Capítulo 8

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Llegué a la oficina temprano, como de costumbre, y me aseguré de que todo estuviera en orden antes de que Erik, llegara. La oficina estallaba de actividad, el jueves antes de irme la semana pasada, preparé todo para el viaje de última hora, así que puede que haya dejado algunas cosas pendientes, pero no eran muy relevantes, me senté en mi escritorio y comencé a revisar mis correos electrónicos. Había pasado antes por la oficina de Izan, pero solo encontré a Héctor ahí, el secretario de Izan, me dijo que no estaba porque lo habían mandado a la revisión de uno de los proyectos

Mientras me acomodaba en mi escritorio, oí pasos rápidos en el pasillo. Erik pasó frente a mí y me sorprendió verlo de mejor humor de lo que suele estar, me dijo buenos días y no pude evitar responderle con una sonrisa, parecía que algunas cosas habían cambiado sobre todo después de todo lo que paso en el viaje, pareció que le incomode con mis preguntas y aunque me moleste, él tiene razón en querer guardar sus cosas para él, sobre todo si a mí ni me conoce como para estarme contando sus problemas.

Justo en ese momento, Mia apareció con su sonrisa radiante como siempre

—Buenos días Gabriela —saludo, su voz estaba llena de euforia.

—Buen día Mia — respondí entregándole un vaso de café que compré de camino hasta acá.

—Gracias, por cierto ¿cómo vas con tu auto?

Gracias al aumento de sueldo que recibí cuando empecé a trabajar para Erik, pude meter a mi pobre cucaracha al taller hace un tiempo, necesitaba uno que otro arreglo y uno que otro repuesto, se salió un poco de mi presupuesto, pero ya estaba en reparación y eso me daba un poco más de alivio.

—Me dijeron que puede estar en una o dos semanas —respondí

—Es mejor que nunca —me animo — ¿Porque venías del otro lado del piso?

—Fui a la oficina de Izan, se supone que me esperaba para entregarme unos papeles esta mañana, pero Héctor me dijo que no se encuentra, así que regresare luego.

—¡Ya sabía yo que había algo raro! Hoy vienes con un peinado diferente y esa falda debe ser nueva ¡Admite que aun te gusta Izan, Gabriela! Ya basta de excusas.

—¿Qué dices, claro que no? —me burle dándome la vuelta

—¿A no? como tienes una reunión con él te has colocado ese perfume, ¿me equivoco?

Intenté negarlo, pero las palabras no salieron. En cambio, me encogí de hombros y traté de hacerme la desentendida. Admito que desde que entré a trabajar aquí me gusto Izan se lo confesé a Mía y ella muchas veces intento que ambos coincidiéramos en algunos lugares como la cafetería, recepción, la sala de reuniones, pero luego me enteré que estaba en una relación y le dije a Mia que mis sentimientos por el habían terminado.

Pero hace unos meses Mia me dijo que habían terminado, la verdad se le notaba un poco en la mirada triste y que pasaba más tiempo encerrado en su oficina así que le dije que no me interesaba que ya había perdido el gusto, pero en realidad no lo hice solo que me daba miedo intentarlo y sólo ser la chica del proceso.

Para mi suerte Erik apareció en la entrada de su oficina solicitándome que le llevara unos planos y que llevara mi laptop para redactar unos correos, momento en el que tome todo en mis manos y caminando a su oficina me despedí de Mia dejándola atrás con muchas dudas y una sonrisa furtiva en sus labios.

La oficina de Erik era un lugar en el que me gustaba estar sobre todo por su vista panorámica de la ciudad a través de sus ventanas de piso a techo que me permitían ver todo desde arriba tan bello.
Me encontraba revisando algunos documentos que Erik me había pedido que solicitara en la oficina de Italia, estaba muy concentrada revisando uno por uno, tomándome por sorpresa cuando se acercó hasta donde estaba yo sentada. Con su habitual porte tranquilo y seguro, me dirigió una mirada antes de hablar.

No te alejes de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora