Capítulo 12

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Aquí estoy otra vez. Otra vez en la misma alucinación. El mismo cielo azul y violeta, con una luna gris que ilumina todo el campo cubierto de flores. Esas flores que hicieron que mi cuerpo empezase a producir luz. Me agacho y recojo una, pero esta vez ya no se funde en mis manos sino que empieza a brillar con tanta intensidad que me daña la vista. En cuanto la suelto ésta se apaga y pierde todo su color. Aquí es la primera vez que pude crear luz así que para intentar entender todo esto, me siento y me concentro en mis manos. Coloco mis palmas hacia arriba y empiezo a pensar en la última vez que las vi encenderse. Poco a poco mis manos se van calentando y empiezan a brillar. La felicidad me invade al darme cuenta de que funciona. El calor de mis manos se va propagando hacia el resto de mi cuerpo, pero a diferencia de la última vez, no me duele. Es una sensación muy agradable y cálida. De pronto todas las flores que me rodean comienzan a brillar débilmente. Procuro aumentar la intensidad de mi propio brillo y momentáneamente las flores comienzan a brillar con más fuerza. Me levanto y camino por todo mi alrededor haciendo que todas y cada una de las flores se iluminen. Es una escena preciosa, ojalá estuviese aquí mi madre para poder verlo.

- Qué bonito truco.

Esa voz, esa maldita voz otra vez. Subo mi mirada y allí está él, con un traje negro y su brillante mirada amarilla sonriéndome. Instintivamente doy varios pasos hacia atrás.

- ¿Qué quieres? – Mi tono es de desprecio.

- ¿Yo? Eres tú la que ha venido esta vez. – Le miro confusa, ¿yo he llegado hasta aquí? El hombre suspira con tristeza y continúa: - Es una pena, pero hoy no tengo tiempo para divertirme, mejor ven otro día ¿vale? Así podremos disfrutar de un buen rato.

El hombre amplía su sonrisa y empieza a caminar hacia mí lentamente. Adelanto mis manos para detener su paso. La última vez le quemé, hoy también podría hacerlo si intentase algo. El hombre mira mis manos y se le borra la sonrisa de la cara. Ahora su expresión es de odio.

- Te he dicho que no tengo tiempo. – Masculla sus palabras pero sigue viniendo hacia mí.

Empiezo a ponerme nerviosa y mis manos empiezan a perder intensidad, lo que provoca todavía más a mis nervios. De repente el hombre apura el paso y rápidamente se coloca a pocos centímetros de mí. Sus pupilas se transforman en una línea vertical y sus manos también cambian de forma, ahora son unas horribles garras con las que me agarra firmemente la cara. Sonríe y puedo verle dos colmillos afilados saliendo de su boca.

- Nos vemos pronto, escoria.

Cuando abro nuevamente los ojos estoy tumbada en un mullido sofá con la cabeza descansando en las piernas de Eric. Él me está acariciando el pelo y me mira con preocupación.

- Estoy bien. – Le contesto a la pregunta que no ha formulado en voz alta.

Miro a mi alrededor para intentar ubicarme. Estamos en lo que parece una tienda de muebles.

- ¿Qué hacemos aquí? – Le digo e intento erguirme pero Eric me agarra por los hombros y me coloca nuevamente en la misma posición.

- Bueno, me pareció un buen lugar para descansar.

- ¿Y los demás? ¿Y los empleados? – Mi cabeza empieza a aturullarse.

- Pues a Mario lo he convencido para que nos deje tranquilos y a los demás también, aunque he decir que Nando me ha costado un poco más. – Me mira triunfante y no tengo que preguntarle cómo los ha convencido, estoy segura que ha usado uno de esos trucos mentales.

- ¿Mario?

- Eso es lo que pone en su identificador. – Eric hace un gesto hacia un joven con un chaleco azul que nos da la espalda.

Espectro luminoso [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora