- Vaya, vaya, pero mira quién se digna a volver a casa. – La voz de mi madre me da la bienvenida nada más entrar por la puerta. Está con los brazos cruzados delante de la puerta pero me mira con diversión.
- Hola, mamá. – Coloco mis llaves en el pequeño llavero que hay junto a la entrada y me dirijo a la cocina.
- ¿Dónde estabas? – Dice mi madre siguiéndome.
- En el puerto. – Digo mientras rebusco en la nevera un zumo de naranja. Cuando me doy la vuelta mi madre me clava la mirada en busca de respuestas. – Nos hemos encontrado con Nando y Miriam que vinieron a darme una visita, la verdad nos encontramos por casualidad ya que Nando se acercó hasta el puerto sólo para ubicarse.
- ¿Y ya se han ido? ¿Cómo no viniste para casa? Yo también quería saludar a Nando. – Inevitablemente al pensar en Nando mis mejillas se ponen rojas.
- Bueno, era por mi cumpleaños, ¿no es justo que pasaran el día conmigo y no contigo?
- Qué engreída. – Dice mi madre con un gesto muy dramático mientras coloca una mano en su pecho, encima del corazón. Me río con ella y me dispongo a subir a mi habitación, sé que si no huyo rápido va a seguir con su interrogatorio. – Has dicho nos, ¿con quién estabas? – Me ha pillado.
- Con Eric. – Apuro mi paso hacia las escaleras pero mi madre me intercepta y se coloca delante de mí.
- ¿Con Eric? – Me dedica una mirada sorprendida
- Sí, ¿de qué te sorprendes? Tú fuiste la primera que quiso que bajásemos juntos. – Me cruzo de brazos.
- Ya, pero nunca imaginé que os llevaríais bien. – Me quedo pasmada ante su sinceridad y la miro con el ceño fruncido. – En todo caso, me alegro de que os llevéis bien. Eric es un buen chico.
- Sí, intenta arreglarlo.
- Bueno, en todo caso, cada vez que tengas pensado no comer en casa avísame.
- Pero si te mande un mensaje. – Me quejo.
- Avísame con tiempo, no cinco minutos antes. Ya tenía la comida preparada.
- Lo siento...
- Es igual, te lo vas a tomar de cena. – Estoy a punto de decirle que no tengo hambre pero mi madre mi mira fijamente increpándome a que no rechiste. Asiento con la cabeza y subo a mi habitación.
Cuando llego, tiro la mochila al suelo, me pongo mi comodísimo pijama de pingüinos y me ato el pelo en un moño alto. Estoy agotada, no paro de pensar en mil cosas a la vez y mi cabeza está saturada de tanta información. Me tiro sobre mi cama y agarro mi móvil intentando buscar una distracción. Tengo unos cuantos mensajes de mis amigas preguntándome por qué me fui del instituto y uno de un número desconocido:
Vega, soy Nando. Hace poco que cambié de número y no me atrevía a decírtelo. Lo siento de nuevo. Era simplemente para que tuvieses mi número y para decirte que esta vez no te voy a fallar, no te voy a ignorar de nuevo. Sé que hice mal y estoy arrepentido, pero créeme cuando te digo que no te he podido olvidar en todo este tiempo y quiero volver a estar contigo como antes. Te he echado mucho de menos.
El mensaje está acompañado de varias caritas felices. Inspiro profundamente, ¿y ahora qué se supone que contesto? No quiero darle falsas esperanzas, no quiero hacerle creer que todo va a ser como antes, no después de todo. Pero es Nando y aun que me cueste reconocerlo, todavía tiene un sitio en mi corazón. Al final contesto:
Vale, ya me lo apunto ;) En cuanto a la otra parte del mensaje, necesito tiempo.
Después de estar media hora mirando el mensaje, lo envío tal cual está. No sé qué más podría decirle sin tener que empezar una larga discusión sobre el mismo tema.
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Espectro luminoso [PAUSADA]
Science FictionVega es una chica normal que acaba de mudarse a otra ciudad. Su vida da un giro de 360º cuando conoce a Eric, un chico atractivo y misterioso. En ese momento descubrirá secretos que desde el momento de su nacimiento se le han ocultado. ¿Quieres desc...