro al oír sus pasos detrás de mí. El hombre de los ojos amarillos me mira fijamente mientras esboza una sonrisa de lado a lado. Retrocedo, intentando poner la máxima distancia entre los dos.

- Bueno, ahora que estamos los dos solos podemos retomar por donde lo hemos dejado, ¿no te parece? La última vez te fuiste en lo más interesante.- El hombre amplía su sonrisa. Instintivamente me fijo en las marcas de arañazos de la cara.

Sin pensármelo dos veces me doy la vuelta y empiezo a correr todo lo rápido que me permiten mis piernas.

- Por fin algo de movimiento. – Dice detrás de mí, luego escucho el sonido de sus pasos. También ha empezado a correr.

Busco desesperadamente algún sitio donde esconderme, pero la distancia que nos separa no es suficiente para que me pierda de vista. Descarto el plan y busco algo con que poder golpearlo. Por el suelo hay unas cuantas piedras pero no me atrevo a agacharme para recogerlas, en lo que tardaría en coger una él ya me habría alcanzado. Sólo me queda seguir corriendo. Me desvío hacia la derecha en el corazón de un bosque de grandes árboles, con la esperanza de que pueda tropezar con alguna rama y yo tener una oportunidad para escapar y esconderme. Pongo toda mi atención en mis pies procurando no ser yo la que se tropiece con las ramas, cuando de repente escucho un ruido seco. Deduzco que mi idea ha funcionado y se ha caído al suelo. Me esfuerzo por correr más rápido cuando noto que algo me araña el pie y caigo al suelo rodando por una pequeña pendiente. Mi cuerpo se detiene al chocar en uno de los árboles. Me quedo sin aliento durante unos segundos y luego toso fuertemente en un intento por llenar mis pulmones de aire. Procuro levantarme pero lo único que consigo es quedarme en el suelo, a cuatro patas. El hombre me alcanza y me golpea en la cabeza fuertemente con su pie. Vuelvo a quedarme tumbada en el suelo boca arriba. Miro horrorizada la figura que se yergue delante de mí. Ya no es un hombre, sino una bestia que me mira con ojos amarillos. La figura humana prácticamente ha desaparecido, las manos se han convertido en garras de afiladas uñas y de la mandíbula le sobresalen dos colmillos amenazadores. La bestia se inclina hacia mí.

- Ya me he hartado de tu juego. – Dice con una voz gutural.

Intento gritar pero no puedo, todavía me cuesta respirar por el golpe que he recibido en las costillas. La bestia levanta una de sus garras y la baja con fiereza rasgándome la piel de mi cuello a su paso. Empiezo a notar cómo la ropa se me empapa de sangre. Trato de zafarme de él y me giro rápidamente hacia la derecha, pero enseguida me intercepta y me coge por el cuello levantándome los pies del suelo. Pataleo y le golpeo con mis puños en la cara, pero no parece afectarle lo más mínimo. Entonces noto como mi cuerpo empieza a desprender calor desde la columna vertebral hasta mis extremidades. Mis venas empiezan nuevamente a brillar a medida que se va propagando el calor por mi cuerpo. La bestia lo nota y empieza a apretarme más fuerte el cuello. Está asustada, puedo verlo en sus ojos. Mi instinto me dice que aproveche este momento, le hago caso y con las pocas fuerzas que me quedan trato de hundirle mis dedos en la cara. La bestia empieza a aullar de dolor. Mis manos empiezan a desprender luz y noto cómo le quema en la cara. Le estoy quemando, con mis propias manos. La bestia me suelta y yo caigo al suelo. Mis pulmones se llenan de aire con un doloroso pinchazo. Trato de ponerme de pie para defenderme de la bestia, pero ha desaparecido. Mientras recupero el aliento la busco con la mirada. Fijo la vista en otra figura que no me había dado cuenta hasta ahora que estaba allí. Me mira fijamente con sus ojos negros cuando de repente, me desplomo en el suelo.

Me despierto en el sofá con una gran inhalación y con el corazón agitado. Me miro las manos en busca de resquicios de luz, pero no hay nada. Están como siempre.

Me quedo congelada cuando mis manos descubren losarañazos del cuello. 

Espectro luminoso [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora