28. Atrapando al hurón.

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La sonrisa de Sebastian se desvaneció de su rostro.

  — ¿Otra persona? — enarco una ceja confundido— ¿Quien?

  — Mira Sebas, eso no importa mucho ahora — sonreí culpablemente por tener que dejarlo solo— tengo que ir a buscar a una persona ya mismo— gire sobre mis pies para entrar por la puerta.

Sebastian sujeto mi antebrazo impidiéndome continuar.

  — ¿No hay problema si te acompaño a buscar a esa persona? — me  miro fijamente esperando una respuesta mientras trazaba suaves círculos en mi piel con sus dedos rasposos. Mi piel se erizo de pies a cabeza e instantáneamente me solté de su agarre.

  —  Y-yo preferiría hacer esto sola— evite su mirada.

¿Por que me comportaba de aquella forma? que Sebastian Aigner no fuese mi anonimo, no significaba que yo tuviera que evitar todo contacto físico con el ¿o si?

  — Bueno, iré con tu primo entonces — señalo dentro de la casa— te veo al rato Ann— se acerco a besar mi mejilla pero yo retrocedí pegándome lo mas que podía a la pared. 

Su mira se oscureció, sabia perfectamente que sus ojos cambiaban su tonalidad constantemente, ¿pero era posible que pasaran de ser claros a ser completamente negros?

— Sera mejor que entres— trague saliva.

Sebastian me observo con la mandíbula tensa y sin decir mas paso por mi lado apenas rosando su brazo con el mio.

Solté todo el aire que mis pulmones estaban reteniendo.

¿Que paso conmigo?, ese chico solo intentaba ser amable conmigo y yo lo trate de la peor forma posible haciendo que se molestara. 

¿Por que destruyo todo lo que toco?

No se merecía que lo tratara mal, pero al comprobar que Sebastian no era mi anonimo sentí en mi pecho un extraño vació lleno de ¿decepción?, estaba completamente segura que era el, lo sentia. Hasta que llego ese texto a mi teléfono celular. Porque, ¿Como seria posible enviarme un mensaje estando junto a mi?

Sabia que existía una pequeña probabilidad de que no fuera el, pero entonces ¿Por que sentía ese nudo gigantesco y molesto formándose en mi panza?

...

Después de respirar un poco mas de aire fresco, deje todas mis dudas a un lado y me propuse ser valiente y entrar a la que es mi casa después de todo.

Allí adentro se encontraba una infinidad de personas, y, sinceramente no se como cabían tantas si mi casa no era especialmente enorme. Debían encontrarse por lo menos el curso completo de mi primo y otros tres mas. Era un mar de gente allí adentro y no entendía como las personas podían caminar sin ahogarse.

Solté un suspiro frustrado y me senté en el piso de la cocina al no encontrar ningún lugar disponible.

Si de por si ya era difícil encontrar a una persona entre todas aquellas que se encontraban aquí, era mil veces peor encontrar a una persona que ni si quiera sabias como lucia.

Tome mi celular entre mis manos y busque entre mis contactos al chico "princeso". Era la única forma que tenia de intentar saber donde se encontraba sin morir asfixiada. 

Andy Steel: ¡Hola, chico anonimo! ¿Eso quiere decir que por fin de dignaras a revelarme tu identidad?

Visto a las 9:30

¿Admirador Anónimo? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora