Capitulo 29

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Lucia

Mi fuerte no es despertarme pronto por la mañana, y mucho menos si entra luz por la ventana. Susan y yo dormimos juntas en una habitación, yo arriba y ella abajo, esta todo bastante desordenado con las cajas llenas de nuestras cosas desperdigadas por ahí.

Jack tiene una habitación para él solo, y también duerme en litera.

Me desperezo en mi cama sin incorporarme todavía y pego un mini grito cuando la puerta de la habitación se abre sin previo aviso.

Por ella entra Matt, intentando no hacer ruido para dejar que Susan descanse más. Sonrío desde mi cama, y me apoyo sobre los codos cuando viene hacia mí, todavía en pijama y con cara de dormido total.

-          ¿Qué tal? – me dice susurrando.

-          Bien – casi no levanto la voz.

-          Baja a desayunar.

Sin decir nada me arrastro por la cama hasta estar encima de las escaleras, en el único hueco que deja la barandilla para que  no me caiga. Me pongo de pie en un escalón y Matt me coge de la cintura para ayudar a bajar. Cuando me separo de la litera el no me deja en el suelo, me mantiene en el aire pegado a él, y le doy un beso de buenos días que se niega a acabar cuando me separo un poco en busca de aire.

Me deja en el suelo y sonriendo me coge de la mano para salir de la habitación.

Bajamos las escaleras en silencio y me rio de su pelo despeinado y su cara que tiene marcada aun las sabanas. Me mira por el rabillo del ojo en silencio y sonríe ante mi cara de diversión.

Cuando pasamos por el salón y vamos hacia la cocina americana miro el reloj que está en la pared colgada y maldigo en todos los muertos del tiempo son las siete de la mañana, ¡La siete!

-          ¿Por qué es tan pronto, Matt? – digo poniendo un puchero.

-          Porque es la hora que es y no lo puedes cambiar.

-          ¿Podemos volver a la cama? – pregunto.

-          No, no y no - a pesar de que esta serio se que bromea, al menos eso espero y deseo –p

Hay que desayunar y luego tú y yo nos vamos a un sitio…

-          ¿A dónde? – me pica la curiosidad.

-          Deja de hacer preguntas, rubia – me empuja hacia la encimera de la cocina – y a desayunar

-          Voy, voy.

Nos pasamos media hora preparando nuestro desayuno y el de los demás, pero con  lo torpe que soy acabo con una quemadura de la tostadora y un corte en la mano por intentar cortar un trozo de jamón serrano.

-          Serás patosa – Matt me ha curado ya las heridas y el desayuno ya está por fin en la mesa.

Me siento y empiezo a comer con mucho gusto y rapidez, tanto preparar las cosas te entra el gusanillo del hambre en seguida.

Me es difícil concentrarme en no tirar el cola cao fuera de la taza cuando Matt me mira con cara de lobo hambriento.

-          ¿Matt?

-          ¿Dime? - no para de mirarme y me está poniendo nerviosa.

-          Podrías dejar de mirarme como si fuera yo tu desayuno y fueras un lobo famélico que solo se alimenta de rubias.

Los portadores de sueños [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora