Capitulo 2

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Lucía

No soy yo, un chica de la misma estatura que yo esta delante mía en el espejo, y yo asustada retrocedo hacia atrás, tiene el pelo liso, cosa que siempre me habría gustado tener, y los ojos de un azul eléctrico que intimidan un poco en la distancia, pese a que su flequillo los tape un poco.

Un grito con mi nombre me sobresalta y hace que me dé la vuelta buscando a mi hermana Susan, se que ha sido ella.

Dos personas aparecen a mi lado, un chico alto y muy guapo me mira desde arriba, con demasiada confianza para ser un completo desconocido, a su lado un chico me mira con preocupación, y me dice:

        -     ¿Estás bien, Lucía? – el niño tiene la voz de mi hermana Susan.

         -       Un momento – dice el chico, demasiado atractivo para ser real, - tú no eres Lucía.

          -     ¿Cómo que no? – pregunto – ¿y tu como sabes que soy Lucía?

El niño pequeño suelta un grito demasiado agudo para ser un chico, sigo la dirección de su mirada y veo el espejo detrás de mí, sigo siendo la chica de antes.

        -     ¿Quién soy?- pregunta el niño con la voz de mi hermanita.

         -     ¿Dónde está mi cuerpo? – pregunta el chico rubio con la voz de mi hermano Jack.

 Mi sueño se disuelve en una nube blanco y al despertarme en mi cama, lo primero que hago es inhalar aire puro para mis pulmones.

Miro a mis dos lados y mis hermanos están ahí, cogiéndome de las manos. Tienen los ojos abiertos de par en par y miran al techo con cara de sorpresa.

Los ojos verdes de mi hermano Jack se vuelven hacia mí y preguntan con curiosidad:

         -    ¿Quién era esa chica? –  parece que hubiera visto su ángel de la guarda.

       -     No tengo ni idea.

       -   ¿Por qué tenía cuerpo de chico? – pregunta mi hermana con inocencia.

         -     ¿Qué pasa que no te ha gustado? – contesta mi hermano con su sonrisa traviesa.

      -     Cállate – le espeto.

Unos pasos se acercan por el pasillo de nuestra casa vieja, serán nuestros padres de acogida que como siempre se habrán sobresaltado por el ruido que hemos producido con nuestros sueños de siempre.

          -    ¿Quién ha sido esta vez? – Brama mi padre adoptivo.

La cabeza de su mujer aparece por la puerta, y dice con su cara de malas pulgas:

        -      Os habíamos avisado un grito más y os ibais de esta casa.

Cuatro horas mas tarde ya estamos en coche hacia nuestra nueva familia adoptiva. El abogado de nuestros padres conduce y nos hecha la reprimenda más grande de nuestras vidas, intento no escucharle mientras miro las pequeñas casitas de adosados.  Recorremos calles y calles hasta que por fin entrevemos una casita color azul cielo, en el porche dos figuritas parecen esperar algo, nuestro abogado para enfrente de la casa y sale para abrirnos las puertas.

Salgo con elegancia y veo a las dos personas que tienen la cara más simpática que he visto en toda mi vida. Antes de que nos acerquemos nuestro conductor nos reúne a los tres y nos dice en voz baja:

           -    Me ha costado mucho encontraros una familia en tan solo cuatro horas – parece más serio de lo normal – mas os vale portaros bien, porque sino ya no tendré donde meteros. Y ahora a conocer a vuestros nuevos padres.

Baja nuestras maletas del coche cuatro en total dos mías y las otras dos de mis hermanos, las dejan en el bordillo y sin saludar a la pareja se aleja de nuevo en su coche.

Siempre he sido la que tiene menos miedo a saludar a la gente que nos ha querido acoger, por eso me acerco a saludar con una sonrisa en la cara al matrimonio que nos espera en su porche.

          -   Hola – le doy dos besos al hombre, que me mira sin sonreír y otros dos a la mujer que a cambio me dedica la sonrisa más calurosa que te puedas imaginar. – soy Lucía.

          -  Yo soy Molly, querida – me responde la mujer.  – y él es mi Marido Arturo.

Jack le da la mano a Arturo, en cambio mi hermana pequeña, Susan simplemente dice hola, tan tímida como siempre.

El matrimonio nos enseña la casa y me sorprende lo grande que puede llegar a ser con lo pequeña que parece de fuera. Mi hermana grita cuando de repente a parece un pastor alemán corriendo hacia nosotros con la lengua fuera de la boca. Casi me tira al suelo al ver que mi hermana le ignora y yo le acaricio detrás de las orejas intentando calmarlo.

        -   Este es Dagor – Nos dice Arturo.

        -  Gracias por todo.

Y así es como conocemos a nuestra quinta familia de acogida en lo que va de año.

Los portadores de sueños [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora