Capítulo 12

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El café estaba lleno, pero apenas lo podía notar. Las voces a mi alrededor eran un murmullo lejano, casi imperceptible. Frente a mí, Mia hablaba, pero sus palabras se desvanecían en el aire antes de llegar a mi mente. Estaba atrapada en un remolino de pensamientos que no me dejaban en paz, incapaz de concentrarme en nada más.

Las palabras de Amber resonaban una y otra vez en mi cabeza: "Si hay algo que realmente amas o te apasiona, deberías hacerlo, no importa lo que pase, al menos sabrás que lo intentaste y no lo dejaste ir tan fácil". Sentí un nudo en el estómago. Ella tenía razón, lo sabía, así también las palabras de Erik que me alentaban todavía más "Se nota la dedicación que tuviste al realizarlo. Lamento que esto no pueda ser parte del concurso, es muy bueno" Pero la voz de Izan se superponía, creando un eco amargo que me llenaba de dudas. "Te robará tu diseño".

Habían pasado tres días desde que se lo mostré a Erik, y desde entonces, todo se había vuelto confuso. Mi mente iba y venía entre la esperanza, el temor, algo de desesperación y decepción. Me sentía estúpida por dudar de Erik, pero las palabras de Izan se habían incrustado como una espina en mi pensamiento, haciendo que me preguntara si había cometido un error. ¿Qué tal si Izan tenía razón? ¿Y si Erik no era tan confiable como yo creía? Pero, al mismo tiempo, Amber... había algo que me decía que podría cumplir mi sueño confiando en Erik, pero también que podía perder mi oportunidad y mi diseño.

Perdida en mis pensamientos, no me di cuenta de que Mia me estaba hablando. La vi mover sus labios, pero sus palabras no llegaban a mi cerebro. Sólo cuando me tocó el hombro, salté ligeramente en mi asiento y la miré a los ojos.

—Gabriela, ¿estás bien? —me preguntó con una mezcla de preocupación y curiosidad.

Intenté sonreír, fingir que todo estaba bien, pero la preocupación en su rostro me hizo darme cuenta de que no podía ocultarlo más. Bajé la mirada a mi taza de café, viendo cómo el líquido oscuro se movía suavemente, reflejando la luz de la cafetería.

—No sé qué hacer, Mia —admití en voz baja, sintiendo cómo mi voz temblaba ligeramente—. No puedo dejar de pensar en lo que me dijo Erik sobre mi trabajo. Pero luego están las palabras de Izan... no puedo sacarlas de mi cabeza.

Mia guardó silencio por un momento, permitiéndome ordenar mis pensamientos. Sabía que si había alguien en quien podía confiar, era en ella.

—Gabriela —comenzó con suavidad—, a veces tienes que escuchar a tu corazón, incluso cuando hay tantas voces alrededor. ¿Qué es lo que realmente quieres hacer? ¿Qué sientes en lo más profundo de ti?

Tomé aire, dejando que sus palabras calaran en mí. Lo que realmente quería hacer... Lo sabía. Siempre lo había sabido. Pero admitirlo en voz alta, enfrentarlo, era otra cosa. Estaba asustada, asustada de lo que podría pasar, pero también asustada de la verdadera razón de porque tenía miedo de la traición de Erik.

Finalmente, levanté la mirada y encontré los ojos de Mia. Había un brillo en ellos, una calidez que me hizo sentir que no estaba sola en esto.

—Tengo que hablar con él —dije, sorprendida de escuchar la firmeza en mi propia voz.

—Pero ¿Confías en Erik?

—Claro lo creo incapaz de hacerme algo así, él no es así Mía yo confío en el —respire profundo —solo quiero saber si hablo con su padre para presentar mi trabajo.

Mia sonrió, una sonrisa llena de apoyo y aliento.

—Entonces, hazlo, Gabriela. No te dejes llevar por el miedo.

Asentí, sintiendo cómo un peso se levantaba de mis hombros, aunque solo fuera un poco. Tal vez no tenía todas las respuestas, tal vez aún estaba llena de dudas, pero por primera vez en días, me sentí un poco más clara sobre lo que tenía que hacer.

No te alejes de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora