Capítulo 17

14 3 4
                                    

Vega:

Perdóname por no tener el valor suficiente para decirte esto personalmente, pero sé que no me lo permitirías tampoco. Sé que te has encontrado con ellos más de una vez y también sé que estás aterrada. Por eso, es mi deber protegerte. Hoy en cuanto salgas por la puerta, me encargaré de despistar a aquellos que te siguen. No te preocupes, llevo haciéndolo durante 17 años y esta vez el resultado no va a ser diferente. En cuanto consiga despistarlos, volveré a por ti. Cuídate mi pequeña.

Te quiere mucho, mamá.

Después de leer por novena vez la carta, subo apresuradamente a su habitación. Todo está como siempre, lo único que cambia es que su armario y cómodas están vacías. Entonces es cuando realmente entiendo que no está y no sé cuándo volverá. Se ha ido. Un fuerte dolor aparece en mi pecho y las lágrimas se asoman a mis ojos. Antes de que el nudo de mi garganta me impida hablar, busco el único apoyo que me queda.

Cuando abro la puerta me encuentro con un Eric totalmente confundido y nada más verlo es cuando me desplomo. Me abrazo a él fuertemente y mis lágrimas empiezan a brotar. Eric no dice nada, simplemente me devuelve el abrazo y deja que me desahogue. Todo mi mundo se ha desmoronado al conocer estos secretos, estaría mejor si nunca lo hubiese sabido, si nunca me hubiese interesado en eso. Quizás ahora mismo estaría con ella, esté donde esté. No entiendo por qué me ha dejado atrás, ¿es que quiere acabar con todo ahora mismo? ¿Es que le he parecido tan egoísta como para no marcharme con ella?

- Oye... - La voz de Eric interrumpe mis pensamientos y posa su mano en mi mejilla incitándome a mirarlo a los ojos. Eric me mira preocupado pero a la vez me dedica una sonrisa para intentar tranquilizarme. - ¿Puedo saber qué es lo que pasa?

Como no me veo con fuerzas para decirlo en voz alta, me separo de él y recojo la nota que mi madre dejó para mí. Mientras Eric lee la carta yo no me pierdo detalle de su expresión que se ha tornado más preocupada que antes.

- Bueno, como te dice en la carta, lleva haciéndolo 17 años. Va a estar bien. – Eric me sonríe pero no llega a sus ojos.

- Tenemos que salir a buscarla.

- ¡No! – Eric me responde con desesperación.

- ¿Cómo qué no? ¡Esos seres están siguiendo a mi madre!

- Vega, tu madre lleva escapando de ellos todo este tiempo y esta vez no va a ser diferente. – Eric se acerca a mí – Pero dime, ¿qué crees que puedes hacer si vamos detrás de ellos? No sabemos a cuántos habrá atraído, ¿cómo vas a enfrentarte a todos? – Sé que con sus palabras trataba de convencerme pero lo único que consigue es preocuparme mucho más por ella.

- ¿¡Y cómo lo va a hacer ella, Eric!? ¿¡Cómo va a defenderse!?

- ¡Es a ti a quien buscan Vega! – Me quedo callada, sin saber que responder. Pero rápidamente la respuesta viene a mi mente.

- Porque soy una nitoris. – Eric asiente y por un momento no es capaz de mantenerme la mirada.

- Si en algún momento descubren que tu madre viaja sola, lo más probable es que la dejen en paz.

- Y vengan a por mí.

- Pero tú no estarás aquí. – Le miro totalmente confundida, entonces Eric sigue: - Vas a venir conmigo.

- Pero si mi madre consigue despistarlos, va a volver a por mí. No puedo irme sin más ¿y si llega y yo no estoy? ¿Cómo...

- Me encargaré de hacérselo saber. Pero tú no puedes quedarte aquí, Vega. No sabemos si ya han descubierto que tu madre está sola o no y no lo vamos a saber nunca. No quiero arriesgarme a que cualquier día te encuentren y te lleven con ellos. – Eric me mira fijamente dejándome muy claro que no admite ninguna queja.

- ¿Cómo vamos a saber si ella ha vuelto si no estamos? – Digo esta vez más calmada.

- A mí no me están buscando, puedo venir hasta aquí las veces que hagan falta hasta que descubramos algo.

- Entonces a ti también te buscarán, que estés entrando y saliendo es muy sospechoso. – No puedo aceptar que Eric tenga también que marcharse por mi culpa. Eric me sonríe con una de sus famosas sonrisas de medio lado.

- Siempre puedo actuar como un novio desesperado. – Al terminar de decir la frase noto como mis mejillas se enrojecen y una sonrisa se forma en mis labios. Eric se acerca a mí y me da un cálido abrazo. – Además, soy el menor de sus problemas. Lo importante es protegerte a ti.

Eric deja un suave beso en mis labios. Ambos subimos a mi habitación y hacemos las maletas, Eric bromea de vez en cuando para recoger él mi ropa interior pero noto que está preocupado. Agradezco tenerlo aquí a mi lado y que me ayude tanto, pero mi cabeza no deja de darle vueltas al mismo tema. Sigo preocupada por mi madre, aunque lleve tantos años esquivándolos sigo sin sentirme segura.

Nos subimos en la moto y le echo un último vistazo a la que fue mi casa por este breve período de tiempo. Cierro mis ojos y me garro fuertemente a la cintura de Eric. Conducimos unos vente minutos antes de pararse frente a unos edificios altos y modernos.

- Hemos llegado. – Dice Eric bajándose de la moto y ayudándome a hacer lo mismo.

Según entramos las luces automáticas del portal se iluminan dejando ver un vestíbulo blanco y azul lleno de espejos por ambos lados. Eric llama al ascensor y éste desciende sin hacer apenas ruido mientras en el panel se van iluminando de color azul los números. Eric presiona el número 12, el último piso y ascendemos en silencio. Cuando abre la puerta de su casa yo me quedo maravillada con el interior. Es un salón en tonos negro, rojo y dorado. Con un largo y amplio sofá negro y una enorme televisión anclada en la pared. Eric me mira y sonríe con suficiencia. Me enseña el resto de la casa, la cual hace juego con lo primero que había visto. Está toda amueblada con los mismos tonos del salón y todo tiene pinta de nuevo. Entonces Eric se para en una habitación amplia y deja allí mis maletas. En el centro de la habitación hay una cama doble con un cabecero de metal con forma de enredadera encima. Un armario enorme de color crema cuyas puertas son espejos, al lado un escritorio del mismo color con un ordenador portátil encima y un reproductor de CD. En la otra esquina se encuentra una pequeña estantería llena de libros y un pequeño sofá de cuero negro al lado.

- Tu habitación. – Dice Eric detrás de mí. Me giro y lo miro totalmente confundida, está claro que ésta es su habitación.

- ¿Y la tuya?

- Es el sofá. – Eric se ríe levemente y me deja sola en esa enorme habitación.

Abro mis maletas y cojo un pijama de pantalón largo y camiseta de tirantes. Miro la hora: las 4:47 de la madrugada. Tímidamente me meto en la cama y el olor de Eric invade mis fosas nasales. Me acomodo como puedo en la mullida cama pero no paro de dar vueltas en ella, no consigo dormirme. Estoy tan exaltada por todos los acontecimientos que no creo que sea capaz de dormir. Después de casi una hora sin darme dormido, decido ir a buscara Eric. Con suerte el también estará despierto. Cuando llego al salón me encuentro con un Eric dormido cubierto con una fina manta, tiene una expresión calmada y los labios entreabiertos. Sonrío para mí misma y se me ocurre una pequeña locura. Me coloco a su lado en el sofá y nos tapo a ambos con la manta mientras no dejo de mirar su bello rostro. Con el calor que desprende el cuerpo de Eric y la tranquilidad que me proporciona estar a su lado finalmente me quedo dormida.   

Espectro luminoso [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora