35. Un encuentro gatuno.

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Andrómeda Steel

6 años de edad



— ¡Listos o no, allí voy!

Escuche en alguna parte de la casa gritar a May, estábamos jugando a las famosas escondidas con él, Emma y un vecino que había conocido mi primo jugando fútbol con algunos niños del vecindario, no habían reglas y podíamos escondernos incluso en el jardín, donde precisamente corría a ocultarme tras un árbol mediano que había plantado mamá. Jadeante visualice el árbol a tan solo unos cuantos pasos, cuando llegue mis pies torpes se enredaron con una rama y caí de bruces contra el césped.

— Eh, ¿Te golpeaste? — Levante mi cabeza hacia aquella voz lazando dagas con la mirada.

— ¿Tú que crees? — farfullé molesta, aquel niño me tendió la mano pero yo la ignore y me levante por mis propios medios. — Estoy bien. — sacudí con mis manos el barro y hojas que había ensuciado mi vestido.

No es que aquel niño me cayese mal, muy poco lo había tratado de hecho, y en las pocas palabras que habíamos cruzado aquel día me dieron a notar que era bastante agradable. No tenía idea del por qué lo trataba mal, tal vez estaba muy niña y creí que si me le acercaba se me iba a contagiar la peste, o tal vez y lo más seguro, es que había de haber pasado mucho tiempo con Emma.

El niño se me quedo mirando como si tuviese un bicho en la cara.

— ¡Ay! ¿Qué tengo? — me palpe el rostro con los dedos tratando de encontrar algún defecto, pero al no detectar nada le pregunté — ¿Acaso me rompí un... ¡Eh! ¿Qué haces? — le pegué un zape en la mano cuando este estaba tocando mi rostro. — ¿Te has vuelto demente? —Él se encogió de hombros.

— Se te ha pegado un saltamontes en el cabello — Yo me quede de piedra, un segundo después estaba dando vueltas como loca — ¡Ahhhhhhhhhh! ¡Quítamelo! ¡Quítamelo!

— Si te quedaras quieta un segundo créeme que sería de ayuda — murmuro tratando de quitármelo, yo a regañadientes le hice caso y el tomo en sus manos al pequeño insecto de mi pelo y lo dejó que se fuera saltando sobre el césped nuevamente — Vuelve a casa amiguito. —dijo hacía el insecto, y esté como si entendiese le obedeció. El niño se dio la vuelta hacia mí, su ceño se frunció mirándome y seguidamente de esto soltó una leve carcajada.

— ¿Se puede saber de qué te ríes? —cruce mis brazos sobre mi pecho a la defensiva.

— Es que has quedado toda despeinada y te ves graciosa — él sonrió divertido y un bonito hoyuelo se formó en su mejilla.

Yo me puse toda colorada. Rápidamente pase mis manos por mi cabezo en un intento por aplacarlo.

— ¡Escuche voces en el jardín! ¡Ya los tengo chicos! — mi primo grito a lo lejos.

— Sera mejor que nos escondamos. — dijo él y yo asentí de acuerdo. Corrimos hacia aquel árbol que ya había mencionado anteriormente y juntos trepamos hasta las ramas más altas que nos cubrían por completo.

— ¿Crees que nos encuentre? — le pregunté.

— Has silencio. — tapo mi boca con su mano y yo le mordí con fuerza.

— ¡Ay! — se quejó él, yo lo fulmine. — ¿Qué te pasa? — gruño.

— No sé, solo no me toques. — me removí incomoda en mi rama observando hacía bajo, May pasaba por allí debajo buscándonos sin tener éxito.

¿Admirador Anónimo? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora