"Julio Cortázar dice que no cualquiera se vuelve loco, que esas cosas hay que merecerlas. Entonces me pregunto, ¿qué pecado estoy pagando para quedar completamente desquiciado?"
Capítulo 15. Desquiciado
Con gusto me cortaría la pelota derecha sin con eso logro descifrar cómo entender a una mujer. Cómo saber cuando "no" es "sí", cuando el silencio es "algo", cuando "algo" es "nada" y cuando "nada" es "todo".
No. Tachen eso.
Me cortaría ambas solo por poder descifrar a Angelina Collins.
¿Quién en su sano juicio puede entender a esta jodida rubia, con boca insolente y actitud insensata? Desde luego... yo no. Y eso me tiene desquiciado.
Observo a Angelina y deduzco que, una de dos: Le encanta llevarme la contraria como pasatiempo; o es que solo funciona en ella la psicología inversa:Le digo que baje a cenar y se resiste, pero ahora que no quiero verla, ¿adivinen qué?... Les doy un puto segundo para que lo piensen...
¿Ya adivinaron?
¡Sí, joder!, ¡aquí está!, justo frente a mí, luciendo jodidamente como una puta diosa en un diminuto top rosa pálido algo arrugado y descolorido, y una falda beige con abertura en una pierna, tan corta que altera mi pulso y detiene mi respiración en mis pulmones... literalmente.
Trago en seco.
Di por sentado que me ignoraría, que estaría tan ofendida que ni siquiera consideraría la idea de compartir la mesa conmigo. Estaba seguro de que aplicaría un contacto cero, lo cual me daría el respiro necesario para pensar en una estrategia más efectiva para mantenerla alejada.
No me arrepiento de nada de lo que pasó en esa habitación. Nada. Aunque Angelina no lo vea de ese modo, le hice un gran favor.
Amo a otra mujer, me quedé aquí por esa mujer. Involucrarme con Angelina amando a alguien más sería imprudente e irresponsable. A penas tiene 18 años; se ilusionaría rápido debido a su juventud. Si me dejo arrastrar por el inminente deseo, la arrastraría a la perdición conmigo. Ella llegaría, en algún punto, a confundir este matrimonio como algo real, enamorándose de mí en el proceso; y entonces, Angelina sería la única perjudicada. Así que aquí estoy, sentado, dándome palmaditas en la espalda por haberla desilusionado de golpe, en un corte limpio, una muerte rápida de algo que nunca tendrá futuro. Me odia, y está bien, puedo vivir con eso, es como debe ser. Si lo veo de esa manera, entonces ayer tomé la decisión correcta, aunque no se sienta como tal.
La veo comer de su puto desayuno tranquilamente y me planteo la alternativa de escabullirme fuera de aquí. ¡Qué insólito!, estoy considerando escapar en mi propia casa. Pero es que necesito poner distancia entre ella y yo. ¡Ahora!
Todavía no he despegado mi culo de la silla cuando ella levanta la vista hacia mí, dejándome perplejo y paralizado en el asiento. Me observa con una sonrisa diabólica, como si estuviera leyendo mi mente y regodeándose en mi miseria.
Estoy casi seguro que trama algo, tal vez algún castigo por lo de anoche, como si el golpe no fuera suficiente. Le sostengo la vista con intención de descifrarla, pero lo único que logro al mirarla , es recordarla excitada y dispuesta en el cuarto de baño. Todavía puedo escuchar sus gemidos retumbando en mi cabeza, ¡Y por todos los infiernos! ¡cómo me encanta su voz!
Ella está haciendo puré mi mente.
Tengo una extra ansiedad por tocarla y estrujar cada curva de su cuerpo que, no puedo mantener mis pensamientos ni mis actos coherentes. Quiero volver a probar esa boca que sabe tan malditamente bien. Pero no debo, no puedo, porque una cosa lleva a la otra, y posiblemente termine cogiéndola justo en esa silla.
ESTÁS LEYENDO
SUSTITUTA
Romance"Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa" -JaneAusten-