Ya habían pasado tres días de todo lo sucedido, no sabía nada de Erik, me enoje con Izan y últimamente no nos hablábamos, pero en el fondo sabía que no era su culpa sino mía por hacerme películas en mi cabeza basadas en la historia y argumentos de alguien más sin pedir una explicación antes.
Como pude haber acusado a Erik sin preguntarle primero, fui una tonta que se dejó llevar. Pensar en todo lo que había hecho mal por momentos no me permitía darme cuenta de lo que había logrado, ni siquiera había empezado a arreglar mi diseño con los lineamientos para enviar al concurso, y el tiempo disminuía.
Sali de la oficina y pase por una panadería, compre un pastel de chocolate y dos capuchinos y me dirigí al hospital donde Mía había estado hospitalizada hace tiempo.
—Buenas tardes, busco una paciente que se encuentra internada aquí —dije acercándome a la señorita tras el escritorio de la entrada.
—¿Nombre? —pregunto sin ánimos.
—Amber... —ahí me di cuenta que jamás pregunté su apellido.
—¿Amber qué? tenemos al menos cinco pacientes con ese nombre, puede ser más específica.
No tenía ni idea, creí que solo con decir Amber sería como una película y rápidamente me llevarían a la habitación de la chica, como si todo el mundo supiera quien era yo.
—Déjame ayudarte Gladys —dijo otra chica más amable acercándose a ella —ve por tu café de la tarde yo me encargo.
La señora que estaba frente a la computadora se puso de pie rodando los ojos y se levantó.
—¿Tienes algún otro dato que me puedas proporcionar? —pregunto con amabilidad la chica que me hizo sentir mejor.
—Pues es una mujer joven, ella necesita rehabilitación.
—Me parece saber de quién hablas, ¿eres familiar de la paciente?
—No, solamente somos conocida.
—Bien dame un momento, ¿cuál es tu nombre?
—Gabriela.
Ella tomo el teléfono que tenía junto a ella y marco unos números en él, menciono que yo estaba aquí, tardo un momento en tener una respuesta, pero luego sonrió y dejo el teléfono de donde lo había tomado.
—Está en la habitación 315, puedes pasar.
—Gracias, enserio.
El elevador me dejo en el cuarto nivel una vez ahí, me empecé a guiar por las flechas, hasta que logre encontrar la habitación, me acerque y con mi puño di dos golpes en la puerta, escuche la dulce y frágil voz de Amber del otro lado diciendo que pasara, así que no dude en adentrarme.
—Me sorprendió mucho cuando me dijeron que Gabriela había venido a visitarme —menciono en un hilo de voz, su brazo derecho estaba reposando sobre una almohada y estaba conectada a unas máquinas —es bueno verte otra vez.
Ella estaba en la cama de hospital sentada al parecer se encontraba leyendo un libro antes de que yo llegara, lo cerro y lo dejo junto a la mesa que tenía a un lado.
—Bueno, la última vez que estuve aquí me ayudaste mucho no se mucho de tus gustos, pero te he traído pastel y café —dije levantando mis manos para enseñarle.
Amber toma el vaso con manos temblorosas, pero su sonrisa se hace más genuina
—No tenías que hacer esto... pero, me encanta el chocolate. En serio, me hacía falta algo así. —hace una pausa, observándome —Siéntate, por favor. Cuéntame, ¿cómo te ha ido desde la última vez?
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No te alejes de mí
RandomGabriela es una joven soñadora que trabaja como secretaria en una prestigiosa empresa de arquitectura. Aunque disfruta de su trabajo, sueña con algún día convertirse en arquitecta para poder ayudar a su familia. Sus días en la oficina son rutinarios...