"Cuenta la leyenda que siempre hay un roto para un descosido"
|Cap.20| Mal augurio
—Es la secretaria del joven Collins—Marc murmura de forma mecánica desde el asiento del conductor a mi lado, sin siquiera levantar la vista de su teléfono— quiere confirmar si esta vez tendrás la cortesía de asistir a la reunión programada dentro de 45 minutos con la junta directiva de la fábrica.
—No.
—Harry...—Advertencia es lo que escurre su voz.
—No voy a desperdiciar mi tiempo viendo la cara de Albert Collins y a su pusilánime hijo —respondo, arrastrando las palabras con desprecio. All, al final, resulta soportable cuando entiendes que no es más que un perrito faldero que mueve la cola buscando sentir la aprobación de su papi. Pero la idea de volver a compartir oxígeno con Albert... eso sí que me revuelve el estómago.
—Es tu suegro y tu cuñado...—Me recuerda—Deberías intentar tener una relación más armoniosa con tu familia política...
—¿Armoniosa? —lo interrumpo, soltando una risa corta "La única Collins con la que concibo tener una -relación armoniosa- es con mi chiquilla" pienso, mientras una sonrisa torcida asoma fugazmente antes de que mi expresión se endurezca otra vez—. Quien les está haciendo los favores soy yo. Cancela esa reunión... No pienso perder mi tiempo con la rama podrida del árbol genealógico de los Collins.
—Considero poco prudente hacer eso, Harry. Están siendo muy insistentes y...—Marc titubea— ¿Crees que ya se habrán dado cuenta de que te apoderaste de la fábrica?—Entonces dice finalmente, con cautela.
—Es probable —murmuro, sin darle importancia—. Albert es un borracho idiota, cegado por su propio ego. Que lo descubra ahora o más tarde no cambia nada. La fábrica ya es mía. Y lo mejor de todo...—Pauso, saboreando las palabras—no tienen ni la más mínima puta idea de lo que realmente planeo hacer con ella. —Una sonrisa fría asoma en mis labios—. Que se desgaten insistiendo, no me afecta en lo absoluto. Es más, deberían sentirse agradecidos de que, después de la jugarreta del cambio de esposa, siga adelante con nuestro acuerdo y no los haya dejado en la calle como lo merecen.
Mi sonrisa se desvanece al instante y mi cuerpo se endereza como por inercia cuando, a través del parabrisas, veo como Caiden Nixon sale de un auto rojo. El frío aire acondicionado ya no es suficiente para disipar la incomodidad que se enrosca en mi estómago.
Una chica de baja estatura, castaña, corre para seguirle el paso, y algo en su figura me resulta familiar, aunque no puedo ubicarla del todo.
—¿Qué hace él aquí?—mascullo, apretando los dientes.
Marc levanta la vista de su teléfono, su expresión despreocupada se vuelve algo más seria cuando se fija en el muchacho fornido de alrededor de un metro ochenta que está frente a nosotros. Murmura con poca convicción:—Tal vez sea solo casualidad.
Mis dedos rastrillan las espesas hebras de mi cabello enredado sin apartar los ojos de ambos, hasta que se pierden en la entrada del edificio que llevo custodiando. La inquietud se instala en mi pecho.
—Algo no está bien...
"En verdad odio a ese chico. Tengo que buscar la forma de sacarlo de mi camino" .
Mis ojos siguen pegados a la entrada del edificio, rastreando cada movimiento, debatiendo si debería bajar del auto o mantener mi posición en el anonimato. Tomo la segunda opción, pero en total alerta.
—Ese chico es el menor de tus problemas, Harry. Te debería preocupar más el hecho de que All pueda hablar con la señorita Angelina—Marc logra sacarme de mis cavilaciones e intento procesar lo que ha dicho —No creo que a tu esposa le agrade la idea de ti arrebatándole la fábrica a su familia —añade, y mi mandíbula se contrae involuntariamente.
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SUSTITUTA
Romance"Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa" -JaneAusten-