Capitulo 7

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Laura

Sorprendida al ver que he acabado el día sin algún percance, voy con decisión al final de clases a la sala de profesores. Llamo con decisión, y la profesora de biología me abre la puerta azul oscuro que les separa del resto del mundo de los mortales.

          -   ¿A quién buscas? – parece más enfadada de lo normal.

          -   A Mathew – se tensa y me mira de arriba abajo.

          -   ¿Qué necesitas de él?

Mi cerebro trabaja para inventarse una escusa y digo casi sin pensar:

          -   Necesito discutir la nota de un examen – me arrepiento de eso al momento.

         -   ¿Es el cuarto día de clases y ya has tenido un examen? – parece que no cuela.

Se da la vuelta para cerrar la puerta, pero de repente la cara de Matt aparece por un detrás de Noelia y al verme allí parada, con mi mochila al hombro se le borra la sonrisa que tenía en la cara.

          -   Quería hablar contigo – dice la profesora dándose la vuelta y desapareciendo dentro de la sala de profesores.

Mathew sale de allí y cierra la puerta detrás suyo.

          -   ¿En qué puedo ayudarte? – Me mira como si fuera un milagro que estuviera aquí.

          -   ¿Te importaría acompañarme a dar un paseo por el pasillo? – debería quitarme la vergüenza, esto es serio y necesito una verdad y muchas respuestas.

Se lo piensa y mirando una última vez a la puerta azul, empieza a caminar hacia el fondo del pasillo, tengo que acelerar para alcanzarle pero en unos tres pasos ya estoy a su altura.

          -   Un libro – suelto de repente.

El chico se para abruptamente en medio del pasillo, ya vacío de estudiantes.

          -   ¿libro? – parece repentinamente sorprendido y eso me sorprende más aun a mí – ¿De matemáticas?

          -   No – respondo secamente – El que quería Edward Snow

Abre mucho los ojos y parece a punto de ponerse a gritar, pero hace ese gesto que solo le he visto hacer una vez, se pasa la mano por el pelo, un signo de que esta o enfadado o irritado, una de dos.

          -   Tenía que pasar – dice solamente. Se empieza a alejar pasillo arriba y otra vez tengo que hacer una pequeña carrerita para alcanzarlo.

          -   ¡¿El qué?! – grito cuando estoy casi a su lado.

Se vuelve a parar y se da la vuelta para mirarme y extrañamente, ahora esta sonriendo.

          -   Ayer soñaste conmigo – afirma.

Ahora soy yo la que abro mucho los ojos con sorpresa.

          -   ¿Por qué dices eso? – suelto una risita intentando disimular - ¿Quién querría soñar contigo? – suelto un resoplido, afirmando que cualquiera que soñara con él estaría loco.

          -   Tu sueños no son normales, Laura – se acerca e instintivamente doy un paso atrás.

         -   ¿Tú qué vas a saber? – tantos años con tantas preguntas y de repente aparece este tipo y me dice lo más obvio del mundo, al menos para mí.

          -   Se más de ti de lo que tu siquiera sabes – se que está mintiendo.

         -   ¡Tú acabas de llegar este año a mi vida! – se me está acabando la paciencia – ni siquiera sabias que mi apellido era Bornez.

          -   Porque Bornez no es tu apellido… - se pasa la mano por el pelo, le estoy exasperando tanto como él a mí.

         -   Sí que es Bornez, mi padre se apellidaba así, y nada de lo que digas lo cambiara…

Me doy la vuelta para alejarme pero su mano de hierro al momento me agarra por el brazo y me hace dar media vuelta para mirarle a la cara.

          -   Te llamas Laura Connagan y eres mi hermana pequeña.

La sala de profesores está vacía cuando llegamos  y Mathew me hace sentarme en una silla, justo al lado de su escritorio.

Saca su mochila, donde parece llevar y traer todos los días las cosas y de un bolsillo de doble fondo, saca un libro demasiado viejo que tendría que ser ya polvo.

          -   Es el libro de familia – dice poniéndomelo en el regazo.

          -   De familia… – acaricio la portada de cuero con temor a que se desintegre.

A Mathew le ha costado que viniera aquí con él, pero aun sigo preparando mi huida, no me lo acabo de creer.

          -   Ábrelo – me dice, lo miro a la cara con miedo y él asiente.

Se agacha a mi lado mientras quito la cuerda que lo mantiene cerrado, al momento las hojas de papel se expanden y me llega una dulce fragancia a montaña, a pino mezclado con aire fresco y una pizca de brisa marina.

Parece que contengo la respiración mientras aparto la tapa para poder ver mejor los secretos de algo que ni yo conozco.

Una foto cae al suelo y es Mathew quien la coge y me la da.

En blanco y negro, una familia feliz se ve plasmada en un simple trozo de papel.

Lo primero que veo es un niño que sonríe alegremente cogido de la mano de su padre, Matt debe de tener unos cinco años en esta foto. El padre, que se aferra a la mano de su hijo con cariño, también sonríe mirando a la mujer que tiene a su lado, y sus gafas de montura parecen ser incapaces de ocultar el amor con el que la mira.

Un amasijo de mantas cubren a un recién nacido, que descansa en brazos de la mujer, que con el pelo corto y negro, deja que el bebe le coja el dedo con su manita regordeta.

          -   Eres tú – me dice simplemente Mathew.

Enfoco de nuevo la vista y me sorprendo al ver lo que ha crecido un niño en tan solo dieciséis años.

          -   ¿Son nuestros padres? – parece que la voz se me va a quebrar.

          Dayana y John – ese es su asentimiento.

          -   ¿Por qué me separasteis de vosotros? – mi tono de voz hace que se le note herido.

          -   No fueron nuestros padres quienes lo decidieron – me coge el libro y busca en las ultimas paginas.

Saca un sobre y me lo tiende.

Con papel viejo, aun sin abrir, esa carta podría darme respuestas a muchas cosas.

          -   No hace falta que la leas ahora – dice cuando la cojo.

          -   Pero mis padres…

          -   ¿Los adoptivos? – asiento con la cabeza – ¿desaparecieron, verdad? – vuelvo a asentir – es porque es peligroso estar cerca de ti, Laura.

         -    ¿Por qué? – me está confundiendo aun más.

Se levanta y me señala la puerta, no lo hace con mala intención.

         -    Lee la carta – me ordena – nos veremos mañana.

          -   Gracias Matt.

Por la puerta entra la profesora de biología y nos mira de hito en hito.

Me levanto de la silla, y recogiendo mis cosas salgo al pasillo, y me voy hacia mi casa, con la carta en el bolsillo, donde nadie la pueda ver.

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Agradeceriamos vuestra opininion sobre la historia, ya que es lo que nos motiva a subir los capitulos.

Elena y Cova.

Los portadores de sueños [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora