Capítulo 2: París está a la vuelta de la esquina.
**¿Con lo corta que es la vida, ¿Qué ganas rindiéndote?**
Escucho mi propio latido cardiaco en los oídos quitándole protagonismo al sermón explayado del Padre Eliott. Por el rabillo del ojo, el perfil de mi futuro esposo luce estático y cargado de desprecio con una muesca de asco en toda sus hermosas facciones. ¡Soy una puta suertuda! Me atrevería a decir que, con velo o sin velo, él se encuentra muy desinteresado de la persona a su lado.
Trago fuerte mientras continuo rascando mi cuello, soy alergica al satén y al encaje. De la boca del padre salen palabras aleatorias como: amor infinito, el respeto, muerte y enfermedad. Tengo que encontrar la manera de salir de este problema. ¿Se vale levantar la mano cuando el padre pregunte por quién se opone a esta boda?
Sutilmente miro hacia atrás, arrastrando los ojos por el mar de personas. Mi padre, mi hermano, mi madre son tres focos rojos en la multitud mientras me cotemplan ansiosos —¿¡Angelina!? — Levanto la vista a la voz irritada del anciano con sotana que me observa de mala gana. ¡Dios!, soy un desastre.
—¿Qué? —Los ojos del anciano me fulminan con frustración. Pareciera esperar algo de mí.
—¿Sí o No?—Necesito prestar atención ¿Si o no de qué?. —¿¡Angelina!?—Me siento como en un examen del cual no sé la respuesta. Miro al padre ponerse escarlata, luego a mi prometido apretar más los labios, giro de vuelta al padre.
—No escuché, disculpe — Murmuro con la voz más patética y dulce que he podido lograr. El padre rueda los ojos ¡Qué poco comprensivo!; Además, ¿por qué demonios una boda falsa tiene que ser por la iglesia? Disminuye mis probabilidades de volver a casarme, ¿Es que acaso no hay suficientes registros civiles en Kelsall?, sé que es un pueblo minúsculo de condado de Cheshaire, pero uno debe de haber, me consta.
—Angelina Collins, recibes a este hombre como esposo para amar, honrar y cuidarlo en enfermedad o en perfecta salud, en pobreza o en riqueza, dejando a todos los demás? ¿Promete apartarse sólo para él todos los días de su vida? ¿Sí o No?—Esto es una pregunta seria, no puede tomarse a la ligera. No, No y No. Justo en ese preciso orden. Lanzo una mirada hacia atrás sobre mi hombro y el rostro con mejillas rojizas cargado de furia de mi padre me pone a temblar —¿Angelina, sí o no? —el impaciente sacerdote Elliot reclama mi atención y cuando voy a girarme entonces ahí es que me percato de la mirada de esos oscuros ojos negros, ceñudo, molesto y muy confundido "casi esposo" ¡Mi-er-da!. Trago el nudo de mi garganta.
Ojos negros me observan intensamente de abajo hacia arriba y como si eso fuera posible frunce más el ceño. Ahora sí parece interesado en la persona parada a su lado.
Trago fuerte cuando el hombre pelinegro y alto, levanta una mano delicada y pálida con intención de arrebatar mi velo al percatarse del engaño. Y es que no contaba con que el padre diría mi nombre y no el de Debra. ¡Estoy perdida!
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SUSTITUTA
Romance"Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa" -JaneAusten-