Capítulo 6

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Hoy mis horas de trabajo se resumían en escuchar como Erik renegaba el trabajo, refutando que él no podía hacerlo que ni si quiera le habían consultado, solo se lo habían impuesto y su padre diciéndole que se calmara que era un lugar no muy lejano que podía ir y regresar el mismo día si se lo proponía.

A mí al parecer me habían traído de oyente, después de que Erik saliera de su oficina muy enojado regresé a mi escritorio a organizar la agenda hasta que el Inter comunicador empezó a vibrar, me dijeron que el Señor Belov solicitaba mi presencia en su ofíciala y una vez estuve aquí todo lo que he hecho es escuchar lo mismo Erik quejándose, su padre dándole razones para ir en fin un ciclo vicioso.

Estaba sentada en el sillón del señor Belov viendo la tranquilidad con la que le respondía a su hijo mientras este se mantenía parado con intranquilidad, hace rato hubiera preguntado el porque la necesidad de que yo estuviera aquí, pero frente a mi estaba la cafetera y unas galletas con dulce de leche que hace rato estaba disfrutando, por eso me limite a observar y degustar.

—Tú mejor que nadie sabes que de habérmelo propuesto no lo habría tomado, y sabes las razones.

Esto se estaba poniendo interesante. Espera yo dije eso, Dios me estoy juntando mucho con Mia.

—Ya te he dicho que, si te vas temprano, podrías regresar el mismo día, además que sabes que todo queda en mis manos —coloco sus codos sobre el escritorio —¿O no confías en mí?

—Puedo confiar en ti y estar presente, ¿No crees? Además ¿No pudo haber sido el siguiente fin de semana? —habló a regañadientes.

—No, creo que te hace falta un poco de aire. Lo harás —demandó su padre.

—Me arrastraste hasta la empresa y ahora me quieres lejos, decídete por favor, necesito estar aquí este fin de semana —Su tono de voz se elevaba.

—Quiero que trabajes, que el ser Arquitecto te vuelva a apasionar como en aquellos días —refutó su padre.

Esta vez Erik solo lo observo sin decir nada, pero su mirada decía más de mil palabras que yo en ese momento no entendí, pero pude ver como su padre si lo hacía, soltó un fuerte suspiro.

—Deja las cosas de aquí en mis manos no pasara nada sin que te enteres, toma este trabajo, toma aire fresco y tomate un momento para pensar —suspiro y desvío la mirada de su hijo a mi —Igual tú Gabriela.

—Perdón, ¿Yo que tengo que ver en todo esto? —me levanto de la comodidad del sillón que me acogía.

Mi mirada y la de Erik chocaron, al parecer no era la única que no entendía lo que el señor Belov quería expresar con sus palabras.

—Bueno, alguien debe ir con Erik, manejar la agenda y los planes que se realizaran allá, porque una vez allá no solo visitarán al cliente empezara el trabajo habrá que llamar a los contactos encargados de la construcción, habrá que ver los papeles del señor que estén en orden, así que la secretaria debe viajar también —respondió en un tono tranquilo y sereno.

—Lo siento, señor, pero no puedo, es un viaje que duraría un día el sábado debo estar aquí —esta vez Erik me miraba, pero con otro tipo de expresión.

Expresión que no intente descifrar porque el señor Belov empezó a negociar conmigo.

—Esto es urgente. Se le pagará extra por el trabajo además de contar con los viáticos que le proporcionará la empresa —mencionó.

—No es cuestión de dinero —Claro que no me vendría mal —mis horarios laborales terminan los viernes y existen otras cosas que son una prioridad para mí los fines de semana.

No te alejes de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora