Capitulo 5

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Laura

La asignatura que más odio definitivamente es sociales, no la soporto y la aborrezco con toda mi alma, principalmente porque el profesor nos pone siempre por parejas y nunca me libro de ponerme con alguien. Pero parece que hoy está de buen humor porque cuando dice de ponernos en parejas para un trabajo,  un alumno sugiere que no sean parejas elegidas por el si no por nosotros, y él accede. Todas las chicas viene directamente hacia el chico nuevo, que me sigue mirando con el ceño fruncido, pero antes de que las chicas lleguen, él me dice inclinándose hacia mí:

         -   ¿Te pones conmigo? – en un principio pienso en decirle no, pero luego me compadezco y asiento, así les doy una pequeña lección a las muy inútiles chicas de mi clase.

Acerca su mesa a la mía y empezamos a hacer los ejercicios  en un silencio muy incomodo. De vez en cuando me distraigo de los malditos deberes del profesor y levanto la mirada y al momento con sorpresa descubro que el chico sigue mirándome con interés, noto como los colores se me suben y aparto mis ojos de los suyos verdes.

La clase acaba sin más percances y en cuanto suena la campana recojo mis cosas a toda prisa e ignorando al chico que me llama desaparezco antes que todos por la puerta.

Llego a casa y lo primero que hago es mi café diario, me tomo dos tazas y mientras subo las escaleras hacia mi cuarto con la segunda ración saco la lengua al ver que en vez de azúcar me he puesto sal, esto es lo malo de estar todo el día dormida y no poder descansar casi por la noche. Cuando me acabo el café y me conecto al ordenador se van las luces de toda la casa, afortunadamente aun es de día y logro bajar a bajo y volver a poner los fusibles en su sitio. Desconecto el ordenador de mi tía y el cargador de su cámara de fotos que llevan chupando energía dos días.

Como siempre me pongo mi música para estudiar porque sin ella no me consigo concentrar e intento hacer los complicados deberes de mates ya que con los de sociales me dormiría y no me apetece tener uno de mis extraños sueños.

Con la música a todo volumen no me entero de que llaman al timbre pero al parecer los visitantes son tan insistentes que resignada bajo las escaleras y abro la puerta.

Mi primer impulso es de cerrarle la puerta en las narices, pero me quedo embobada y no  soy capaz de moverme.

El chico nuevo, Jack está parado en el porche con las manos metidas en los bolsillos en una posición casual, como si ser tan guapo no fuera premeditado.

          -   ¿Qué haces aquí?

El chico encarna una ceja y sonríe.

         -   Vivo en la casa de al lado…

         -   En la casa de al lado vive un matrimonio que no tiene hijos. – Le interrumpo.

        -   Lo sé, pero…

         -   ¿Qué quieres? – Le digo irritada.

          -   ¿A lo mejor que me des la bienvenida?

          -   Bienvenido – le digo intentando cerrar la puerta, pero él lo impide con su mano, empujando de nuevo para que se abra.

Frunce el ceño y se pone serio repentinamente.

         -   ¿Por qué te escondes en tu mundo? – mis ojos se abren con sorpresa.

         -   ¿Que más te da…?

         -   El problemas es que…

         -   ¡¿Qué narices quieres?! – Me está irritando demasiado.

         -   ¿Vamos a dejar de interrumpirnos? – Parece que él también se ha cansado de esta conversación sin fondo.

          -   Lo que tú digas.

Hago ademan de cerrar la puerta pero el chico pone su pie en medio e impide que cierre la puerta, al momento retira el pie hacia atrás.

          -   Mi hermana y yo…

Ahora consigo cerrarle la puerta en las narices y haciendo caso omiso del timbre, subo a mi habitación y pongo al máximo el volumen de la música.

Sigue llamando al timbre y al final puede que se rinda y deja de sonar, pero nada es lo que parece, porque al momento un grito se oye desde mi ventana. Intento ignorarlo pero el chico sigue gritando mi nombre. Al tercer grito me asomo a mi ventana y digo con un tono de voz demasiado alto:

          -   ¡¿Qué quieres?!

         -   Hablar.

         -   No quiero hablar ni contigo ni con tu hermana.

        -   ¿Por qué no? – Su silueta, tensa sigue quieta en el césped de mi jardín.

         -   ¿No  te has dado cuenta de que soy una marginada social? – pregunto sin el máximo interés.

          -   Me da igual…

          -   Pues…

        -   Habíamos dicho que dejarías de interrumpirme.

         -   Lo que tú digas, guapo.

Me doy la vuelta y antes de cerrar la ventana le digo:

  -   Hasta mañana – el cristal resuena cuando cierro la ventana de un golpe.

Bajo la música y apago la luz tumbándome en la cama, y me sorprendo con miedo como se me cierran los ojos y en un momento estoy dormida.

Mi profesor de sociales esta de repente delante mía, mientras me grita algo sobre un libro. Su cara, cogestionada por la rabia me da tanto o más miedo que el tema de haber entrado en un sueño.

Intento controlar mis piernas para alejarme, pero como siempre no logro  mover ni un pelo.

         -   ¿Dónde está el libro? – le voz grave de Edward hace que me revuelva en mi cama pese a ser plenamente consciente del sueño, como si fuera de verdad.

          -   No te lo voy a dar – un estremecimiento recorre mi garganta cuando unas palabras demasiado graves salen de mi sin que lo quisiera.

          -   ¿Porque no, Mathew? – el profesor sigue insistiendo.

          -   Tú ya lo sabes, viejo.

Me doy la vuelta y salgo por una puerta que tenía antes detrás.

Me levanto y respiro rápidamente, he logrado salir del sueño por segunda vez en poco tiempo.

Cansada de todo, me tapo con mi edredón y me duermo de nuevo, por primera vez en mucho tiempo, no sueño con nada.

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Un saludo de Cova y Elena! 

Los portadores de sueños [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora