Capitulo 1

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Laura

Camino por un pasillo oscuro, y mi corazón va a mil, mientras intento adivinar donde me he metido. Se oyen ruidos extraños por las paredes negras que me rodean, al fondo una puerta me espera y llego a ella lo más rápido que puedo. En cuanto la abro entro en una sala rodeada de espejos y cuando miro mi reflejo mi confusión es máxima. Una chica de pelo largo y rubio me devuelve la mirada desde el otro lado del espejo, sus ojos  verdes miran por todas partes con confusión y una pizca de miedo.

Al momento un grito desgarrador se oye desde fuera de la sala y me incorporo en mi cama con la frente perlada de sudor.

Media hora más tarde todavía estoy enfrente del espejo intentando controlar mi pelo castaño oscuro me peino el flequillo pero por mucho que lo intente se queda desigualado. Al final rendida me meto a la ducha y me refresco después del sueño tal extraño que he tenido, ¿Quién era esa chica?

Siempre me ha pasado lo mismo, desde que recuerdo siempre he soñado cosas sin sentido, tan raras que he llegado a encerrarme totalmente en mi mundo. No dejo que nadie se me acerque y pocas veces hablo con alguien de mis sueños ni siquiera con mi tía.

   -          ¡Baja a desayunar! – una voz irritante me llama desde el piso de abajo.

Casi me caigo por las escaleras al bajar a toda prisa.

Entro en la cocina como una bala y el brazo de mi tía Marina me coge a mitad de camino para darme dos de sus horribles besos empalagosos. Mi chocolate caliente me espera ya en la mesa, pero no tengo tiempo de desayunar. Sin decirle ni buenos días a mi tía, doy media vuelta y me voy hacia la salida, abro la puerta y la cierro con un portazo, como odio esta vida.

Una marea de gente está entrando ya por la puerta y a duras penas consigo subir las escaleras del porche. Cuando llego a mi clase parece que me han dado más codazos que en toda mi vida.

Me siento al fondo de la clase al lado de la ventana, como todos los años. Ni siquiera miro a mis compañeros cuando empiezan a cuchichear sobre mí. Puede parecer raro, pero si, aquí soy un maldito bicho raro. Solo porque mis padres desaparecieron y yo afirme que se los habían llevado, todos me tachan de loca. Pero no lo soy, solo tengo los sueños más extraños del mundo.

   -          ¿Es esa? - preguntan dos inútiles que se tapan la boca mientras me critican y me miran de reojo.

   -          Si – le responde su compañera.

Inclino la cabeza hacia abajo mientras oculto mis ojos azules que empiezan a lagrimear, siempre he odiado esto.

   -          ¡Bien chicos! – una voz potente hace que levante la mirada y mire a mi nuevo y peculiar tutor/ profesor de matemáticas.

Sus ojos son lo primero que me llaman la atención, parecen caramelo derretido, un color frío pero a la vez caluroso. Lo segundo, que es más joven de lo que me esperaba, lo más probable es que acabe de salir de la universidad. Su pose, solemne, intimida al ser un hombre tan alto. El cabello más rubio que he visto en toda mi vida se posa en su cabeza como un suave mantel de seda. Sus ojos me buscan entre los rostros de toda la clase y yo aparto la mirada, avergonzada.

   -          Me llamo Mathew Connagan – sonríe misteriosamente – pero soy Matt para los amigos, así que me podéis llamar así, os podéis considerar mis amigos.

La tutoría continua y algunos de los chicos no saben controlarse al señalarme con sus dedos acusantes,  a pesar que el profesor impone con su mirada de miel. Su voz grave casi hace que no me aburra mientras nos da la charla que en 4º de la eso hay que esforzarse más que nunca.

Casi me siento aliviada cuando Mathew sale por la puerta y deja su lugar a otros profesores.

Al fin, acaba mi día de clase. Vuelvo a casa y mi tía sigue trabajando, le tengo un poco de cariño ya que quiso ocuparse de mi cuando mis padres desaparecieron, pero es la mujer mas empalagosa y a veces inútil que he conocido en toda mi vida.

 Me saco del congelador los espaguetis de la semana pasada y me los como en menos que canta un gallo, recojo la cocina y subo a mi habitación, como siempre me escondo en mi mundo de los libros y antes que me dé cuenta ya se han hecho las 19:00.

Cuando bajo a la cocina de nuevo mi tía ya esa haciendo la cena, consigo que solo me dé un beso y luego empiezo a hacerme mi café diario. No puedo vivir sin él, prefiero no dormir que soñar todos los días con algo que ni yo entiendo.

Los portadores de sueños [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora