—Tuve fe.
—¿Tres días? —renegó la rubia junto a mí
—Mi fe es grande —afirme.
—Dicen que la fe mueve montañas, pero ni siquiera con fe arranca tu auto —comenzó a reírse a lo cual yo solo hice un mohín.
Era el tercer día que intentaba irme al trabajo en mi auto y era el tercer día que tampoco había querido arrancar, así que tuve que llamar a Mia para que pudiera pasar por mí, por suerte estaba en su departamento y no en el de Ryan ya que desde su departamento el mío queda de paso.
—Bueno, creo que me tocara volver al autobús o al metro en su defecto.
—¿No lo llevaras a reparar?
—Bromeas, es una fortuna, con lo que gano apenas y alcanzo a la renta y la mensualidad en la universidad, un gasto más y tendré que empezar a decidir entre si desayunar, leche o cereal, porque comerlos juntos ya sería un lujo —Me queje.
—Eres una exagerada —se burló Mia de mi —pues, por lo tanto, cuando debas ir al trabajo yo te puedo pasar trayendo.
—Mía no sabes cuanto te lo agradezco.
—Para eso están las amigas, yo sé que me amas —Hizo una mueca para mandarme un beso, acto que me provoco risa.
Llegamos al edificio y Mia dejo el auto en el parqueo subterráneo, cuando nos bajamos nos dirigimos al elevador.
—¿Viste el traje que llevaba ayer Izan? me encanta como le queda el azul —dijo mi amiga.
—Claro que note que te gusto, un poco más y llenabas la oficina con tu baba —le respondí riendo.
—Bueno mi gusto culposo es verlo, porque no cambiaría a Ryan por nada.
Ambas nos reímos hasta llegar al cuarto piso, ambas marcamos nuestra entrada y nos dirigimos hasta nuestros respectivos escritorios.
—¿Oye tú tienes los reportes de Julio? —Le pregunté a Mía después de no encontrarlos en mi escritorio.
—Si, los tome prestados —empezó a buscarlos en su gaveta —la señora Luisa necesitaba compararlos con los de ella —Me los entregó.
—Imagino que iniciarán otro proyecto juntos porque él también me los ha pedido.
—Otra vez no, —se quejó la rubio volviendo a su lugar —sabes lo que eso significa.
Cuando el señor y la señora torres inician un proyecto juntos, todo inicia bien, en armonía, pero conforme va pasando el tiempo, las ideas van surgiendo y con ellas las diferencias de pensamiento se van dando, luego se pelean intentan parecer que todo está bien delante de otras personas, pero al menos Mia. yo y algunos otros de los trabajadores de este mismo piso no podemos evitar escuchar las fuertes conversaciones que salen de sus oficinas, menos cuando la señora Luisa sale y recorre los pasillos dando zancadas con sus tacones y deja la puerta de la oficina de su esposo azotada.
Usualmente todos nos quedamos callados y no hacemos mención de nada, claro delante de ellos, aunque a sus espaldas todos empiezan a hablar, los que no soporto son los que inventan de más para convivir.
Mia también es parte de las que le gusta hacer comentarios sobre lo que pasa, le da gracias también, pero al menos ella lo hace solo conmigo y no inventa para sobresalir, solo le gusta rememorar lo que paso en su mente mientras las carcajadas abundan.
Aunque tampoco le va del todo bien especialmente a ella, ya que son los días en los que la señora Luisa la utiliza de paloma mensajera con su esposo y viceversa ya que por un tiempo no se quieren dirigir la palabra y así hasta que las ideas vuelven a cuadrar y el proyecto vuelve a tener armonía en la cabeza de ambos, y no puedo engañar a nadie hacen trabajos verdaderamente impresionantes, lo bueno es que los clientes nunca se enteran de lo que pasa tras estas puertas.
ESTÁS LEYENDO
No te alejes de mí
RandomGabriela es una joven soñadora que trabaja como secretaria en una prestigiosa empresa de arquitectura. Aunque disfruta de su trabajo, sueña con algún día convertirse en arquitecta para poder ayudar a su familia. Sus días en la oficina son rutinarios...