Capítulo 14.

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La mañana estaba fresca, con el sol apenas asomándose entre las nubes, si sigue así podría salir a correr más noche. La falta de la habitual actividad de Erik, era notable, cuando apenas había llegado y no se presentaba ni se sentía, ni le tomaba importancia, pero ahora su presencia marcaba mis días, sobre todo porque me sentía culpable y sentía ser la razón de que no se presentara. Su ausencia había sido un tema de conversación entre los demás trabajadores durante los últimos días, pero yo lo sentía de una manera más personal.

A medida que la mañana avanzaba, intente sumergirme en mi trabajo, pero tras la ausencia de Erik tampoco había mucho que tuviera que hacer, ya había arreglado mi escritorio dos veces porque si no me distraía mis pensamientos se dispersaban. Revise los planos del diseño para el concurso, tratando de encontrar algún error o detalle que pudiera corregir, pero mi mente seguía vagando hacia la última vez que hable con Erik.

"¿Y si fue un error realizar el diseño?", pensé mientras tamborileaba con los dedos sobre el escritorio. La idea me inquietaba, pero al mismo tiempo, no podía negar el orgullo que sentía por mi propio trabajo, lo que yo había logrado. Sin embargo, la duda seguía royendo en mi interior, o talvez era la culpa.

El reloj marcó la hora del almuerzo, pero no tenía hambre. Deambule por la cafetería, con mi bandeja en mano, escogiendo al azar algunos alimentos, más por costumbre que por deseo. Me senté sola ya que Mía falto hoy al trabajo por un chequeo en el hospital, las voces de otros eran solo un murmullo lejano en mi mente.

Cuando finalmente decidí regresar a mi escritorio, sentí un leve zumbido en mi bolsillo. Tomé el teléfono y vi una llamada perdida de un número desconocido. Normalmente, ignoraba ese tipo de llamadas, pero insistió con una segunda llamada y decidí responder. Quizás era la necesidad de distraerme.

—¿Hola? —pregunte, cuando conteste la llamada.

—¿Gabriela? Soy Amber —respondió una voz cálida y un tanto vacilante al otro lado de la línea.

Me sorprendió escucharla, pero a la vez me alegro.

—¡Amber! ¿Cómo estás? —Sentí cómo mi tono se suavizaba al reconocer la voz.

—He estado bien, gracias —respondió Amber, aunque había una nota de incertidumbre en su voz—. Bueno... dentro de lo que cabe. Gabriela hoy necesito estar en rehabilitación. Debo dar un nuevo paso, y... Me preguntaba si podrías acompañarme. No quiero molestarte, sé que tienes tus cosas, pero...

Escuche la vacilación en la voz de Amber, ese ligero temblor que delataba la mezcla de valentía y vulnerabilidad. Aunque era una petición simple, no dejaba de ser significativa. Amber estaba confiando en mi para un momento importante, no me lo tomaba a la ligera.

—Amber, me encantaría acompañarte —respondí con firmeza, queriendo dejar claro que no era una molestia en absoluto—. De verdad, si puedo estar ahí para apoyarte, cuenta conmigo. Salgo del trabajo en un par de horas, y estaré contigo tan pronto como pueda.

Hubo un silencio breve al otro lado de la línea, como si Amber estuviera procesando sus palabras, y luego respondió con un tono más aliviado

—Gracias, Gabriela. Significa mucho para mí.

Sentí una calidez en el pecho. A pesar de sus propios miedos e inseguridades, el hecho de que Amber confiara en mi me dio una sensación de propósito, algo que iba más allá de mis preocupaciones sobre Erik o el trabajo, sin pensar que pronto serán los finales en la universidad.

Al finalizar la llamada me quede observando mi escritorio me di cuenta que coloque unas carpetas junto a la impresore, pero talvez si me gustaban más sobre la repisa donde estaban antes, me dispuse a cambiarlas, cuando estaba por colocarlas arriba del estante una voz me sobre salto por atrás.

No te alejes de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora