Capítulo 22

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Después de la ceremonia de premiación y la cena, la noche se había tornado tranquila, la madre de los chicos era muy amable conmigo en cada momento intentando hacerme pertenecer, estaba muy feliz esta noche de estar con su esposo y sus dos hijos, le alegraba que Erik ganara, pero no podía evitar ver que su mayor alegría era ver a Amber aquí, se levantó y quería que le tomaron foto con sus hijos por todos lados, el padre de Erik aún se encontraba en la mesa tomando una copa de vino. Lo vi caminando hacia mí con una expresión más relajada de lo usual, a veces en la empresa solía verlo como una figura imponente, pero hoy parecía distinto.

—Gabriela, ¿tienes un momento? —dijo con voz calmada.

Asentí, algo sorprendida, y lo seguí hasta un rincón más apartado del restaurante. No podía evitar sentirme un poco nerviosa. Nunca habíamos tenido una conversación más allá de lo estrictamente necesario. Sin embargo, la forma en que me miraba hoy era diferente, no era el empresario serio y severo que conocía, sino un hombre con una mirada más relajada.

—Primero, quiero felicitarte —comenzó—. Has hecho un trabajo extraordinario. Ganar este concurso no es algo menor, y me enorgullece verte lograrlo.

—Gracias —dije, sintiéndome halagada. Pero había algo en su tono que me hacía pensar que no estaba ahí solo para felicitarme.

Se quedó en silencio por un momento, como si estuviera buscando las palabras adecuadas. Luego continuó, esta vez con un tono más ligero.

—Sabía que tenías un gran potencial cuando aceptaste el trabajo que te propuse, no solo para el área administrativa, sino en todo lo que has hecho en la empresa. Pensé que ayudarías a Erik a enfocarse en lo profesional, pero no me esperaba... lo que ha pasado entre ustedes dos —sus ojos se suavizaron aún más, y por un segundo me pregunté si iba a reprocharme algo.
—No te preocupes, no estoy aquí para hablar de negocios. —Se río, lo cual fue un poco desconcertante—. Lo que quiero decir es que lo que has hecho por Erik va más allá de lo que cualquiera esperaba. Hace tiempo que no lo veía tan... bien y sé que es gracias a ti.

Mi mente trataba de procesar sus palabras. No podía creer que estuviera diciendo aquello, ¿de verdad creía que yo había hecho tanto por Erik?

—Erik siempre ha sido fuerte —agregó, mirando brevemente al suelo, como si buscara ordenar sus pensamientos—, pero también es alguien que se cierra mucho en sí mismo. Y después de todo lo que ha pasado en su vida, pensé que nunca volvería a ser el mismo. Pero ahora lo veo distinto, más enfocado, más... feliz. Y sé que tú tienes mucho que ver en eso.

Nunca había pensado que hubiera tenido un impacto tan grande en él, al menos no de la manera en que lo estaba describiendo su padre.

—Yo... no sé qué decir. Erik es una persona increíble, y me alegra si he podido ayudarlo, pero creo que él también me ha ayudado a mí. Mucho más de lo que él se imagina —respondí con sinceridad —él asintió, con una leve sonrisa.

—Erik me contó algo hace poco. Dijo que fueron tus palabras las que lo convencieron de volver a participar en el concurso. Que, gracias a ti, volvió a sentir esa pasión por la arquitectura, esa chispa que pensé que había perdido para siempre.

Mi corazón dio un vuelco al escucharlo. Había notado que Erik estaba más comprometido con su trabajo, pero no sabía que mis palabras hubieran tenido tal efecto en él.

—¿De verdad? —pregunté, sintiendo que mis emociones se mezclaban entre sorpresa y gratitud.

—Sí. Dijo que tú le diste la confianza que necesitaba para volver a confiar en su propio talento. Y quiero agradecerte por eso, Gabriela. No solo por lo que has hecho en el ámbito profesional, sino también por lo personal. Has logrado algo que nadie más pudo: que mi hijo recupere su pasión por la vida.

No te alejes de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora