34. Allí voy chico anónimo.

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Respiro con profundidad.

Vamos Ann, ¡tú puedes!

Mi subconsciente me daba porras que no me animaban en lo absoluto.

¿Pero cómo podría estarlo?

Estaba parada fuera de la casa de mi estúpido ex frente a su puerta congelándome hasta alma, pues estaba comenzando a helar y yo como siempre olvidadiza y despistada, no había reparado en mi abrigo.

Me armé de valor y toque el timbre con la mínima esperanza de que no hubiese nadie en casa, pero mi esperanza se fue al caño cuando segundo más tarde mi estúpido ex asoma su cabeza por la puerta mirándome malhumorado.

Forcé una sonrisa amistosa.

— ¡Dylan!

— Andy — me observo de arribo abajo sin ningún descaro, me sentí incomoda. — ¿Qué haces aquí? — me miro extrañado. Bueno en cierto modo tenía sentido, estaba helando afuera por no decir que el cielo estaba lleno de nubes negras y grises que en cualquier instante desatarían una tormenta.

— Amm — murmure pensando una buena excusa — quería saber si tienes los apuntes de mate.

Asintió mirándome raro y entro en su casa acogedora y calentita. Yo me quede tiritando afuera pues este idiota no me había invitado a pasar si quiera, ¿Dónde quedo la cortesía hoy en día caballeros? Regreso un momento después con su cuaderno en mano y me lo tendió, yo lo tome.

— Bien. — dijo el como con afán de que yo me fuese ya. — Si es todo lo que querías... — ni si quiera termino la frase porque ya estaba cerrándome la puerta en la cara, la frené con mi mano, la que no estaba enyesada.

— Necesito que me hagas un favor. — solté sin más.

Dylan se recargo en el marco de la puerta con sus brazos cruzados hacia mí, una sonrisa arrogante se posó en su boca.

— ¿En qué puedo ayudar a la damisela? — pregunto con ironía. Yo sonreí, procurando con toda mis fuerzas no golpearlo en la cara con mi brazo sano.

— Necesito saber un nombre — lo mire con seriedad —...de un chico.

Dylan me observo incrédulo pero yo seguía mirándolo fijamente, el aflojo.

— Bien, ¿Quién es el galán?

— ¿Te acuerdas cuando aún andábamos? — el contesto con un "si" y se removió un poco incómodo, no lo juzgo, yo me sentía justo del mismo modo ya que no nos habíamos dirigido la palabra desde la ruptura. — La razón por la cual, ya sabes, rompimos, fue por un chico, mi admirador anónimo. — Dylan frunció su ceño como pensando, recordando tal vez lo que yo le estaba diciendo. — Ese chico me dijo que hablo contigo para hacerte recapacitar, ¿Lo conoces? —pregunté finalmente.

— Si, va de nuestro salón de mate y artes — afirmó cortante. — ¿Aun sigues sin saber quién es?

Negué con la cabeza.

Y espere a qué me dijera su identidad.

Sonrió grande.

— Todo lo que quieres es un nombre ¿No?

— Si.

Saco su celular y lo reviso distraído como olvidándose que me estaba matando de la curiosidad, finalmente me miro y enseño la pantalla táctil de su celular el nombre de un usuario de facebook. Yo me quede de piedra allí analizando todo, uniendo todas las piezas a las que no encontraba ningún sentido.

¿Admirador Anónimo? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora